Bienvenidos a nuestro portal

Aletheia es una revista electrónica semestral sobre problemáticas de historia y memoria colectiva en torno al pasado reciente argentino y de las sociedades latinoamericanas, en sus aspectos sociales, económicos, políticos y culturales.

Usted está aquí: Inicio Números Numero 4 artículos Memorias e identidades al interior del grupo de familiares afectados por la última dictadura militar argentina. El caso de hijos de detenidos-desaparecidos en Santa Fe
Facebook Seguinos en Twitter Suscripción a todas las noticias
Convocatorias
Convocatoria permanente 
 

Entre nuestros objetivos se destaca el de difundir las producciones académicas sobre historia reciente y memoria, generando un espacio interdisciplinario para el intercambio y profundización de estos saberes específicos. Ver: Normas de Presentación.

 

Contacto: aletheia@fahce.unlp.edu.ar

Institucional

Maestría en Historia y Memoria

Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad Nacional de La Plata

Calle 51 e/ 124 y 125,
Edificio A Of. A207 (1925) Ensenada, Argentina. Tel.: +54-0221-4236671/73 int. 2216

Calle 7 nº 499 (esquina 42) (1900) La Plata, Argentina Tel.: +54-0221-4831737 y 4262901

 

Memorias e identidades al interior del grupo de familiares afectados por la última dictadura militar argentina. El caso de hijos de detenidos-desaparecidos en Santa Fe

Aletheia, volumen 2, número 4, julio 2012. ISSN 1853-3701

Artículo/Raina en PDF

Andrea Raina*

CONICET/MHyM,UNLP

2012

 Santa Fe, Argentina.

andrearaina@hotmail.com

 

Resumen:

En este artículo se indaga sobre las configuraciones identitarias de hijos de detenidos-desaparecidos de la ciudad de Santa Fe, a partir de las experiencias y memorias de una muestra de cinco casos. Se propone abordar una interrelación entre memoria e identidad a partir de una experiencia límite que conjuga espacios diferenciados -privados y públicos-, y conformaciones de actores distintas -individuales y colectivas-.

Palabras claves:

Identidades- experiencia límite- memoria- espacio público- H.I.J.O.S

 

 

En referencia a la última dictadura militar Argentina hemos oído hablar y leído acerca de lugares de memorias, escenarios, conmemoraciones, boom de la memoria, disputas de memoria, etc. Todas estas referencias -que ya son parte de un sentido común construido en los últimos años en la Argentina- son conocidas y se instalan en el lenguaje cotidiano por encontrarse en el espacio público

Este espacio público se encuentra configurado tanto por los sectores sociales que participan activamente de marchas, actos o conmemoraciones como por los medios de comunicación que transmiten sus propias representaciones sobre lo sucedido. Memoria y derechos humanos se conjugan, en la actualidad, como dos tópicos interrelacionados y evidentes de las agendas políticas y de las ciencias sociales (1).

El análisis que se propone en este artículo constituye un recorte y reflexión sobre un trabajo más amplio -tesina de Licenciatura de Historia de quien suscribe - sobre la temática (2). En esa investigación se analizaron las diferencias identitarias al interior del grupo de familiares afectados respecto a su integración activa al movimiento de derechos humanos.

En este estudio, se indaga sobre una muestra de cinco casos de hijos de detenidos-desaparecidos de la ciudad de Santa Fe, y el eje se centra en las configuraciones identitarias a partir de las experiencias y de las memorias construidas tanto en el espacio público como en los privados. Se parte de la premisa de que la experiencia límite de la represión resulta fundante para el desarrollo de procesos subjetivos de interacción generacional en los cuales se construye una identidad en función del vínculo con el desaparecido o asesinado: en este caso la configuración de hijo de. Respecto de los espacios de construcción y representación de las memorias, se plantean preguntas acerca de cuáles son los “escenarios de memoria” en el caso de aquellos que no han integrado el actor colectivo que los nuclea (H.I.J.O.S); y cómo se interrelaciona la memoria con estas construcciones identitarias en espacios diferenciados –públicos o privados- y bajo conformaciones distintas -individuales o colectivas-.

Dentro del universo de familiares afectados, se han entrevistado a cinco casos de los cuales: dos son hijos de los dos padres desaparecidos; dos son hermanos, hijos de padre asesinado y madre exiliada (en rigor, devuelta a su país natal); y uno es hijo de padre desaparecido. A su vez, del total sólo uno de ellos militó alguna vez en la agrupación H.I.J.O.S; dos tuvieron algún acercamiento que luego se tradujo en apoyar, desde sus actividades artísticas, diversos actos; y los dos restantes nunca se acercaron al organismo.

