Bienvenidos a nuestro portal

Aletheia es una revista electrónica semestral sobre problemáticas de historia y memoria colectiva en torno al pasado reciente argentino y de las sociedades latinoamericanas, en sus aspectos sociales, económicos, políticos y culturales.

Usted está aquí: Inicio Números Número 12 Reseñas Reseña de libro: Recuerdos que mienten un poco. Vida y memoria de la experiencia judía durante la última dictadura militar de Emmanuel Nicolás Kahan (1)
Facebook Seguinos en Twitter Suscripción a todas las noticias
Convocatorias
Convocatoria permanente 
 

Entre nuestros objetivos se destaca el de difundir las producciones académicas sobre historia reciente y memoria, generando un espacio interdisciplinario para el intercambio y profundización de estos saberes específicos. Ver: Normas de Presentación.

 

Contacto: aletheia@fahce.unlp.edu.ar

Institucional

Maestría en Historia y Memoria

Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad Nacional de La Plata

Calle 51 e/ 124 y 125,
Edificio A Of. A207 (1925) Ensenada, Argentina. Tel.: +54-0221-4236671/73 int. 2216

Calle 7 nº 499 (esquina 42) (1900) La Plata, Argentina Tel.: +54-0221-4831737 y 4262901

 

Reseña de libro: Recuerdos que mienten un poco. Vida y memoria de la experiencia judía durante la última dictadura militar de Emmanuel Nicolás Kahan (1)

Aletheia, volumen 6, número 12, abril 2016 ISSN 1853 - 3701

 

Weschler/ Reseña en PDF

 

           Wanda Wechsler *  

Núcleo de Estudios Judíos/IDES/UNAJ

wanwec@yahoo.com.ar / wandaprofesora@gmail.com

 

Wechsler-okLos estudios del pasado reciente en Argentina han crecido en los últimos años, diversificando los desafíos en torno a los temas de investigación. Uno de esos desafíos consiste en profundizar aspectos consagrados, vinculados a los derechos humanos. Es a través de la imbricación de los campos de investigación de la historia reciente y los estudios judíos que se inscribe “Recuerdos que mienten un poco. Vida y memoria de la experiencia judía durante la última dictadura militar”. Emmanuel Kahan se propone dar cuenta a través de un intenso relevamiento documental de aquellos signos de vida “normalizada” en un contexto en el cual, según la bibliografía existente, reinaba el estado de excepción. Mediante el análisis de instituciones, movimientos juveniles sionistas y entidades culturales y deportivas de la comunidad judía, el autor expone una diversidad de actitudes sociales presentes en el último gobierno militar. Este trabajo realiza un aporte a las perspectivas que introducen la “responsabilidad civil” frente a la dictadura militar.      

El libro se encuentra dividido en tres partes, ordenadas cronológicamente desde 1973 hasta el 2007. El acervo documental comprende las entidades locales, mayormente de la ciudad de Buenos Aires y se compone de “fuentes primarias” y “fuentes secundarias”. Construye una narrativa que pone en escena la multiplicidad de voces y tensiones frente a las cuales los actores debieron posicionarse.                                                      

Durante el período 1973-1976, Kahan identifica dos tópicos: la pluralidad de voces del campo “judío” en Argentina y el reconocimiento de la relevancia o hibridación de la “agenda” de discusión tanto “nacional” como “judía”. Explora las tensiones presentes entre los espacios comunitarios y su necesidad de posicionarse frente a los acontecimientos nacionales e internacionales. El capítulo contempla las formas en la que la radicalización política de aquellos años fue recepcionada de forma diferente por los “jóvenes” y por los “viejos” de la “comunidad judía” (2). A través de una extensa y variada cantidad de fuentes, permite reconocer el impacto de lo acontecido en el plano político nacional en el ámbito “comunitario”, sin disminuir la importancia otorgada al devenir de Israel frente a las resoluciones de la ONU y el conflicto de Medio Oriente.

Durante una segunda parte, Kahan desarrolla el período del último golpe militar y la recepción del mismo en los diversos sectores de la “comunidad judía”. La premisa de la “lucha contra la subversión” generó un consenso y aceptación inicial que legitimó a las Fuerzas Armadas. Un segundo aspecto analizado son los sectores juveniles y el discurso contra su “politización”, que llevó a veces su expulsión de las instituciones. Por último el capítulo evidencia el conocimiento sobre la faceta criminal de la dictadura, incluyendo la persecución, el secuestro y el exterminio físico, temas abordados en los medios gráficos de la “comunidad judía”. Este capítulo también muestra la influencia de los sucesos internacionales en los nacionales: miembros de las instituciones equipararon la OLP y Montoneros, para reconocer la legitimidad de la “guerra” que habían desplegado las fuerzas represivas contra las organizaciones “terroristas” en Argentina.    

