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Aletheia es una revista electrónica semestral sobre problemáticas de historia y memoria colectiva en torno al pasado reciente argentino y de las sociedades latinoamericanas, en sus aspectos sociales, económicos, políticos y culturales.

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Una Memoria para la Historia de las Mujeres: Problemas de Método e Interpretación*

Aletheia, volumen 7, número 13, octubre 2016 ISSN 1853 - 3701

 

Passerini/ Traducción en PDF

Luisa Passerini

Traducción por Constanza Verón (FFyL/ UBA) **

 

Este ensayo describe el proyecto de historia oral que acompañó al establecimiento de un archivo sobre la historia reciente del feminismo en la región de Emilia-Romagna, Italia. El archivo, que contiene fuentes históricas tanto escritas como orales, se ubica en la biblioteca del Centro de la Mujer de Bolonia, llevando el nombre de Centro di Documentazione delle Donne (1). Raffaella Lamberti (1989) ha explicado por qué era políticamente importante para el Centro de Mujeres establecer dicho archivo. Cabe señalar que el Centro di Documentazione, desde que fue oficialmente propuesto en marzo de 1982, ha sido una institución totalmente independiente aunque cuenta con el apoyo administrativo y financiero de la Administración Regional de Emilia-Romagna.

La existencia de una institución de las mujeres tan fuerte y autónoma refleja el carácter particular de esta región. Las actividades del Centro de las Mujeres abarcan desde las artes hasta las ciencias sociales y la filosofía; aunque son principalmente culturales, nunca se ha abandonado una directa identidad política, ofreciendo apoyo internacional activo para las mujeres en América Latina y Medio Oriente. En lo político, el Centro de las Mujeres ha mantenido una actitud abierta, evitando el sectarismo, y fomentando la representación de las diferentes voces de las mujeres en sus conferencias y seminarios. La naturaleza del Centro, así como mi propio interés profesional como historiadora en el trabajo con fuentes orales y de la historia del feminismo, me condujo a participar como consultora de la investigación que llevó a la creación del archivo.

En comparación con otras localidades, como Turín, Milán, y Roma, el movimiento feminista en Emilia-Romagna comenzó a partir de conexiones más directas y evidentes con los grupos políticos y tradiciones de la izquierda: tanto la "izquierda histórica" (comunistas y socialistas y sus sindicatos afiliados) como la nueva izquierda (incluyendo a grupos tales como Potere Operaio, Lotta Continua, y 11 Manifesto). En parte, por esta razón, el movimiento feminista de esta región surgió relativamente tarde (1970-1971) y no estaba principalmente interesado en las prácticas y actitudes feministas más "radicales", tales como la toma de conciencia y la vida en comunidad, o en enfatizar los valores teóricos y políticos del lesbianismo. Todas éstas –actitudes feministas más radicales- existían dentro del movimiento feminista de Emilia-Romagna, aunque han sido aplacadas por o relacionadas con formas y prácticas de carácter menos separatista, debido a su relación con las existentes instituciones políticas.
También debe tenerse en cuenta que la política local en esta región ha producido una notable variedad de iniciativas económicas por parte de cooperativas y pequeñas empresas, así como una serie de emprendimientos municipales dirigidos por comunistas en alianza con los socialistas. Debido a esto, Emilia-Romagna se ha ganado el apodo de "región roja", haciéndola inusualmente receptiva, de alguna manera, a las actividades del movimiento feminista. En cierto sentido, las mujeres de esta área anticiparon algunos acontecimientos que tuvieron lugar a escala nacional a fines de los años ochenta, cuando los grupos feministas comenzaron a generalizarse dentro de los partidos políticos y los sindicatos. Habiendo partido desde sus orígenes fuertemente "subjetivistas" a finales de los años sesenta y principios de los setenta, el movimiento sigue evolucionando, y su desarrollo no puede ser claramente previsto. Lo que es evidente es que las jóvenes generaciones feministas se distancian del énfasis en la auto-conciencia y separatismo -dos aspectos importantes del movimiento en los años setenta-, dando más importancia a las metas sociales y a los problemas como la violencia contra las mujeres o la migración de las mujeres en Italia.

Estos avances ayudan a situar el pasado en perspectiva histórica, pero al mismo tiempo hacen más evidente la necesidad de una historia neo-feminista en Italia. Una de sus peculiaridades, cuando se compara con el movimiento feminista en los Estados Unidos, es su estrategia de creación de instituciones independientes en lugar de actuar dentro de las ya existentes, tales como las universidades. En parte, se persigue esta estrategia debido a la naturaleza patriarcal y la rigidez de las instituciones italianas, que administran centros de poder más pequeños que aquellas instituciones comparables con las de un país como los Estados Unidos. Además, esta situación es producto del ambiente cultural de los movimientos sociales de Italia, que deben ajustarse a tradiciones integralistas, como católicos y comunistas, y llegar a un acuerdo con la débil tradición democrática en la esfera pública. Debido a que la historia italiana se inclina hacia el extremismo y a la tendencia a crear organizaciones alternativas, asociaciones populares -en contraste con la inactividad del Estado-, posee una rica tradición de la que las asociaciones feministas han sido parte desde los inicios del siglo (aunque, ciertamente, con menos impacto que su contraparte anglo-americana).

Hasta hace poco, sin embargo, el neo-feminismo italiano no le ha dado a su historia suficiente atención. En el libro Diferencia Sexual (Milán Colectivo Librería de las Mujeres, 1990), por ejemplo, nos encontramos, en lugar de una reconstrucción minuciosa y precisa de la historia del movimiento, con sólo la "genealogía" de un grupo. De esta manera, el libro oculta la experiencia mucho más rica del movimiento. En la ausencia de una historia más completa y, especialmente una nacida de la apreciación de la variedad de experiencias de las mujeres, se pierde la propia pluralidad y diversidad que han caracterizado al movimiento italiano, lo que podría ser contado entre sus puntos fuertes, y que podría atraer el interés de las mujeres en otros países.

 

En busca de la memoria entre lo oral y lo escrito

¿Se puede hablar de una "memoria feminista"? se preguntan Laurence Klejman y Florencia Rochefort (1985) en el curso de sus reflexiones sobre la memoria de las mujeres. Las dos autoras esbozan un cuadro de la historia del feminismo dominada por el caos y la discontinuidad, alternando momentos de intensa actividad con el silencio y el olvido. "La amnesia es inherente al feminismo... reivindicando que nace cada vez, que renace, el feminismo parece no tener memoria de las luchas pasadas”. En el mejor de los casos, tiene una memoria episódica, subordinada a la acción e incapaz de sobrevivir a las efímeras organizaciones del movimiento. En ausencia de una estrategia para recordar, Klejman y Rochefort afirman: la negación continua de su historia conduce al feminismo a su propia fragilidad.