Para analizar los testimonios de los casos presentados, se debe aclarar en primer lugar el concepto de experiencia límite o situación extrema, trabajado por Michael Pollak: “Una situación extrema provoca inéditas acciones ante lo imprevisible, situaciones para las cuales no hemos sido preparados, socializados, iniciados. Quebrando el orden naturalizado del mundo habitual, los individuos deben adaptarse a un contexto nuevo y redefinir su identidad y sus relaciones con los otros individuos y grupos” (Pollak, 2006:11). En este sentido se debe tener en cuenta que los testimonios provenientes de experiencias límites surgen a partir de dos condiciones de posibilidad básicas. Por un lado, una relación con un  otro que, a través del diálogo, contribuya a construir una narrativa social con sentido. Por otro lado, una relación con el pasado que es simultáneamente de acercamiento y distanciamiento: “regresar a la situación límite pero también regresar de ella. Sin esta segunda posibilidad, que significa salir y tomar distancia, el testimonio se torna imposible” (Jelin, 2004: 5). Este doble vínculo posibilita los testimonios que dan cuenta tanto de las memorias de las experiencias vividas y las memorias heredadas de las experiencias transmitidas; como de los silencios y los olvidos que son parte de este tipo de situaciones.

Esta experiencia límite atravesó la vida de diferentes generaciones de familiares afectados. El corte abrupto que implica el antes  y el después de esa situación no fue experimentado de esa manera para el caso de los hijos de. De los entrevistados sólo dos tienen recuerdos de haber vivido con sus padres momentos previos al secuestro con 5 y 6 años. El resto de los hijos: uno tenía dos años, otro nace unos meses después del secuestro, y el último tenía un año y un mes al momento de la desaparición. Si bien en todos los relatos se encuentran “mezclas” entre lo vivido y lo contado por otros familiares, en los últimos tres casos –por razones biológicas- lo experimentado directamente no es recordado. En todos los casos se hallan experiencias transmitidas por las generaciones antecesoras: tanto desde lo familiar que han construido una determinada memoria, como desde lo social, general, de construcción de una memoria histórica. El antes sólo se evidencia en aquellos que pueden relatar su experiencia previa. De esta manera, las consecuencias de la situación extrema se refleja a lo largo de toda la vida de los hijos.

Sin embargo, la configuración identitaria como hijos de no se produce automáticamente, los sujetos no se conciben a sí mismo de esa manera sólo por atravesar la situación límite. Dicha identidad requiere de un tiempo, de un proceso de concientización de lo que estaba sucediendo, reconociendo la pérdida del familiar –sin renunciar, por esto, a encontrarlo con vida en el caso de los desaparecidos- y reconociéndose a sí mismos ubicados en un nuevo contexto familiar y social.

Una vez que sucede esto, la identidad de hijo de pasa a formar parte de la “retahíla de yoes” del sujeto. Como afirma Pizzorno, el individuo no es un yo unitario con un esquema de preferencias claras y un interés único y específico. Por el contrario, el individuo es una sucesión de “yoes” que se desarrollan simultánea y consecutivamente (Revilla Blanco, 1994: 6). Cuando el sujeto debe tomar una decisión afronta esta realidad como problema, ya que debe dar prioridad a uno de los “yoes” que en ese momento lo constituyen como individuo. La generación de hijos se conformó como hijos de a partir de las experiencias transmitidas. Ya que aún en los casos que se presentan recuerdos sobre lo vivido con los padres, la memoria personal está atravesada de relatos contados posteriormente que se mezclan con las historias vividas. Además todos los entrevistados narraron el momento en que se “les contó la verdad” y aunque, siendo muy chicos –la mayoría entre ocho y diez años- y al no comprender cabalmente lo que sucedía y lo que significaba la historia contada; el comienzo de la concientización de ser hijo de empieza a partir de estas narraciones familiares.

 

¿Qué memorias los atraviesan?

*      Memorias en clave personal.

     En todos los casos, los relatos comienzan con el momento de la detención de los padres, sea ésta una experiencia vivida o transmitida. Si bien hay dos casos que presentan recuerdos propios -Facundo y Alberto- cabe destacar que la re-construcción del acontecimiento en sí no es parte de lo que puedan recordar sino que es producto de una construcción posterior que, entre lo vivido y lo contado, elaboran en un relato decible lo que ocurrió con sus padres.