El tercer capítulo, aborda la recepción y  respuestas producidas por los actores de la “comunidad judía” en torno del antisemitismo en revistas como Milicia, Odal y Cabildo, denunciadas por DAIA. Estas denuncias generaron su clausura y un posterior decreto contra la distribución y venta de literatura nazi, muestra de los estrechos vínculos entre los máximos representantes de DAIA y el gobierno. Contrario a lo sucedido durante el gobierno anterior, cuando no eran recibidas las denuncias, el gobierno militar ofrecía soluciones a las demandas de la “comunidad”. Estas y otras denuncias de la DAIA contra el antisemitismo, permiten reconocer éste no estaba asociado tan claramente a la detención-desaparición de individuos “judíos” o aludían a éstas tanto como a la circulación de publicaciones antisemitas. La DAIA posicionó al antisemitismo público como una continuación de las prácticas de grupos de derecha nacionalistas y antisemitas, previas a la dictadura. Se encuentra ausente la dimensión pública del antisemitismo por parte del régimen dictatorial, probablemente motivado por la preocupación de los funcionarios militares referida al efecto de la denuncia internacional del régimen por su carácter “antijudío”. En el orden clandestino, el antisemitismo registró un tipo distinto de consideración dado que los pronunciamientos públicos fueron tardíos, aun teniendo conocimiento temprano de las prácticas represivas. Incluso, las autoridades de las entidades centrales rechazaban acusaciones sobre el carácter antisemita del régimen.                    

El capítulo cuatro,  indaga sobre las dimensiones de “normalidad” y “florecimiento” presente en la vida pública de las instituciones judías en dictadura, reflejado a través de la multiplicidad de actos públicos, elecciones, debates políticos y surgimiento de agrupaciones. La juventud obtuvo un lugar central en este “florecimiento” a través de ciertos espacios, como la revista de la SHA, Plural. Estos se abrían en la “comunidad judía” para dar “refugio” a los jóvenes frente a un ámbito externo presentado como “peligroso”, lo que muestra las grietas existentes frente al impacto de la censura cultural de la dictadura. Lo mismo se observa en el desarrollo del “II Coloquio sobre Pluralismo Cultural” realizado en el Centro Cultural General San Martín, lo que exhibe además que las actividades de la “comunidad” se desplegaron en “ámbitos oficiales”. Estas actividades convocaron a un nutrido público y reconocidas personalidades, siendo la mayoría de ellas realizadas en horarios nocturnos, lo que tensiona la existencia del estado de sitio. El margen de las prácticas de ámbitos “comunitarios” matiza las narrativas tendientes a caracterizar a la política dictatorial como persecutoria de la “vida judía”. De hecho, los espacios comunitarios permitieron la participación de personalidades “no-judías”, presentándose como ámbitos de contención, más “seguros” que otros. Si bien la cultura se desarrolló y “floreció”, la “comunidad” sufrió los efectos del programa económico de Martínez de Hoz, reflejado en los conflictos del ámbito educativo y del Hospital Israelita.                                                            

Para finalizar la segunda parte, se hace referencia al período de agotamiento y descomposición del régimen, reflejado al interior de la “comunidad judía” como el inicio de una serie de disputas y reposicionamiento sobre su accionar durante el régimen. Si bien publicaciones como Tiempo, Mundo Israelita y Nueva Presencia demandaron la “normalización” institucional y “apertura” política, otras manifestaciones como las de la DAIA evitaron pronunciarse sobre esto. En este período, la liberación y testimonio de Jacobo Timerman centralizó el debate en el carácter “antisemita” de la dictadura y la calificación de “colaboracionistas” sobre la dirigencia de la “comunidad judía”. La guerra de Malvinas produjo una pausa frente a ese conflicto, emprendimiento militar que fue reconocido como legítimo por los actores de “comunidad” no sin señalamientos como los de Nueva Presencia y Tiempo. El fin de la guerra provocó un discurso que tendió a reclamar la necesidad de un “retorno” a la democracia. Se comenzó entonces a nombrar al régimen de manera diferente: del “Proceso de reorganización Nacional” a una dictadura militar,  prédica que posicionó a estos actores junto con las organizaciones defensoras de los derechos humanos. El surgimiento del Movimiento Judío por los Derechos Humanos en 1983 generó desafíos entre la dirigencia de las entidades “centrales”.               