Creo que este análisis toma dos aspectos del movimiento feminista: su ansiedad para innovar y su necesidad de re-fundarse, las cuales tienden a separar al movimiento del pasado dado que rechazan antecedentes de cualquier tipo. Se ha convertido en crucial oponerse a esta tendencia espontánea hacia la amnesia, sobre todo en el movimiento italiano, y construir una memoria y una historia que permita el auto-reconocimiento del trabajo de las feministas de los años setenta y transmita la tradición del activismo a las generaciones más jóvenes de mujeres. La urgencia en el caso italiano parece estar justificada por dos cuestiones: la relativa escasez de investigación sobre la historia de feminismo en ese país, en contraste con la riqueza de la historia del feminismo; y el débil impacto de la historiografía, en contraste con la filosofía y el psicoanálisis, en los debates políticos de las mujeres en Italia.

Nuestro proyecto inicia la documentación de al menos una parte de la historia del movimiento, el de una única región en Italia. Nuestro trabajo es preliminar en dos sentidos. En primer lugar, mediante la inclusión de un fuerte componente documental, hemos preparado conscientemente nuestros materiales para usos que irán mucho más allá de nuestra interpretación actual. Parte de mi objetivo, de hecho, es señalar las posibles direcciones para la investigación futura. En segundo lugar, este trabajo histórico es preliminar a un renacimiento del debate político con el objeto de evaluar el estado actual del movimiento feminista en Italia y reunir la herencia de al menos 20 años de su historia reciente.

Esta historia contiene demasiadas omisiones y mistificaciones perpetuadas dentro y fuera del movimiento. Para contrarrestar estos problemas, no podemos confiar ni en una memoria espontánea, ni en una simple polémica desatada por la malinterpretación del pasado feminista. En su lugar, hemos elegido un método de compromiso crítico que incorpora el continuo trabajo filológico en las disciplinas socio-históricas, la intención del cual es tanto política como cultural y científica (una combinación que desafía muchos de los paradigmas de estas disciplinas y jerarquías).

Dentro de las dificultades en este enfoque de la historia del feminismo, están los problemas del uso de los instrumentos de investigación, derivados de la existente práctica científica. Este problema va al corazón de esa memoria -memoria particularmente oral y autobiográfica- que hemos elegido como foco de la investigación. ¿Cómo elegimos para solicitar y recolectar "datos" de la memoria colectiva? La crítica feminista a menudo se ha centrado en esta cuestión. Ann Oakley (1981) ha hablado del "paradigma masculino de la entrevista", atacando sus principales presuposiciones: el mecanismo que implica la reducción del entrevistado a la pasividad, una especialidad que protege al entrevistador de la participación, y a la relación jerárquica entre los dos. Celia Kitzinger (1987) critica la entrevista "vampirística” dirigida sobre un modelo de violencia sexual: "tomar, golpear y correr." Ella propone en su lugar un modelo de reciprocidad, intercambio y mutuo placer.

La gran cantidad de investigaciones por mujeres y sobre mujeres que emplean la historia oral (Passerini, 1991) nos permite mover libremente sobre este terreno. Por esto, el grupo de Emilia-Romagna desarrolló un protocolo de entrevista -un esquema para la grabación de recuerdos- que ha sido indispensable para la coordinación de nuestras investigaciones de grupo. Este protocolo es entendido como un nuevo tipo de herramienta metodológica. El protocolo nunca se ha presentado como tal en el curso de una entrevista, y a veces se ha utilizado sólo en parte. Debe ser visto como un medio, no un fin (en contraste con la concepción usual de la entrevista como método de recaudación de datos), como una ayuda memoria y no como un sustituto. El protocolo está destinado a ser utilizado como una baraja de cartas que cualquier entrevistador puede jugar a su gusto y mezclar de acuerdo a su relación con el entrevistado. Los dos sujetos podrían jugar un juego diferente cada vez.

La única regla del juego planteada desde el principio es la aceptación de la propia historia de cada entrevistada como mujer y de la historia del movimiento feminista como el eje de conversación. La primera de las tres partes del protocolo da una posición dominante al encuentro con el feminismo, el cual se maneja como un "presente" a la luz del cual tanto el pasado como el futuro son definidos. Para acentuar esta jerarquía de temas relevantes, se optó por una perspectiva que dio prioridad a la noción de "fases del feminismo" más que a la cuestión de "antecedentes", lo que podría haber producido un proceso de entrevista demasiado dirigida. La idea era alentar un discurso que se movería ida y vuelta entre la memoria de los más intensos períodos feministas y la de los períodos antes y después de éste, evitando cualquier aislamiento del primero respecto al resto. Este movimiento, hacia atrás y hacia delante, presupone una tensión psicológica entre el pasado y el presente. En consecuencia, durante la entrevista el continuo cambio del sentido de los términos, como pasado y presente, requiere una intensa colaboración entre las dos mujeres que participan y con frecuencia les ha llevado a comparar sus registros biográficos.

En las entrevistas se prestó especial atención al lenguaje en sí mismo, más precisamente, al vínculo que se desarrolla en la relación entre el entrevistador y el entrevistado. A menudo, el lenguaje produce una complicidad tácita, basada en la afinidad de la edad o de la experiencia, que introduce una identidad ilusoria o implícita de la expresión lingüística. En esos casos se hizo un pedido, siempre que fuera posible, para aclarar significados a través de ejemplos, anécdotas y explicaciones. La estructura flexible de la entrevista fue basada en la convicción de que cada historia de vida es una obra creativa producida a partir del encuentro de dos personas (en nuestro caso, dos mujeres) que entienden (por lo menos potencialmente) tanto la importancia y el valor de una relación entre dos subjetividades femeninas, como la problemática e innovadora naturaleza de la relación. El criterio rector fue que las participantes estarían abiertas una con la otra y, por lo tanto, abiertas a los aspectos imprevisibles y no sistemáticos de la entrevista.

Los resultados de un caso a otro han sido variados y de variable valor. Todos los investigadores han estado activos en el movimiento feminista, aunque en diferentes fases, y en distintas áreas geográficas. Sin embargo, para todos nosotros, escuchar las experiencias de los demás nos llevó a revisar el curso de nuestras propias historias y notar similitudes y diferencias, mirarnos en el espejo y reflexionar. Hacer la historia del feminismo en este sentido, implica un doble movimiento de auto-reflexión, individual y colectivo. Esto también multiplica las colectividades, confrontando tipos de grupos y formas de comunicarse socialmente que son muy diferentes. En general nuestras entrevistas fueron mucho más individualizadas que otros proyectos similares, por ejemplo, aquellas realizadas por el Centre Lyonnais d'Etudes Feministes (1984) sobre la historia del movimiento feminista en Lyon de 1968 a 1980. En nuestro caso, se hizo hincapié en la singularidad de las transformaciones de la vida y las experiencias existenciales, incluyendo sus aspectos políticos.