Alberto afirma: “(…) tengo muchos recuerdos del lugar donde viví, reuniones que se hacían, mi viejo estaba en la cúpula en la parte política de Montoneros, entonces estaba en la mesa directiva, en la organización y yo recuerdo que venían y se juntaban y tenían reuniones… yo estaba a veces viendo, escuchando, por supuesto no sabía y no hablaba ni mucho menos pero son esos recuerdos que a uno le van quedando y que después haciendo memoria con el tiempo y los lograba, incluso después de grande con el tiempo me han salido recuerdos de cosas que no me acordaba que surgen por algún motivo ciertas cosas eh… se aclaran no?”. La mirada retrospectiva sobre lo que vivió se torna un mecanismo fundamental para la construcción de su propia identidad en referencia al padre y en referencia a los interlocutores que lo escuchan. La identidad es siempre y esencialmente una relación de la persona con los otros, con la familia, con los grupos de pertenencia y referencia, con las instituciones, con la sociedad en su conjunto.

Respecto a sus recuerdos, Facundo reflexiona: “(…) habremos estado boyando con mi vieja por ahí en el primer secuestro de mi viejo… que loco los recuerdos que uno tiene, que en general son recuerdos de la infancia, si bien me acuerdo de ver armas… y de todo tipo de cosas… en ese momento no me volví loco… inclusive parecía una aventura, tengo una foto con una escopeta (…)”.

La cuestión de las aventuras y los juegos es rescatada en varias oportunidades por Facundo y Alberto, poniendo especial énfasis en que ellos, en ese contexto, fueron felices con sus padres (3).

El resto de los casos, sólo puede dar cuenta del momento de detención de los padres basándose en un relato estructurado, armado con posterioridad, muchas veces no proveniente de la familia sino de investigaciones propias. El caso de Débora responde a esta cuestión: “Se los llevan en Caseros, provincia de Buenos Aires… Mi tío se escapa… nosotras quedamos con nuestra abuela paterna en ese momento… fue el día del golpe, la madrugada del 25. Ellos eran muy jóvenes, se casaron a los 20… tenían 24 años cuando sucede esto… trabajaban en las ex cajas previsionales, trabajaban en la caja autónoma y mi viejo era delegado de la sección donde él laburaba creemos que por ahí viene… no sabemos, como otros chicos, la participación política que ellos tuvieron (…)”. La referencia en presente (de la primera persona del plural porque se refiere a su hermana y ella) respecto al desconocimiento de la actividad política de los padres, da cuenta de que hubo intento de averiguarlo y hasta ese momento no ha descifrado en qué consistía. Además, de su testimonio en general se puede afirmar que para reconstruir dichas cuestiones no ha tenido ningún apoyo de la familia, por lo que se induce que ha sido una búsqueda propia la de conocer a sus padres.

El testimonio de Juan sí manifiesta una construcción familiar del acontecimiento: “Fue cuando yo tenía dos años, en el ’77 mi hermana de un año y la más chiquita en la panza de mi mamá. Y bueno vivíamos en Rosario y fue en una emboscada en un bar, él se tenía que reunir ¿viste? Y era la época donde más… de las más difíciles… él militaba en Montoneros, trabajaba como carpintero (…)”. El relato induce que la familia ha colaborado en la re-construcción de lo sucedido por la afectividad con la que está contado.

Publio, hermano menor de Alberto, es el único que no podría tener ningún recuerdo de lo sucedido: “Yo a mi viejo no lo conocí… Él muere en el 76 y yo nazco en el 77. Y mi vieja se exilia, así que nazco en Honduras. Yo viajo en el 80, 80 u 82, 80. Así que yo, de vivirlo, no. Mis primeros tres años fueron en Honduras. Me trae mi abuela porque mi vieja no entra al país, me trae mi abuela porque mi hermano se había quedado acá con mi abuelo (…)”. En su testimonio hay repetidas referencias a que su hermano mayor, Alberto, ha vivido con su padre y que él recuerda cosas. Al parecer, Alberto le cuenta muchos recuerdos a Publio ya que es el menor de sus hermanos y no alcanzó a vivenciar nada con su padre. La relación entre los hermanos parece ser muy afín. Publio, por su parte, comparte lecturas de la época con su hermano, que los marcó como hijos de. Esta cuestión también es significativa por las diferentes actitudes tomadas entre los cuatro hermanos. La hermana mayor –que le sigue a Alberto en edad- es la única que ha integrado H.I.J.O.S desde el comienzo participando del campamento fundacional en Córdoba, en el año 1995. Según Alberto y Publio, ella les comentaba lo que hacían, los invitaba. La otra hermana, parece “no querer saber nada” del tema (4). Y en estos cuatro hermanos se evidencian tres ejemplos paradigmáticos de los momentos y/o elecciones que se toman, cuando se atraviesa esta experiencia límite: “querer saber” e investigar, buscar la forma de reconstruir la identidad de sus padres y la suya propia; “no querer saber” y el silencio, el momento en que el trauma obtura la posibilidad de hablar y escuchar; y pasar al plano colectivo, compartir con otros que comprenden lo vivido y transformarlo en acción.

