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Aletheia es una revista electrónica semestral sobre problemáticas de historia y memoria colectiva en torno al pasado reciente argentino y de las sociedades latinoamericanas, en sus aspectos sociales, económicos, políticos y culturales.

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Reseña de libro: “16 de junio de 1955, bombardeos y masacre: imágenes, memorias, silencios” de Juan Besse y María Graciela Rodriguez (comp.) (1)

Aletheia, volumen 8, número 15, octubre 2017 ISSN 1853-3701

 

Illanes/ Reseñas en PDF

 

Marina Illanes*

FaHCE – UNLP

2017, La Plata

mari_illanes@hotmail.com

 

IllanesEl libro de Juan Besse y María Graciela Rodríguez nos presenta una mirada novedosa sobre el bombardeo a la Plaza de Mayo. El hecho fue prácticamente silenciado por los medios de comunicación, la historiografía y los distintos gobiernos que se sucedieron, hasta la década del 2000, particularmente a partir del 2005. Desde allí, encontramos varias investigaciones periodísticas sobre el tema, como los libros de Daniel Cichero (2) y de Gonzalo Chaves (3), así como el primer informe estatal, realizado por la Secretaría de Derechos Humanos, y múltiples trabajos que volvieron a poner los nombres y las cifras tapadas por años de impunidad. Así mismo, Juan Besse junto con Alejandro Kawabata, realizaron en 2007 una compilación de artículos sobre el año 1955 (4).

16 de junio de 1955, bombardeos y masacre: imágenes, memorias, silencios, nos permite dar un salto a la pregunta sobre qué pasó, para intentar indagar por qué una de las peores masacres perpetradas en la Argentina permaneció 50 años en el olvido. Este libro, realizado desde distintas disciplinas, nos permite echar luz sobre los distintos actores sociales que tienen un lugar privilegiado en la construcción de la memoria: la prensa, el Estado, la sociedad civil, los partidos políticos, la academia, el arte. Se propone revisar el tratamiento que recibió a lo largo de las décadas este “hecho atascado”. Cada capítulo aborda el bombardeo desde su postura, y nos presenta las herramientas analíticas que utilizarán para sus estudios. Aunque puedan parecer desconectados, los artículos van completando un rompecabezas, un vacío sobre qué sucedió en estos 62 años de memorias y olvidos.

El primer capítulo, escrito por Matías Izaguirre y Mauro Vázquez, da una interesante perspectiva desde el análisis del uso de las fotografías en los diarios, durante los primeros días después del bombardeo. Realizan un exhaustivo relevamiento de los periódicos de la época, especialmente de Clarín y La Nación. Los autores plantean que la génesis del olvido que silenció la masacre, puede encontrarse en ese relato visual, y el uso (o el retaceo) de ciertas imágenes. Los diarios de la época, privilegiaron las imágenes de las bombas inactivas, de las personas (que se acercaban a ayudar o miembros del gobierno) o de edificios destrozados. No hay, salvo escasas excepciones, fotografías de los muertos. Esto responde a un relato en el cual se trata de imponer una imagen de vuelta a la normalidad: “Se intenta por todos los medios posibles mostrar a la ciudadanía que el gobierno, pese a todo, tiene la situación bajo control y que aún cuenta con la fortaleza y los reflejos necesarios para buscar justicia y llevar tranquilidad a la población. Esa línea la comparte prácticamente todos los diarios relevados, sean oficialistas u opositores” (2016: 23). Tanto el gobierno, como los diarios de intereses totalmente opuestos, llevan adelante este relato aunque por motivos distintos. Diarios como La Nación, buscaban aplacar las posibles represalias de los peronistas hacia los golpistas o sus cómplices. En su narración, las bombas habían caído a la Plaza de Mayo, desdibujando la culpabilidad de los perpetradores de la masacre. Sin embargo, el gobierno también estaba interesado en que primara la versión de retorno a la tranquilidad, reforzada con imágenes donde se mostraba al Estado reparando los daños que había sufrido la ciudad. Estos lineamientos de los primeros días, diluyeron las imágenes de los muertos, junto con sus nombres y sus rostros. El particular entramado de imágenes que reconstruyen los autores, permite desentrañar los “silencios e (in) visibilizaciones posteriores” (49).

El segundo apartado, realizado por Nicolás Gandini y Nadia Koziner, reafirma la política comunicacional del gobierno peronista, descrita en el segmento anterior, que impidió la difusión de los materiales audiovisuales del bombardeo. El secretario de Prensa y Difusión del gobierno peronista, Raúl Apold, sólo permitió al noticiero cinematográfico Sucesos Argentinos la publicación de destrozos de edificios públicos y calles, excluyendo los cadáveres y cuerpos mutilados. No se clarifican las razones de este ocultamiento, especialmente a la luz de la política comunicacional actual. Hoy, cualquier fuerza política jamás perdería la oportunidad de victimizarse a través de la difusión de las imágenes de un ataque sangriento. El capítulo repasa la trayectoria de los 30 minutos (1000 metros de grabación en 35 mm) de material crudo sobre los bombardeos de la plaza de mayo, a lo largo de las décadas: las décadas de ocultamiento (salvo por algunos documentales) y la difusión de las mismas a partir del año 2005, cuando se cumplen 50 años de los bombardeos.