La última parte del libro desarrolla la memoria de la experiencia judía en la última dictadura militar desde 1984 hasta 2007. Se abordan tres tópicos: la actitud de los organismos centrales frente a las políticas represivas, el “trato especial” que tuvieron los “detenidos-desaparecidos de origen judío” y la posibilidad de colaborar y/o producir políticas reparadoras para los “afectados”. Desde la DAIA, la elaboración del primer informe -en paralelo al “Nunca más”- argumentó que la represión no fue una política antisemita oficial ya que la dinámica de la vida comunitaria “judía” no fue alterada. Esto generó conflictos con familiares de víctimas y organizaciones de derechos humanos, que además criticaron la falta de una condena explícita a la dictadura militar. Durante los años noventa, otras narrativas reelaboraron los sentidos acerca de lo ocurrido con los judíos. Los informes del CO.SO.FAM, el CES-DAIA (quince años después del primero) y la Comisión Interministerial Israelí se centralizaron en la represión ilegal y su salvajismo, comparándola al exterminio nazi. Estos informes reprodujeron la perspectiva utilizada en el Informe CONADEP: los detenidos-desaparecidos judíos dejaron de ser “combatientes” o militantes políticos para ser “víctimas especiales”. Esto generó, según Kahan, el reconocimiento de un nuevo consenso sobre los “detenidos-desaparecidos judíos”.         

Un último capítulo analiza la publicación Nueva Presencia, desde sus orígenes en 1977 hasta 1983. El autor establece algunas de las características, cambios y continuidades de la línea editorial. En debate con otras lecturas sobre Nueva Presencia, Kahan construye una nueva cronología del mismo, dividida en tres períodos: el fundacional con un foco en lo internacional, el de apertura dedicado al tratamiento de aspectos de “política y economía en Argentina” y el de la agenda de los derechos humanos. Esto sugiere matizar algunas perspectivas planteadas sobre el semanario. La publicación y Schiller, su fundador, han sido considerados como resistentes a la dictadura, lugar que puede otorgarse según el autor recién entre 1981 y 1983, cuando Nueva Presencia hizo suya la demanda de los defensores de los derechos humanos.   

Para finalizar el libro, Kahan recupera por un lado las tensiones presentes del pasado reciente en la sociedad civil, preguntándose “¿es que acaso se puede ser adherente, indeciso, rival  combatiente del régimen al mismo tiempo?” Los diversos grados de aceptación que consiguió el régimen no sólo fueron entre actores de la “comunidad”, sino que se extendieron a amplios sectores de la sociedad civil. Registrar eso favorece la suspensión de los sentidos construidos en torno a la tranquilizadora inocencia de algunos, la decidida colaboración de otros y la enfervorizada resistencia del resto. Por otro lado, tensiona la representación del “judío” como una víctima particular, no porque no hayan sido víctimas, sino porque no fueron las únicas. El autor se permite relativizar el concepto de “víctimas especiales”, devolviéndole a los actores su experiencia y trayectoria militante. Así, pone en suspenso una noción generalizada de “sobre-representación” de las víctimas “judías” entre los detenidos-desaparecidos que se cristalizó en ciertos informes. ¿Por qué debería sorprendernos la categoría de “florecimiento de la vida comunitaria” –o de “normalidad”- del funcionamiento de la vida institucional judía durante el contexto dictatorial? Quizás ese “florecer” en dictadura permite comprender por qué la dirigencia no denunció la desaparición de individuos de origen judío. Para finalizar el trabajo, este texto histórico propone “suspende el juicio”, ya que a fin de cuentas la investigación no posee efectos punitivos.                           

El libro presenta un ejemplo para pensar la tarea del historiador. A través de un minucioso trabajo de fuentes, análisis y claridad narrativa, presenta elementos novedosos para mirar el pasado reciente. Centrándose en la experiencia de la “comunidad judía” como ventana para observar a la sociedad, el trabajo tensiona aspectos aún poco trabajados. Entre ellos, la sociedad civil, la vida institucional, los dirigentes comunitarios y la prensa. Los problemas abordados estimulan la investigación sobre el pasado reciente a través del sustento empírico. El mismo le permitió al autor remover estructuras consagradas, evitar las generalizaciones y las simplificaciones. En conclusión, Recuerdos que mienten un poco es un trabajo que nos invita a poner en suspenso memorias consagradas sobre el pasado reciente, generando un aporte central para seguir profundizando la reflexión sobre ese campo.

 

Notas:

(1) Emmanuel Kahan, Recuerdos que mienten un poco. Vida y memoria de la experiencia judía durante la última dictadura militar, Prometeo, Ciudad de Buenos Aires, 2014, 327 páginas.

(2) El autor elige entrecomillar comunidad judía tomándola como una categoría nativa, siguiendo a Marcelo Dimenstein. Esto permite reconocer la heterogeneidad de los “judíos”, asumiendo a la vez que conforman una comunidad.

 

 

* Wanda Wechsler es profesora de enseñanza media y superior en Historia (FFyL/UBA). Forma parte del Núcleo de Estudios Judíos del IDES, es docente en la Universidad Nacional Arturo Jauretche y maestranda en la Universidad de San Andrés. 

Acciones de Documento