 

*      Memorias contadas.

     El “momento de la verdad”: si antes les habían dicho otra cosa o si llegan a comprender lo que pasaba. Quién les cuenta, cómo y en qué momento:

     En su experiencia Publio sostiene que siempre tuvo la verdad a su disposición y que creció con eso: “A mí siempre me decían todo mis abuelos. Me decían que mi papá estaba muerto y que mi vieja vivía en Honduras, yo le escribía, me mandaba cartas. Siempre me hablaban.” Es interesante tener en cuenta que al trabajar con dos testimonios de la misma familia se puede cotejar una generación marcada por la misma experiencia pero con significados muy distintos para cada uno de los hermanos. Alberto no analiza la situación con sus abuelos de la misma manera que Publio. Al preguntarle si le dijeron lo que había sucedido con el padre, Alberto responde: “(…) voy a vivir con mis abuelos y nunca me dicen nada, hasta que me fui dando cuenta un poco solo, haciendo preguntas… yo creo que no dicen nada por una cuestión… una tía mía fue la que me cuenta un poco todo cómo fue … y ya tenía diez años más o menos… pero no, mis abuelos no fueron los que me dijeron así cómo eran las cosas, qué pasó, por qué estaba con ellos, esa verdad no la tuve hasta tiempo después…”.  De esta manera, la experiencia de Alberto no coincide con la de Publio en cuanto a conocer lo que había sucedido con sus padres. La diferencia de edad entre ellos es considerable (siete años) como para suponer que cuando Publio comienza a tener memoria -en un sentido biológico- , las cosas ya estaban dichas en la familia. Alberto recuerda: Una tía mía es la que me cuenta todo bien y desde ese momento uno se hace nuevas preguntas, nuevos cuestionamientos ya más grande… tal vez un poco por la familia, la parte de la familia que quedó viva, por el dolor que había en ese momento, por la peligrosidad que se vivía y nosotros todavía estábamos inconscientes de eso, eran períodos donde estaba intervenido el teléfono en mi familia siempre, donde hacían llamadas telefónicas, donde cada tanto había un allanamiento y esas cosas mi abuelo nos trataba de mantener al margen siempre (…)”. Así, en este fragmento Alberto reconoce la situación de peligro que se vivía y, de alguna manera, justifica lo no dicho como forma de protección. Más adelante, profundiza esta idea afirmando: “(…) trataron de apartarnos de esa situación, apartarnos para protegernos y para proteger de todo lo que se estaba viviendo (…). Y más allá de eso, ellos como padres se sentían destruidos ¿no? Y pese a no compartir la ideología política de montonero o peronista que al contrario mi abuelo siempre decía que era contrario a Perón, no como anti-peronista, pero sabía que no era un tipo de fiar y siempre le decía que no… (…) pese a todo eso, los ayudó a los hijos en lo que pudo y nunca les dio la espalda, y se jugó la vida muchas veces para sacarlos de alguna situación comprometida, pese a no compartir la ideología se la jugó por los hijos simplemente porque eran hijos (…)”. Esta concepción de su abuelo, pese a los reclamos que pueda tener Alberto, sí coincide con la de Publio quien también explicita su admiración por cómo logró llevar adelante la familia en la situación extrema. Este caso presenta un hiato en lo que se podría considerar como los “ejemplos paradigmáticos” de los abuelos que, o comprendían ideológicamente a sus hijos y los apoyaban, o no lo hacían y no los apoyaban –y esto se traducía en un malestar en la crianza de los nietos- como el caso de Débora. Se observa un caso intermedio en el que no se compartía la militancia política pero se apoyaba incondicionalmente a los hijos. Publio asevera al respecto: “(…) mi abuelo, con una calidez increíble, fue un tipo que se bancó la muerte de cinco hijos y… indudablemente viste la tenía más que clara (…) nosotros éramos 27 primos, y los domingos, todos los domingos en mi casa. Y tuvieron ellos eso del respeto, la memoria, contarnos, cuando éramos chicos en la hamaca, siempre ponernos como ejemplo. Sin negar nada. Y siempre apuntalando, un respeto a los hijos. Sin militar. Mi abuela ni sabía lo que era la política. Mi abuelo sí, estuvo metido, pero nunca llegó a militar como “parte de”. Siempre ellos, mucho en la fe, muy arraigados en la fe, y estuvieron en un montón de cosas viste, fuertes”.