Dado que nuestro trabajo involucró el relato de historias de vida de algunos miembros del grupo de investigación, generó interés y plenitud, al mismo tiempo que produjo momentos de conflicto. Uno de los riesgos de la investigación cualitativa es que se convierte muy atractiva para los sujetos involucrados, y no hay recetas para contener su impacto. Después de esta experiencia, encuentro las observaciones de María Mies (1983) en lo que ella llama "identificación parcial con los objetos de investigación" muy pertinentes. "Parcial" indica la necesidad del investigador a oscilar entre compromiso y distanciamiento en un proceso que Mies llama "Concientización", un "método de formulación de problemas" que se deriva de Paulo Freire. Por concientización, Freire entiende "aprender a percibir contradicciones sociales, políticas y económicas y actuar contra los elementos opresivos de la realidad". Las conclusiones de Mies, aunque se refieren a una realidad muy diferente a la de nosotros, son significativas para nuestra experiencia:

Para las mujeres a quienes concierne, la documentación sistematizada de sus historias de vida tiene el efecto de que su propia biografía subjetiva asume un carácter objetivo. Se convierte en algo que pueden mirar desde una cierta distancia. Ellas no son más prisioneras de sus propios sufrimientos y errores del pasado y del presente, pero pueden, si quieren, extraer lecciones de su propia historia pasada para el futuro (Mies, 1983).

Esto es importante porque el objetivo final, según Mies, es "integrar dicha documentación en la estrategia total del movimiento": "sólo cuando las mujeres puedan utilizar su propia historia -documentada, analizada, comprendida y publicada- como arma en la lucha por ellas mismas, y para todas las mujeres, se convertirán en sujetos de su propia historia".

Una de nuestras contribuciones a las disciplinas socio-históricas será la comprensión de cómo en las entrevistas funciona la confrontación de identidades y cómo construir la investigación científica que está abierta al análisis de sentimientos y emociones. Cuánto del pasado emocional, individual y colectivo de los investigadores se muestra en nuestros primeros resultados no lo sabemos y todavía no hemos intentado determinar el grado. Algunos indicios serán suficientes para un conocimiento metodológico inicial, sin duda esencial para cualquier investigación cualitativa, en particular donde lo cualitativo, lo subjetivo, y lo femenino están involucrados (Epstein Jayaratne, 1983).

El conjunto de estas memorias incluyó momentos de crisis y sufrimiento, y no sólo por parte de los investigadores. Las mujeres a las que solicitamos entrevistas encontraron a menudo difícil aceptar nuestra invitación. Además, nos encontramos con una cantidad considerable de dudas acerca de la cuestión de si el entrevistado debería usar su nombre real o un seudónimo. Para otras mujeres, la solicitud de testimonio fue recibido casi con alivio, como un tácito, pero perceptible, "al fin"; las transcripciones fueron revisadas y estudiadas con cuidado, como si se abriera un proceso de reflexión más profunda sobre la historia de las entrevistadas. Estas diferentes reacciones confirman cuántas de las vicisitudes del feminismo de los años setenta todavía están sin resolver, y en qué estado de desarrollo están, no sólo en el sentido documentado por muchos recuerdos de amistades y hábitos que datan de esos años, sino en el sentido subyacente de lo mucho que nos queda por entender y recuperar de ese período.

Más allá de las más de 30 memorias orales recogidas de esta manera, gracias a las relaciones duales, otra serie de recuerdos fue grabada empleando un procedimiento diferente. Se trata de unas 20 entrevistas colectivas llevadas a cabo, en gran medida, para reunir información destinada a la reconstrucción de las historias y trayectorias de los distintos grupos. Esta indagación, posiblemente más cercana a los modelos antropológicos y micro-sociológicos (pero con un enfoque retrospectivo) que a la vía de la historia oral, no produjo textos transcriptos debido a lo evidente de los problemas que involucra. Sin embargo, estos documentos orales colectivos constituyen una parte importante del archivo.

La investigación de la memoria oral fue combinada con un enorme esfuerzo para recopilar documentos escritos. En parte, el primer esfuerzo contribuyó con el segundo, y el archivo que ha resultado de ello lleva su huella. El escaneo de los expedientes, que enumeran los donantes del material recolectado (publicaciones periódicas y otros documentos), nos permitió ver una combinación interesante de pequeños archivos privados en uno más grande. Un posible proyecto de investigación sería ir a través de estos materiales para reconstruir una imagen de la conexión entre lo que las mujeres estaban leyendo y los eventos en los cuales ellas estaban involucradas. Un ejemplo sencillo, se podría ir a través de textos como Donne è bello, Sottosopra, Basta tacere, La coscienza di sfruttata, Noi e il nostro corpo, de principios de los setenta, y también examinar las obras de Simone de Beauvoir, Shulamith Firestone, Juliet Mitchell, y los escritores en Rivolta Femminile, Effe, y Differenze. Entonces, se podría construir una bibliografía de los primeros años del feminismo italiano y estudiar sus conexiones con las actividades del movimiento.

Como siempre (pero tal vez más acentuado aquí), los archivos orales y escritos revelan confusión, contradicciones y algunas variaciones en la temporalidad. Uno debe trabajar para discernir las conexiones entre lo oral y lo escrito y proponer interpretaciones conectadas. La naturaleza extraordinariamente oral del movimiento feminista debe ser enfatizada: las prácticas de evocar palabras, de dar vuelco al valor tradicional de las charlas, confidencias, confesiones y al chisme, de retomar, cambiar, refutar, y poner en un nuevo contexto el lenguaje previo de las mujeres; la creación de nuevas formas de expresión; la gran importancia de los gestos corporales, señales de emoción, expresiones faciales. Sólo con dificultad pueden escribirse documentos que restauren todas estas cosas ("los documentos hablaban otro lenguaje", no muestran rastros de “haber costado tanta pasión", dice Giuliana Pincelli en una entrevista). Por ejemplo, cuando me encontré con un documento en el archivo, un folleto del 8 de marzo de 1973, del cual había oído en un informe autobiográfico de una mujer, me pareció particularmente opaco. Entonces, Tina Magnano me transmitió la sensación de que el lema impreso "las mimosas ya no son suficientes", la evocaba a ella y al movimiento feminista bolognese. Para mí, el documento parecía frío, crudo, y atado a insinuaciones de "victimización" (Por ejemplo, "las mujeres nunca tienen un día de descanso, ni los domingos, ni los días de fiesta"). Donatella Penzo (1978-79) enfatizó correctamente que éste fue el primer folleto del primer grupo feminista en Bologna (2). Pero saber eso no era suficiente. Se requiere la memoria de una mujer en particular para evocar la importancia del folleto.