¿Qué sucede con el bombardeo en la historiografía argentina? Juan Besse analiza algunas narraciones historiográficas, en formato de divulgación, de los historiadores José Luis Romero (quién ocupo el cargo de rector de la UBA durante la autodenominada “revolución libertadora”) y Tulio Halperin Donghi. Ambos autores equiparan la matanza de civiles en el bombardeo de la Marina con la quema de las iglesias el 16 de junio, al punto de omitir el dato de que existieron víctimas del bombardeo (309 según las cifras oficiales, mientras que los daños de la quema de iglesias fueron exclusivamente patrimoniales). A su vez estos reconocidos historiadores presentan formas distintas de narrar ambos hechos: al referirse al bombardeo se utiliza una voz distante, con pretensión objetiva, sin adjetivos; mientras que cuando describen la quema de las iglesias utilizan un tono trágico.

El cuarto artículo del libro, realizado por Mariano Balandrón y Lucrecia Gringauz, aborda la manera en que la prensa gráfica contribuyó a la construcción social de la memoria de este acontecimiento, a través de las efemérides o recordatorios que se publicaron en los aniversarios del bombardeo. Realizan un análisis de la prensa, sin dejar de lado el posicionamiento político de los diarios estudiados, determinado por el contexto histórico. Lo que predominará durante los 50 años que siguieron a la matanza, será el silencio. El artículo estudia los diarios Clarín, La Nación y Página/12 durante las décadas de 1980, 1990 y 2000.

 

La presunción principal de los autores será que, en ciertos momentos, se dará una “coyuntura de activación de la memoria” (concepto desarrollado por Elizabeth Jelin)(5), que facilitará la emergencia de discursos acerca del bombardeo. Estos relatos permitirán nombrar a las víctimas y encuadrar el bombardeo como la piedra fundamental de la violencia política que predominó en la historia argentina. 50 años después de la masacre, en 2005, se produjo un quiebre respecto del modo en que las efemérides del bombardeo serían abordadas. Los discursos sobre la masacre salieron a la luz. No se trató sólo de que fuera un aniversario “redondo” (ya había habido otros). Para los autores, fue la política gubernamental (Kirchner pidiendo perdón en nombre del Estado a los familiares de las víctimas del bombardeo, la primer investigación oficial que determina el número de víctimas y los nombres de los victimarios, entre otras cosas) la que facilitó este quiebre. A su vez, aunque no era una idea nueva aquella que conectaba a las víctimas del bombardeo y las de la última dictadura cívico-militar, fue la primera vez que este reconocimiento se realizó de manera institucional. También la coyuntura política permitió nuevas investigaciones de los sucesos de 1955. Allí se enmarcan varios escritos como los libros de Cháves y Cichero.

En una línea similar, encontramos el artículo de Fernando Bulggiani, que se ocupa de describir las políticas de la memoria sobre el 16 de junio de 1955: las restituciones materiales y simbólicas a las víctimas y sus familiares. Estas políticas también emergerán a partir de la apertura que se da en el 50° aniversario. Consistieron en reparaciones económicas, creación de unidades especiales de investigación, pedido público de perdón y realización de producciones comunicacionales.

Las producciones comunicacionales (artísticas, multimediáticas, performáticas) surgidas en los últimos años, son analizadas por María Graciela Rodríguez y Cecilia Vázquez. Analizan un importante corpus de creaciones, en su mayoría relacionadas con lo estatal, que acompañan y cimentan los cambios realizados por el Estado en cuanto a la interpretación del bombardeo, sacándolo del silencio al que había sido condenado durante medio siglo.

La conceptualización de los bombardeos a la Plaza de Mayo, es decir, cómo nombrar lo sucedido, es tratado en el último capítulo del libro. Mariana Álvarez Broz y Sebastián Settani, analizan distintas nociones que permiten caracterizar lo sucedido: “violencia política”, “genocidio”, “terrorismo de Estado”, “masacre”. Ningún concepto describe exactamente el bombardeo, y a la vez, presenta características de todos los términos analizados. No arriban a una respuesta definitiva (lo cual lo hace más enriquecedor). Propone entender los “vasos comunicantes” que existen entre estas categorías de análisis, y buscar nuevas herramientas para describir las características particulares de este suceso.

No es lo mismo escribir sobre el bombardeo en el 2004, cuando todavía era un hecho difuso y confundido con los golpes de Estado y los numerosos conflictos entre militares; que hacerlo desde el hoy. En la actualidad encontramos numerosas publicaciones, documentales, referencias al suceso en los medios de comunicación. Sin embargo, los compiladores no pierden de vista que en la actualidad, se convive con vientos negacionistas (incluso por parte de sectores del gobierno). En este contexto, este tipo de producciones se muestra perentorio.

 

Notas:

(1) BESSE, Juan y RODRÍGUEZ, María Graciela (comps.). 2016. 16 de junio de 1955, bombardeos y masacre: imágenes, memorias, silencios. Buenos Aires: Biblos.

(2) CHAVES, Gonzalo. 2005. La Masacre de Plaza de Mayo. La Plata: De la campana.

(3) CICHERO, Daniel. 2005. Bombas sobre Buenos Aires. Buenos Aires: Vergara.

(4) BESSE, Juan y KAWABATA, Alejandro (comps.). 2007. Grafías del ’55: otros repartos entre recuerdo y olvido. Remedios de Escalada: Ediciones de la UNLa, Universidad de Lanús.

(5) JELIN, Elizabeth. 2002. Los trabajos de la memoria. Madrid: Siglo XXI.

 

*Marina Illanes es profesora en Historia, graduada en la FaHCE- UNLP. Integra actualmente el Proyecto de Investigación “La Represión en Berisso y Ensenada, 1973-1983. Una aproximación a escala local a partir del análisis de archivos oficiales, testimonios judiciales e historia oral” (UNLP) y el Proyecto de Extensión “Memoria y Ciudadanía”.

 

 

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