Facundo vive con su madre el momento de enterarse que a su padre lo habían matado –momento en que su madre decide contárselo a través de una carta: “Estábamos en un pueblo de Méjico hermoso, en una casa muy linda…y mi vieja nos lee una carta que, 20 años después mi abuela materna nos cuenta que esa carta la escribe mi vieja como si la hubiese escrito mi abuela o algún compañero… y ahí nos enteramos que lo habían matado a mi viejo… a mi me da un ataque literal de odio, de rabia…eh… primero con mi vieja la agarro le empiezo a pegar, después empiezo a putear a Evita y a Perón… me acuerdo… nosotros escuchamos los discursos de Evita y Perón, ¿viste? Y yo habré hecho alguna relación obvia de datos… y bueno todo esto tenía que ver con eso…”. La única revelación que tuvo un tiempo después fue que la carta la había escrito su madre para poder decirles lo que había pasado. El resto corresponde a su memoria y a una verdad que su madre decide no ocultar. Respecto a la falta de su madre, Facundo afirma: “Yo preguntaba qué pasaba… y bueno lo que a todos…. Me decían están de viaje o algo por el estilo… que se va diluyendo quizás en un propio e íntimo entendimiento… eso es lo bravo de la desaparición…. Con mi viejo por más doloroso y terrible, no tenemos el cuerpo pero tengo amigos, compañeros de papá que vieron el cuerpo… pero con mi vieja no… está abierto y bueno… es así (…) Quien desaparece está muy raro (…)”. Luego de este fragmento, Facundo comienza a contar el momento en que secuestran a su madre pero no hace más referencia a cómo se entera finalmente que ella estaba desaparecida. En la cita dice que las cosas se van “diluyendo en un propio entendimiento” y esto, probablemente, se explique por el hecho de que él recuerda los acontecimientos vividos y con posterioridad los ha repasado y ha comprendido lo que sucedía por lo inevitable que vino después: que su madre no volvía.

En el caso de Débora fue su tío paterno quien les cuenta a ella y a su hermana lo que había sucedido con sus padres: “(…) nosotras como éramos muy chiquitas cuando sucedió esto, y el haber quedado en manos de una generación anterior a la de nuestros viejos, mis abuelas no han sabido salir a responder lo que había pasado entonces nos mentían y nos habían dicho que habían fallecido en un accidente automovilístico… y nosotras éramos chiquitas pero siempre preguntábamos ¿no? Como que nunca nos cerró eso… y esa mentira la estuvieron manteniendo… (…). Hasta que un día el hermano de mi papá, que ya había crecido, mi tío nos agarró a las dos, yo creo que tenía 8 y mi hermana 9 y nos dijo la verdad… porque hasta ese entonces nos habían dicho del accidente pero nosotras todos los días preguntábamos a dónde estaban, a dónde estaban, a dónde estaban… hasta que él ese día nos sentó y nos contó toda la verdad y bueno a partir de ese día no preguntamos más… era como que lo que necesitábamos para creer con mi hermana…”. Este fragmento da cuenta de que para Débora y su hermana, el momento en que les dicen lo que realmente había sucedido con sus padres les marca un antes y un después. A partir de ahí, dice, no preguntarían más y comenzarían a “creer”. Esto último resulta muy significativo ya que comenzando con “la verdad” ellas podrán emprender el proceso identificatorio de sus padres y el suyo propio. Si con la versión anterior –del accidente de tránsito- les quedaba un vacío que no podían comprender, conociendo la verdad les resta por delante un camino a construir para saber quiénes fueron sus padres.

Para Juan también hubo un “momento de verdad”, en el que su madre les dijo a él y sus hermanas que su papá no iba a volver: “Hasta los 8 años nuestro papá se había ido de viaje y algún día volvería… y cuando yo tengo 8 años mamá nos sienta los tres en la mesa… alguien le había dicho que tenía que decírnoslo, y ahí nos dijo a los tres veníamos así en escalón más o menos, 8, 7, 6… a partir de ahí sí nos dijo cuál era la verdad que ya no volvería… nos explicó en términos que podamos entenderlos  nosotros…. Bastante duro… y para ella también tener que decírnoslo (…). Conocer lo que pasó fue a partir de los 8 años, si bien no hay una conciencia así completa de todo… y de a poco conocer (…)”. Juan evidencia las mismas consecuencias que Débora, saber la verdad y comenzar a conocer, reconstruir la historia familiar propia. 

A partir de los relatos de otros, los hijos tienen un punto de partida para comenzar a reconstruir –con más relatos- el vacío que ha quedado en su vida.