Las dos memorias, oral y escrita, juntas iluminan los acontecimientos, aunque son difíciles de entretejer. A veces, paradójicamente, es en el terreno de lo oral que las autobiografías orales muestran algunas lagunas. Por ejemplo, los entrevistados casi nunca recuerdan muestras de las consignas. Sin embargo, tres carpetas llenas de manuscritos recopilados mantienen una lista sugerente de consignas desde las cuales se pueden estudiar los ecos y las influencias de los escritos, los movimientos , y formas culturales antecedentes:

MUERTE AL INVIERNO

LA LLUVIA HA ACABADO

ESTAMOS TOMANDO DE VUELTA NUESTRAS VIDAS

CASA ESCUELA FABRICA VECINDARIO

BASTA DE ROLES NOSOTRAS ESTAMOS ENTERAS

NUESTROS CUERPOS NOS PERTENECEN

VENGAN MUJERES, LUCHEMOS JUNTAS

NO MÁS MAMÁ ESPOSA E HIJA

LA FELICIDAD NO ES UNA UTOPÍA

MUJER GRITA: YO SOY MÍA

MUJER QUE NACE SE CONVIERTE EN FEMINISTA

LA VIDA, EL AMOR, LA ALEGRÍA SE INVENTAN

 

(Morte all'inverno

la pioggia è finita

Casa scuola fabbrica quartiere

basta coi ruoli noi siamo intere

II nostro corpo ci appartiene

venite donne lottiamo insieme

Non più mamma moglie e figlia

la felicità non è un'utopia

donna gridalo: io sono mia

Donne si nasce femministe si diventa

la vita l'amore la gioia si inventa)

 

Desde una perspectiva histórica, es relevante que estas consignas fueran reinventadas por las mujeres e insertadas en contextos radicalmente nuevos, con significados cambiados y hasta a veces opuestos.

Quizás el ejemplo más conmovedor de la polaridad complementaria entre lo oral y lo escrito se da mediante la comparación de la publicación Equilibrismi, mimeografiado en 1981 por un grupo de seis mujeres, y las historias de vida que cada una de ellas narran seis o siete años después. Equilibrismi fue el producto de las experiencias de las mujeres en el intento de hacerse visibles para ellas y para otros. Propone imágenes de cada una de las seis a través de fotografías, documentos, poemas. De este modo, inesperadamente, me encontré en el archivo con imágenes de las mujeres cuyo testimonio autobiográfico había leído y oído. De una mujer había un certificado de nacimiento auténtico -símbolo de renacimiento-. Ella incluyó una página de su primer diario, fechado en 1957, en el que registró su primera, aunque todavía silenciada, expresión de rebelión: "yo soy una chica mala, poseída por el diablo". Otra mujer confesó desconcierto cuando se enfrentó con el proyecto Equilibrismi ("no tengo ni una biografía ni una foto"). Sólo la versión oral restablece por completo el contexto de dureza, auto-desprecio cuasi-literario, y la supuesta conflictividad entre las mujeres.

La comparación entre lo oral y lo escrito une, con la emoción de un encuentro inesperado, las mismas personalidades vistas desde diferentes momentos y de diferentes ángulos. El propósito de ellas y nuestro es el mismo. Equilibrismi nació con el "deseo de dejar huellas" a partir de la necesidad de reconstruir la propia historia a través de los ojos de los demás, para dar entidad a la experiencia de los diarios que se mantuvieron individualmente durante años, y luego en común, y nuevamente en la alternancia entre lo individual y lo colectivo. Los temas son un poco más anticuados: críticas a la retórica del amor maternal, de la ilusión del amor romántico, de la tradicional concepción de la belleza, y críticas de un concurso de belleza en el que una mujer había ganado un premio, pero el cual más tarde ella criticó con dureza .

Unos pocos documentos reflejan directamente el espíritu del movimiento e incluso su carácter oral. Entre otros, hay un manuscrito (3) que contiene notas y un informe acerca de una discusión entre mujeres (de las cuales diez de ellas eran miembros del Collettivo Femminista Modenese) sobre el tema de la maternidad. Es un típico encuentro de la época, en el cual se combinan elementos de auto-conciencia con consideraciones de carácter político más general. Las referencias a su propia experiencia surgen y atestiguan, con una cierta insistencia, un aspecto de los años setenta -la negación visual del embarazo, un terror cercano de los aspectos físicos de la maternidad-. El diálogo contiene también una alusión a la edición de febrero 1975 de Sottosopra que es presumiblemente el de "La sexualidad, la procreación, la maternidad, el aborto". Este documento, que ilumina algunos de los testimonios de las mujeres de Módena, es elocuente por sí mismo. La mayoría de casos, sin embargo, requieren una conciliación entre lo oral y los archivos escritos.

 

Continuidad e invención

La misma actitud que hace que sea problemático afirmar la continua existencia de una memoria feminista colectiva es la base para una compleja relación con el pasado, que es evidente para algunas mujeres. Creo, sin embargo, que esta complejidad parte de la particular naturaleza del movimiento en su origen en los años setenta, y sólo secundariamente en los conflictos específicos individuales. Propongo un itinerario de investigación a través de la memoria individual, buscando en primer lugar continuidades pero mostrando, al mismo tiempo, la riqueza que deviene de examinar puntos de partida individuales.

Algunas mujeres, en verdad, aludieron a la continuidad con la política y los movimientos sociales anteriores. Al igual que con los testimonios recogidos para otros estudios, las discusiones entre los adolescentes en la organización Católica "Jóvenes Estudiantes" fueron recordadas como "una especie de auto-conciencia " en el que se introdujeron "a través de la libre comunicación respecto a los problemas familiares, a relaciones con padres y hermanos y ese tipo cosas" (entrevista Anna Quarantino). En efecto, es posible plantear la hipótesis de un antecedente de conciencia feminista en las experiencias de la juventud católica organizada, similar al movimiento de los estudiantes en sus expresiones políticas y compromiso social. Por lo que sabemos hasta ahora, los dos pasajes al feminismo pueden ser análogos, y no hay que excluir la idea de que una mayor investigación podría mostrar una relación más directa.

La relación entre el movimiento feminista y el movimiento estudiantil es un problema histórico. Una serie de biografías muestran esta conexión e incluyen un momento de "identificación" alrededor del ‘68, incluso por mujeres que no eran estudiantes (entrevista con Angela). La clase era a menudo la base de esta identificación. "Cuando fui a la universidad vi por mí misma que éramos pobres, incluso en cuanto a la ropa. Por lo tanto, yo estaba definitivamente para el movimiento estudiantil" (entrevista con Margherita). Era natural la revuelta contra la desigualdad entre el pensamiento del movimiento político, y el propio, algo que no había ocurrido en las previas organizaciones juveniles del partido. Por ejemplo, A.V. habla de sentirse "extraño" en el rumbo de pertenencia a la FGCI (la rama juvenil del Partido Comunista), "como si estuviera en una tierra foránea".

En algunas de las historias de vida 1968 es visto como el principio de una década de progreso, una especie de preludio a la experiencia personal de la participación política:

Creo que las actividades de las mujeres en el movimiento nos dieron seguridad... seguridad para mí en la forma de ser, de vestirme, de moverme, de actuar. Yo creo que, en lo personal, fue más determinante que el ‘68, pero, sin embargo, similar al ’68. Yo vi esto (al feminismo) como un proceso que fue consumado en el ‘68, uno que comenzó en el ‘68 y luego terminó en ‘78-‘79, diez años de agitación (Entrevista con Elena).

‘68, el descubrimiento de la política. Para mí esto fue un gran descubrimiento, aprendizaje, ver las cosas de una manera realmente diferente. Recuerdo esto como uno de los períodos más bellos desde mi perspectiva de desarrollo, fue un período en el cual crecí muchísimo (Entrevista con Alessandra).

Amalia Goffredo resalta en sus memorias la diferencia entre la sectaria “mentalidad de pequeño grupo”, y los momentos de real unión entre los estudiantes y el movimiento feminista. Para ella, el ’68 significó “la imagen de un abanico abierto a infinitas posibilidades… infinita alegría”. En ese año ella sitúa su verdadero nacimiento, “mi día de nacimiento”, desde el que inició un proceso a través del cual encontró una válvula de escape en el movimiento feminista: “el feminismo me dio la posibilidad de expresarme al fin… de expresar las cosas que había estado pensando desde 1967-68”. En su caso, no era un tema de igualdad el que siempre la había incitado a levantarse, sino el anti-autoritarismo. Para otros, como Edgarda Degli Esposti, “el igualitarismo, la no jerarquía, la dignidad de todos”, fueron los ideales que establecieron la importancia del ’68 como un momento de encuentro entre el movimiento estudiantil y el movimiento obrero, movimiento del cual ella tomó parte como una trabajadora fabril. “Lo vi desde las barricadas”, recuerda con entusiasmo. En algunos casos, el ‘68 es considerado como un antecedente del feminismo, no sobre las bases de un reclamo autobiográfico, sino como uno histórico: “tenía esta gran y espontánea necesidad de hablar acerca de mí misma y de mis problemas con otras mujeres, como las estudiantes habían hecho en el ’68, como las trabajadoras habían hecho en los consejos de fábrica- por fuera de la Política con P mayúscula” (Entrevista Tina Magnano).

Estos testimonios evocan un documento particularmente interesante de nuestro archivo que arroja una nueva luz sobre las experiencias precedentes y confirman su importancia- aunque revertida- para el feminismo. Este documento está mimeografiado, unido, cinco páginas desde el Collettivo Femminista di Modena (4), titulado “Feminismo: Una Nueva Forma de Ver la Realidad”. El preámbulo es increíblemente denso:

Hacer nuestra historia, la historia del neo-feminismo, significa comenzar desde las barricadas de Berkeley, de Paris, del Valle Giulia, de Berlin. Es allí que las mujeres se reunieron por primera vez, finalmente saliendo de los guetos de lo privado.
Lejos del hogar, lejos de las madres a quienes nosotras hemos odiado (un odio que proviene de la falta de auto-identificación de lo femenino, de la falta de relación con la madre, de ese “imperfecto” cuerpo del cual estamos desposeídas con el propósito de amar al padre), lejos de los padres a quienes nosotras hemos amado y temido (el cuerpo que da realidad).

El artículo después desarrolla la historia de una joven mujer quien pasó por las barricadas y la universidad tomada (“cosiendo banners”), a través de las discusiones sobre El Capital y la clase obrera, hasta la “autoconciencia” de ella misma y de su propio cuerpo. “Junto con las otras mujeres, comenzó a pensar acerca de la verdadera condición de las mujeres,” con consecuencias políticas y personales para su vida y la de su pareja hombre, quien “continua adulando al trabajador”. Después de un período de confusión, de discutir de nuevo certezas anteriores (incluyendo una re-lectura de Marx) la joven mujer encontró una nueva manera de existir, eso fue un “acto político” dirigido a “la demolición de lo privado, lo cual funcionalmente anuló la amabilidad burguesa”. Después

Esa mujer dejó a su pareja. Su descenso desde las barricadas tuvo consecuencias tanto positivas como negativas. Se volvió hacia ella misma con el propósito de entenderse como sujeto y fue capaz de entender el carácter político de esa acción. También buscó un método de discurso político que no fuera producto de esa separación esquizofrénica entre mente y cuerpo, pensamiento y experiencia, intelecto y acción; también hizo el amor de manera diferente.

Este documento es interesante por el uso de una forma de expresión autobiográfica. Considera la experiencia en el movimiento estudiantil como un antecedente importante, aunque pudo haber sido negativo. Toma al movimiento como un punto de partida (y al mismo tiempo un punto de no retorno) hacia una política diferente. El rechazo del movimiento señaló algunas piedras angulares para una nueva fundación desde la cual reconciliar el nuevo interés entre “mente y cuerpo”, incluyendo- un recurrente tema en las autobiografías- una forma diferente de experimentar la sexualidad. Este documento es más explícito que gran parte de lo que constituye la memoria oral de los entrevistados acerca de la relación del feminismo con los movimientos estudiantiles. Una posible hipótesis es que a mediados de los años setenta una actitud ambigua hacia el movimiento estudiantil (y aún más en contra de sus organizaciones particulares), penetró en aquellos que tuvieron vínculos con el movimiento, llevándolos a cuestionar sus principios.

Hoy en día, la insistencia sobre estos precedentes puede aumentar la preocupación de que esto significa negar la originalidad del movimiento feminista. Tal miedo, para mí, es producto de una idea equivocada del problema, una que reduce el problema a la simple pregunta cronológica y a la aceptación ciega de la vieja máxima histórica: post hoc ergo propter hoc. Debido a este tema, algunas reconstrucciones parciales de la historia del movimiento feminista en Italia (Spagnoletti, 1978; Calabro and Grasso, 1985) estaban preocupadas por encontrar un antecedente nacional en el grupo Demau de Milan que existió desde finales de 1966, y el cual podría ser considerado, más tarde, como parte del movimiento feminista, aunque en aquel momento incluía hombres. Digo “nacional” porque todo el problema, si es planteado en términos cronológicos incluye la imagen internacional y, sobre todo, debe incluir a Estados Unidos donde todas las fechas importantes son anteriores. No hay duda, siguiendo el trabajo de Sara Evans (1979), que los orígenes de una importante parte del movimiento feminista estadounidense, el cual fue efectivamente una separación de algunas mujeres de la Nueva Izquierda, viene de las luchas por los derechos civiles. Este hecho histórico de precedencia no está basado únicamente en fechas, sino en la controvertida apropiación y transformación que llevó adelante el movimiento feminista, de algunos problemas centrales del movimiento por los derechos civiles.