 

*      Memorias en el espacio público.

     H.I.J.O.S Regional Santa Fe se inicia en paralelo con las primeras regionales luego de un campamento en Córdoba en el año 1995. En el caso santafesino, las relaciones interpersonales fueron fundamentales desde el comienzo: los militantes se conocían de antes, o habían compartido ámbitos de estudio, o tenían relaciones de parentesco; al momento de reunirse, todos comenzaron a compartir prácticas y actividades grupales, públicas o privadas. En palabras de los propios actores “necesitamos saber la verdad para armar el rompecabezas que nos han dejado, pero no es una necesidad solamente nuestra. Recuperar la memoria es indispensable para toda la sociedad. Es empezar a asumir nuestra propia historia” (5). Se toma como inicio de las actividades públicas de H.I.J.O.S, su “presentación en sociedad” en el mes de marzo del año 1996. Desde el surgimiento de la agrupación en el año 1995 estuvieron trabajando con el tema de conocerse y poder organizarse, definir objetivos para luego presentarse formalmente con un documento, “una bandera”; como expresa una de las entrevistadas perteneciente a la agrupación: (…) durante los primeros años el esfuerzo más importante estuvo puesto en la conformación de la identidad grupal, que para eso usamos todas estas estrategias de reunirnos, de festejar todos los cumpleaños, picnic de esto, jornada de aquello, campamento acá, allá, reuniones en casas, idas a los bares. Fue una de las cuestiones, de las cosas más importantes (…)”.

     H.I.J.O.S Santa Fe carga en sus inicios con dos herencias de las cuales una intentan separarse y la otra les otorga legitimidad dentro del movimiento de derechos humanos. Ambas los ubican en el lugar de definir sus valores y preferencias. La primer herencia tiene que ver con el peso -entendido desde el lugar del dolor y la nostalgia- que implica a cada individuo ser hijo de cualquiera de los cuatro orígenes que los une en tanto familiares afectados directos por la Dictadura. Al respecto una entrevistada afirma: “yo por lo menos pensé mi historia familiar desde otro lugar. Porque era antes el lugar absoluto de la ausencia y del dolor, y a partir de H.I.J.O.S. creo que todos empezamos a pensarlo desde otro punto de vista (…).”

     La otra herencia que reciben se basa en el “relevo generacional” que Madres junto con Familiares le inculcan al nuevo organismo. “Frente al lógico envejecimiento de los militantes de las anteriores organizaciones, H.I.J.O.S apareció como un actor que traía renovación generacional y portaba una cultura juvenil” (Alonso, 2009:155). Los H.I.J.O.S no sólo eran herederos de sus historias individuales como hijos de, también recibían una historia colectiva que los portaba de gran legitimidad entre los organismos que constituían el movimiento, pero que también los “condenaba”, según algunos integrantes, a ser eternamente hijos y herederos.

     De esta manera la aparición pública de H.I.J.O.S en ese primer tiempo, presentó objetivos políticos poco precisos, enfatizando al exterior del grupo la necesidad de memoria y justicia, y construyendo lazos interpersonales de afectividad en su interior. En cuanto a las acciones colectivas que imprimieron un sello imborrable en H.I.J.O.S se debe hacer referencia a los escraches. “Rompimos con la protesta tradicional de la marcha, porque surgió el tema de alternativa artística, de generar que participen grupos de teatro, murgas (…) es una nueva forma de conjugar arte, política y memoria (…) el escrache crea otra idea y otra práctica de justicia (…) la justicia no depende de una institución que la encarne, sino de la acción que la produce (…)” (Colectivo Situaciones, 2002). En el caso de H.I.J.O.S Santa Fe, si bien se compartía la idea de que el escrache era una nueva forma de hacer política, interviniendo de manera diferente en el espacio público bajo el lema de condena moral “si no hay justicia, hay escrache”; diferían con otras regionales sobre el sentido de los mismos. Para la regional Santa Fe, el escrache debía ser un medio y no un fin en sí mismo, como afirma una de las entrevistadas: “no creo que el escrache en sí sea totalizador. Creo que además de eso hace falta la justicia… que en este país lo que falta es la justicia”.  

     Las novedades planteadas por H.I.J.O.S incluyeron aspectos políticos (formas nuevas de acción como los escraches, concepción de la justicia social y legal) y estéticos (exposiciones, los encuentros de arte, ciclos de cine entre otros) tanto en su forma de organización interna como en el proceso de identificación que los condujo a determinadas acciones colectivas.

     En lo que refiere a las identidades que se gestan o transforman a partir del accionar colectivo de H.I.J.O.S se pudieron identificar dos características diferentes. En primer lugar, se debe tener presente la identidad de los miembros del colectivo como hijos de cualquiera de los cuatro orígenes (6). Esta construcción identitaria, si bien parte del ámbito privado e individual de cada hijo –que atravesó la experiencia límite de muerte o desaparición de alguno de sus padres o de ambos-, continúa recreándose y resignificándose en el contexto del colectivo H.I.J.O.S donde pasará a circular constantemente entre lo afectivo y lo político, definiendo a su vez al organismo. En segundo lugar, la definición de H.I.J.O.S en sí se encuentra atravesada por múltiples niveles significantes. Como se afirmó, se define por sus miembros que en su propia búsqueda o re-construcción personal no evaden lo afectivo y lo vuelven característica del organismo.  A su vez al tratarse de un organismo que nació junto con otras regionales y que ha planteado como política trabajar en red, o al menos reunirse periódicamente a evaluar y compartir procesos, circula entre dos espacios: el local y el nacional. Y al incluirse dentro del movimiento de derechos humanos santafesino articulará con éste ejes, discusiones y acciones a llevar a cabo en conjunto. Al encontrarse inmerso en este movimiento, H.I.J.O.S goza de cierta legitimidad al nacer en una época donde los organismos con trayectoria necesitan del relevo generacional.  Para H.I.J.O.S, en el momento que surgen, lo relevante y urgente fue la búsqueda de verdad y justicia tanto a través de las vías legales como a través de acciones de condena social como los escraches.

     De esta manera, quienes no integraron activamente la organización se han conformado en cierta medida como receptores de las representaciones y acciones que los organismos producían. En el trabajo de tesis citado, se ha desarrollado un concepto específico para referirse a estos actores que se encuentran fuera del movimiento social, pero que se implican con sus integrantes por compartir una experiencia común, una misma identidad fundante. Y a la vez pertenecen a ese “medio social” sobre el cual el movimiento impacta, se trata de un sector social implicado.

     Los impactos de H.I.J.O.S sobre el sector social implicado son variables. Facundo y Sebastián son los únicos que han manifestado haber integrado el organismo en algún momento. Facundo en momentos bien tempranos de la agrupación, participando del campamento fundacional; y Sebastián desde el año 2007 en otra etapa de H.I.J.O.S. Ambos manifiestan un impacto de tipo emocional al momento de encontrarse en el organismo. De sus experiencias vividas, ellos rescatan la importancia del factor humano en H.I.J.O.S: de encontrarse con alguien que vivió lo mismo, abrazarse, contenerse. Este impacto emocional, no es vivenciado sino se integra el organismo –aunque sea brevemente-. Por lo tanto desde este punto de vista, se trata de personas que son parte de este sector pero que “fueron impactadas” por el organismo al momento de integrarlo.

Por otra parte si se considera otro tipo de incidencia de H.I.J.O.S, se puede afirmar que en los casos de Juan y Facundo el rechazo a integrarse desde lo político al organismo, los condujo a acercarse desde otra esfera de sus vidas –que en el mismo proceso profundizaron-: la música. Ambos manifestaron incomodidad respecto a la organización política que implicaba H.I.J.O.S, por no sentirse con “vocación” para hacerlo ellos mismos. Sin embargo, el hecho de que ambos acordaron en que era y es necesario que la organización política exista y que es llevada adelante muy bien, les abrió el camino para acercarse “desde otro lugar” más afín a ellos. Se puede pensar esta consecuencia como un impacto relativo del organismo en estos dos casos. En el caso de Alberto se observa una fuerte crítica al organismo al punto de traducirse en una no identificación con otros hijos de. Alberto parece identificarse más con los militantes que sobrevivieron, con quienes le gusta hablar y encontrar respuestas. Se puede pensar entonces, que H.I.J.O.S impactó de forma negativa en Alberto ya que no presentó motivación para la participación en el organismo, porque los veía “actuando con mucho rencor” y no acordaba políticamente. Por su parte Publio, presenta cierta simpatía con “los chicos” ya que, afirma, se conocen todos y son amigos o familiares. A pesar de esta “buena impresión” de H.I.J.O.S, Publio no participó tampoco.

A modo de cierre.

Los cinco casos presentados que no participaron del movimiento, tuvieron algún contacto o punto de acercamiento con H.I.J.O.S. Fueron impactados de alguna manera por el organismo y presentaron sus propias explicaciones por la opción de la no integración. Cuando analicé estas explicaciones observé que se trató de elecciones más o menos conscientes fundadas en miedos, desconocimiento, críticas o rechazo. Estos casos, al pasar al campo de lo decible accediendo a la entrevista, no son representativos de aquellos que –obturados por la situación traumática atravesada- no pudieron actuar de ninguna manera.