Para Italia seguimos esperando este tipo de investigación histórica que nos permita arrojar luz sobre la importante cuestión de los antecedentes, pero podemos hacer algunas observaciones preliminares. Todas las reconstrucciones existentes –los dos trabajos citados anteriormente junto con el del grupo de Turín (“Bollettino delle donne” 1978-88)- muestran que en varios puntos hubo aportes para el movimiento feminista: primero por mujeres que vinieron del ‘68, y después de 1973, de grupos de la Nueva Izquierda. Además, aún cuando una derivación directa no puede ser reconstruida biográficamente, se pueden hallar temas y lenguajes similares. Esto, me parece, que incluye sobre todo la cuestión de “expresarse” (presa di parola), fuerte evidencia de la relación con el ’68, más que una mera insistencia en el compromiso social. Estas dos conexiones difieren en importancia ya que la segunda (después de 1973) preocupa solo a un segmento del movimiento feminista.

La tesis que brevemente propongo aquí es que el movimiento del ’68 entendido en un sentido estricto, tuvo una gran relevancia para las mujeres, sin importar si lo experimentaron en persona o no. Este movimiento aceleró y expuso contradicciones, al mismo tiempo que anunció la posibilidad para todas de convertirse en sujetos de sus propias palabras y de sus propias vidas, a menudo en un camino contradictorio con sus habituales rutinas. Dependía del movimiento feminista ir más allá de tales inconsistencias para expresarse acerca de lo que fue prometido en el ‘68 en términos de la renovación radical de las relaciones entre lo público y lo privado, entre lo individual y lo colectivo. En consecuencia, el movimiento feminista se convirtió en parte de un proceso histórico de larga duración, en la intersección entre el proceso revolucionario y el pensamiento liberal ilustrado. Emergió con una especificidad histórica distintiva en su manera de pensar y de lograr objetivos políticos. Este fenómeno concierne a más que a los grupos feministas italianos que fueron formados en 1969 y después; nos guía a la necesidad de conocer la “primera ola” del movimiento feminista de los siglos XVIII y XIX, para analizar las transformaciones e innovaciones que ya estaban en el trabajo de estas primeras luchas.

Si estas líneas de investigación fueran continuadas en profundidad, indudablemente tendrán que ocurrir cambios en las técnicas y supuestos historiográficos. No estoy hablando de alteraciones cronológicas, sino de cambios en el cómo entendemos la cronología y la periodización. La historia de las mujeres y del feminismo puede dar vuelco al orden de importancia de los procesos y hechos a través de una “invasión de lo subjetivo” dentro del territorio de lo histórico (Knibiehler 1975). Tal contextualización histórica sugiere que “La historia del feminismo no es exclusiva, abstraída de otros movimientos políticos”, como observó Geneveive Fraisse (1975), al mismo tiempo que indica que el elemento esencial para responder la pregunta “¿cuándo el feminismo comienza y termina?” está en el estudio de las prácticas discursivas. Los criterios para la visibilidad histórica están en la posibilidad de expresarse, bases sobre las cuales el feminismo puede ser evaluado en la historia, sin aislarse de otros fenómenos.

 

Relaciones entre mujeres en la vida cotidiana y a través de generaciones

Si afirmo afinidades e influencias, tanto contradictorias como ambivalentes, entre los movimientos del ’68 y el feminismo, no estoy atribuyendo a otros el rol fundamental que las mujeres jugaron en la inauguración de su propio movimiento. Me gustaría poner el énfasis en las actividades propias de las mujeres, otro aspecto de que son la continuidad con el pasado y con otras mujeres, basadas en las actividades de la vida cotidiana. Las entrevistas son extremadamente ricas, aunque algo enigmáticas en este punto.

Muchas de las mujeres entrevistadas encontraron en sus propios pasados imágenes positivas de mujeres y de las relaciones con ellas. Usualmente ofrecen imágenes deslumbrantes de sus abuelas:

Esta abuela, que viajó alrededor del mundo… fue una de las pocas que usó pantalones en los años 50, era educada, era una mujer fascinante (Entrevista Anna Letizia).

Mi abuela representó al modelo del viejo tipo de matriarcado aristocrático, por lo que tuvo un fuerte sentido del legado maternal, dedicada, el legado de cierto tipo de sociedad anticuada (Entrevista Piera Stefanini).

Mi abuela fue una persona muy querida, muy femenina, quizás porque ella siempre estaba tejiendo calcetines (Entrevista con Margherita).

Yo tuve una abuela a quien amé muchísimo… era la clásica viuda con hijos, que había manejado la familia, y había escondido miembros de la resistencia en su casa. Cuando yo era pequeña me contó acerca de los alemanes y de la Resistencia, de cómo los Partisanos protegieron a su gente, ella era una mensajera. Cuando era pequeña me quedaba mucho con ella porque mi mamá trabajaba (Entrevista con Susanna).

A través de las abuelas un pasado femenino puede ser observado bajo una favorable luz:

Mi abuela era la típica plebeya que tuvo la desgracia de casarse con un pequeño burgués. Pero ella siempre fue positiva, una persona muy vivaz que murió riendo, además era muy hermosa. Ella era de una belleza exagerada, feliz, corpórea. Eran siete hermanas, todas hermosas como mi abuela, todas con ojos azules, estupendas y todos los aldeanos eran sus admiradores (Entrevista Patrizia Pulga).
Mi punto de referencia fue totalmente matriarcal porque la familia de mi mamá estaba compuesta por once hermanas, y – ¿es suficiente para ti? … eran once hermanas y dos hermanos, mis tíos y tías– creo que ese mundo en cierta forma me ha influenciado… si pienso en un clan, pienso en un clan de mujeres, un grupo poderoso, con todas las dinámicas de poder que había entre once mujeres. Esta es, en breve, una pequeña gran toma de conciencia de grupo (Entrevista con Francesca).

La rápida transición al feminismo en las últimas citas (uno quizás lo debería llamar una salida de la prehistoria) puede ser engañosa. Estas mujeres son coherentes en reconocer los antecedentes que las predispusieron, pero también en notar el salto cualitativo que tuvieron que hacer:

Siempre, durante todo el tiempo que puedo recordar, desde que era una pequeña niña, he tenido una gran complicidad con mis amigas mujeres… siempre tuve el mayor nivel de complicidad con otras mujeres. Entonces hubo un momento en el cual esta manera de ser tomó forma. Esto pasó en los comienzos del feminismo… por eso son dos cosas diferentes para mí (Entrevista Patrizia Pulga).

Ella no borra esta diferencia entre “legitimización política” y el estado de “hecho”, aún si uno pudiese comenzar a reconocer los lazos entre los dos. La búsqueda de estas continuidades presenta una dimensión histórica que provee significado para superar lo que ha sido llamado el ahistoricismo del movimiento feminista durante los años setenta.

Estas cosas, sin embargo, no son tan simples. En el medio de estas imágenes del pasado, están las madres. Mas allá de las abuelas, tías, mentoras, monjas, hermanas, primas, y amigas, quienes pueblan el universo femenino desde la infancia hasta la adolescencia, invocando imágenes que inspiran nostalgia, la figura maternal introduce dramas e incertidumbres. Sandra Artoli recuerda una madre que era “muy inteligente, muy enérgica, y muy dura”, al mismo tiempo que “vivaz y depresiva”, con quien ella tuvo “una tremenda y conflictiva relación”. Recuerda haber recibido un mensaje contradictorio de ella: “Lo que sea que hagas, no te cases”. Este recuerdo carga con la imagen de dureza y derrota de su madre (“Yo no apruebo la dureza de mi madre, yo no la apruebo… verás, ella no está bien, ella se siente nada, nadie”). Además, simultáneamente, está la figura de la abuela quien era “siempre muy divertida”. “Hasta la edad de sesenta años ella fue al casino cada sábado por la noche, y los domingos ella iba a Venecia al Casino”.

Otras cargan con el recuerdo de la madre como víctima (P.C.; Alessandra) quien dejó sólo expresiones de enfermedad y lágrimas (Anna Quaratino). Estas madres no inspiraron amor, al menos conscientemente, sino angustia y el deseo de “no ser como ellas”. No es tanto las fortalezas o debilidades de la figura maternal que pesan mucho, sino la contradictoria relación entre madre e hija. Además, cuando la madre podría haberse convertido en un modelo de emancipación, no triunfó porque vivió demasiadas contradicciones:

Mi madre siempre me enviaba mensajes ambiguos, ambivalentes, en el sentido de que ella vivió una experiencia muy tradicional. Ella renunció a su trabajo cuando nosotros nacimos, entonces llevó una existencia muy burguesa… Sin embargo ella recorrió el mundo. Cada tanto ella se iba, pero no con mi padre… Ella era siempre inquieta, y siempre daba estos mensajes de que sí, necesito tener algunos principios, que éstos son los principios que dictan que te casarás, te quedarás con tu marido, tendrás hijos, los educarás, criarás, pero en realidad en su vida estaba constantemente compitiendo por escapar (Entrevista Paola Nava).

Otras figuras femeninas, más distantes, pueden ofrecer modelos de emancipación y afirmación más fácilmente: la famosa periodista, como Camilla Cederna (Elena); la santa, como Gemma Galgani (Alessandra). En ese período histórico, la madre, a la vez muy cercana y muy simbólica, no podía todavía convertirse en una influencia positiva.

La particular situación sociocultural de la década de 1950 y tempranos sesentas (las mujeres entrevistadas con una sola excepción nacieron entre 1938 y 1959) acentuaron la naturaleza contradictoria de la relación madre/hija, entre la identificación y la distancia. Las situaciones individuales articulan, de diferentes maneras, la dificultad de reconocimiento recíproco. Las discontinuidades fueron acentuadas y exacerbadas por el sufrimiento de una o de la otra. En el feminismo se pueden hallar dos vertientes: la primera, la distancia definitiva de la madre, positiva y negativa, olvidando los lazos heredados entre las mujeres auténticas; la segunda, el redescubrimiento empático de la idea maternal, a través de una conciliación interna con la tradición femenina, sea a través de la propia maternidad o gracias a la aceptación de las tradiciones de las mujeres en su vida cotidiana: “una de las cosas que mi madre todavía dice seguido: “que bonito vestido, te queda bien”, o bien “eso no te queda bien”…” (Entrevista Tina Magnano).

Se podría plantear la hipótesis de que hubo una primera fase del feminismo italiano dominado por la negación de la madre, y de muchos aspectos de la maternidad, aunque de una manera contradictoria. Sólo en las posteriores fases, comenzando en la segunda mitad de los setentas, fueron redescubiertas varias formas de la figura maternal. De este modo, otro aspecto de la especificidad histórica del feminismo de Emilia-Romagna comenzó a esclarecerse. En este sentido, valdría la pena examinar de cerca la importancia que le dan las entrevistadas al uso de los estereotipos locales -referente al linaje de fuertes y dominantes mujeres, sobre el modelo de arzdore que típicamente gobernó las casas de los aparceros-. Me parece que sólo recientemente ha sido posible elaborar, de manera beneficiosa para el feminismo, imágenes de este tipo: “nuestras madres, quiero decir algunas madres campesinas de Emilia que fueron ese tipo de fuente sin fondo,… que dieron y dieron sin reprochar” (Entrevista Raffaella Lamberti). Seguramente, estas madres “que hicieron todo” no fueron simples modelos para una feminista: “mi madre ha llevado la clásica vida de una mujer que ha trabajado de manera increíble, que ha producido, y levanta y lava para todos, aunque vivimos en una casa donde mi padre gana mucho” (Entrevista Lamberti). Pero aquí de nuevo, crece la dificultad ideológica. ¿No hay otro tipo más profundo e inexplorado?:

Esta mujer a quien, cuando tenía diecinueve años, consideré el pilar físico de mi ser, se mantuvo distante de mi, por un motivo que creo tuvo que ver con el cuerpo y con mi necesidad de cercanía de la que ella no tenía intención de participar, al menos no conmigo (Entrevista Lamberti).

Aquí tenemos ejemplos de la fractura de nuestra cultura con la madre, que quizás algunas fuerzas al interior del feminismo han comenzado a remendar.

¿Por qué es esto tan importante, en la memoria política, para aceptar alguna continuidad con las auténticas madres y con el pasado no político de las mujeres? La respuesta implica la necesidad de establecer una investigación histórica que no aísle el movimiento político feminista de las vidas de las mujeres no políticas. Sobre este tema, el feminismo de los años setenta acentuó su desviación de las tradiciones no políticas de las mujeres que las precedieron; se distanciaron sin suficiente análisis, creyendo equivocadamente a éstas tradiciones desprovistas de potenciales innovaciones privadas y personales.

En general, uno podría hablar de la actitud ahistórica del movimiento feminista italiano con respecto a sí mismo y a sus antecedentes, a principios de los años setentas. La actitud ahistórica, aún en distintos momentos y diferentes circunstancias, generaba en el movimiento un gran sentido de descubrimiento y de comienzo. Las fases sucesivas que generan novedad y repetición dan particularidad al momento histórico. Quizás necesitamos restar importancia al carácter innovador y fundacional de cada comienzo a fin de no negar cada antecedente, dejar de actuar como si las mujeres hayan sido siempre, y únicamente, oprimidas y excluidas e incapaces de crear su propia cultura o práctica.

Un interesante ejemplo de la actitud ahistórica está basado en el documento del Collettivo Femminista Bolognese de 1973, publicado en Sottosopra, “Experiencias de algunos grupos feministas en Italia/ 1974”. En cierto sentido típico de su tiempo, también establece alguna continuidad histórica. De hecho, toma algunas grandes mujeres del pasado y pone en su boca un debate del presente. “Mary (la Virgen= la mujer tradicional)” sustenta posiciones de la “naturaleza”: nada es mejor que tener hijos, y cada sacrificio es saldado por la gratificación que florece de ellos. “Cornelia (madre de Gracchi= la mujer emancipada)” expresa un discurso radical de mejora a través del comunismo, en el centro del “contexto socio-histórico”. “Olympia (de Gouges, una predecesora del feminismo)” es la única que verdaderamente tiene “los ojos abiertos en mundo”; para ella “la única elección de verdad libre es no tener hijos”. Olympia concluye el diálogo con un llamado a hacer política fuera de las casas y pareja: “Sólo tomando conciencia de nuestra condición, a través de la elección autónoma de lucha, las mujeres pueden triunfar en ganar algo de libertad”. El documento entero está marcado por un enfático economicismo sobre el cual los orígenes del grupo (crítica a la nueva izquierda, grupo Potere Operario) pesan mucho; esto también despliega de modo significativo un tipo instrumental y limitado de continuidad que reconoce el pasado de las mujeres, incluyendo las mujeres no feministas.

Tal ahistoricismo no es característico para las feministas de Emilia Romagna. A lo sumo, ellas muestran una gran insistencia sobre los temas relacionados con la economía y con la explotación (sin dudas por la influencia del grupo Padua Lotta femminista/Lucha feminista). Por supuesto, es difícil defender esta afirmación de forma bien fundamentada, debido a la ausencia de una historia nacional con la cual comparar las experiencias de la región. Si, independientemente de cómo, podría argumentarse que de ser una observación válida, implicaría un particular colorido local a la negativa de memoria e historia (tal como se evidencia en el documento citado). El privilegio del contexto “material” y el des-énfasis de la conciencia del sujeto las inclina, de hecho, no hacia un rechazo total de la historicidad sino hacia la elección reduccionista de algunas historias derivadas, incluyendo aquellas provenientes del marxismo y revoluciones anteriores.
Este breve inventario revela que, aunque atenuada, la memoria oral y la documentación muestran una relación de continuidad que, sin embargo, entra en conflicto con varios aspectos del pasado. Hay evidencia de vínculos con previos movimientos feministas y, de forma más amplia, con anteriores movimientos políticos que incluían hombres y mujeres así como conexiones con la cotidianidad de las mujeres mediadas por la ideología y las biografías. Tales continuidades no implican ni subordinación del movimiento feminista a otros ni una falta de innovación o creatividad. Por lo contrario, muestran la creatividad innovadora de las mujeres quienes han transformado sus valores. Es muy significativo, además, que los procesos de renovación fueron desviaciones de las experiencias anteriores. El descontento con la política tradicional masculina comenzó a través de la experimentación con una nueva y amplia participación política (en el movimiento estudiantil), y el levantamiento en contra de la familia fue ayudado por las formas de complicidad de las mujeres que ya existían dentro del linaje femenino.
En conclusión, me gustaría adelantar mi hipótesis acerca de los temas abordados en el presente artículo. Uno puede ver la correspondencia entre (1) la dificultad en elaborar una memoria feminista a nivel histórico, (2) la contradicción en las relaciones con las figuras maternas a nivel psicológico, y (3) la problemática de una praxis que pueda transmitir tradición a nivel político. Definitivamente, no es una cuestión de paralelismo mecánico sino de afinidades entre estos temas. Encuentro una coherencia –una especie de coyuntura que trajo resultados positivos- en el período de emergencia del feminismo en los años setentas entre de estos diferentes campos: la negación de los roles tradicionales y representativos tuvo como objetivo hacer de cada mujer un sujeto en sentido completo. Tina Magnano recuerda su reunión de noviembre de 1971 en Milán con Lea Melandri y dos autores de La coscienza de sfruttata (Abba et al. 1972): “La reunión estuvo bien en términos de método. Tenían un aire de no querer enseñar nada. Decían: ok, si esto te interesa, sigue para adelante”. Otras memorias enfatizan los graves problemas que surgieron de este enfoque laissez-faire a la pregunta de “cómo transmitir la memoria de la experiencia” (Entrevista Piera Stefanini).
A medida que nuevas oleadas de mujeres quisieron unirse y requirieron ser aceptadas como “hijas”, los grupos existentes no quisieron actuar como madres para estas nuevas mujeres, y propusieron que ellas se re-multipliquen en otros grupos… pero frecuentemente se negaron, así que mantuvieron la división entre “el grupo de las viejas y el grupo de las nuevas”.
Hoy en día, siento que podemos hablar de estas cosas porque las feministas de los años ochenta y noventas comenzaron a superar estos problemas. Con el interés de elaborar y transmitir formas de la memoria feminista, las feministas pensaron revisar varios aspectos de la maternidad: real, simbólica, o metafórica, al mismo tiempo que contemporáneas, las feministas están más preocupadas por establecer relaciones entre diferentes generaciones políticas de mujeres. Estos proyectos no han ganado la aprobación universal, todavía están surgiendo y el trabajo que he descrito está situado en este nuevo clima. También es posible que hoy en día las continuidades con el pasado no sean una amenaza como parecieron ser cuando la nueva propuesta de identidad femenina era todavía desbalanceada en la dirección de resistencia y negación del pasado. Algunos objetivos originales del feminismo ya han sido logrados; podemos afirmarnos desde la historia para continuar el proceso de reivindicación de la memoria.
 
Notas
(1)   Este artículo es parte de un ensayo escrito en 1989 y originalmente publicado en un libro producido por el Centro de Documentación de las Mujeres (Centro di Documentazione delle Donne) en Bologna, Il movimiento delle donne en Emilia-Romagna: Alcune vicende tra storia e memoria (1970-1980). El libro fue basado en el proyecto de investigación, financiado por la Administración Regional de Emilia-Romagna, que involucraba a seis mujeres como investigadoras y entrevistadoras de 1985-88. Una revisión del ensayo original aparece en Passerini (1991).
(2)   CDD, carton 5.
(3)   CDD (Cartone 8), Modena 13/5/1978.
(4)   (N.d., 1974?; Carton 9 II.4, fasc. 3).
 

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** Constanza Verón es profesora de enseñanza Media y Superior en Historia (FFyL/UBA). Es adscripta en la cátedra de Historia de Rusia (FFyL/ UBA). Actualmente se desempeña como docente en escuelas secundarias de la Ciudad de Buenos Aires y en el Bachillerato Popular de Jóvenes y Adultos “Miguelito Pepe”. 

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