Si bien la situación extrema generó una identidad fundante de familiares de en todos los familiares afectados analizados; quienes integraron los organismos de derechos humanos tuvieron la posibilidad de construir una nueva identidad en el proceso de identificación que implicó el movimiento social. Su identidad fundante es puesta en relación con otros, y de esta forma es revisada, modificada o reforzada a partir de nuevas experiencias vividas.

Los casos de hijos de analizados en el trabajo expresaron de diversa manera lo que esta identidad significa para ellos, marcando intersticios tanto entre lo individual y lo colectivo como entre los espacios público y privado. Juan sostiene: “(…) no es cuestión de entrar y salir… se está… no es que entré y salí… no, se está… por ahí políticamente sé que no soy capaz de ir y organizarme, o ver de buscar la manera, habría que ver no se por qué…. Por ahí uno también a su tiempo… la manera de comprometerse es esa, saber que uno está y organizarse de esa manera…”. Para Juan su forma de involucrarse con el espacio colectivo es haciendo saber que pueden contar con él. En esta misma operación está marcando, en su proceso de identificación, la prioridad de ese “yo” como hijo de. Él no se considera “menos hijo” que otros por no integrar activamente el organismo, más bien sostiene que “ser hijo” es una cuestión diferente -de ser o pertenecer- más allá de la participación política en H.I.J.O.S.

Por su parte Facundo reflexiona respecto a quienes continúan integrando el organismo: “(…) creo que los chicos que siguen… deben tener una vocación o algo pero… para mí es como una cara “hijo”… ¿yo voy a tener 80 años y todavía voy a ser hijo? ¡pará un poco!  A mí me pasa eso… otra cosa son las Madres y los mismos que sobrevivieron (…).” De esta manera, Facundo vivencia su identificación como “hijo” como una etapa, no como una identificación permanente. Si bien no desconoce, y se ha mostrado en otros fragmentos, que la experiencia límite lo ha marcado para toda su vida; su “yo” no se constituye tanto como “hijo” sino como un sujeto que aprehende las herencias recibidas -los incentivos de los padres a hacer arte, valores que ha destacado- e intenta desenvolverse construyendo su propia experiencia.

En el caso de Débora se trata de una expresión prácticamente contrapuesta a la de Juan, producto de su propia experiencia en el organismo. Sobre el momento actual Débora afirma: “Yo siempre voy a los escraches y me calzo la remera, porque ya está, una vez que uno estuvo, o sea el enemigo es otro yo por más que me haya ido, soy hija…”. Para Juan no era una cuestión de “entrar y salir” del organismo porque se “está como hijo”; desde la experiencia de Débora -con una militancia muy activa en Buenos Aires- sí es significativo “entrar o salir”. Y si bien, se puede inferir que participando del organismo Débora opta por el “yo” como hija antes que por otros, no deja de identificarse como tal al dejar de participar del espacio colectivo. La referencia a ponerse la remera de H.I.J.O.S en acciones organizadas por el organismo y afirmar inmediatamente que lo hace “porque es hija”, da cuenta de una identificación con el organismo muy fuerte. Considerando el testimonio de Débora en su totalidad, se puede afirmar que su fuerte implicancia como hija comienza a partir de su integración en H.I.J.O.S y en este sentido el organismo ha impactado sustancialmente en su proceso de identificación, privilegiando este “yo” de hija de sobre los otros.

 

Notas

(1) El punto de llegada a esta situación es producto de un proceso de expansión de los derechos humanos a escala global -como eco de los procesos políticos atravesados por distintos países de occidente en las décadas del ’60 y ’70-; y a nivel nacional como consecuencia del valor que adquieren los derechos humanos durante la dictadura militar primero y en transición a la democracia después (al conformarse como su pilar fundamental). Una explicación en mayor profundidad de este proceso excede los límites de este trabajo.

(2) Tesis de Licenciatura: “Identidades en construcción. Impactos de los procesos de movilización en la configuración identitaria de los familiares de detenidos-desaparecidos en Santa Fe, 1981-2003”. Disponible en la Biblioteca centralizada FADU/FHUC de la UNL.

(3) Para ilustrar lo dicho, un fragmento del testimonio de Alberto: “Me acuerdo de las idas en auto. Me acuerdo por ejemplo por decirte, que mi viejo veníamos en el auto y me decía: fijate si ese auto, vamos a jugar un juego me decía, fijate si ese auto nos viene siguiendo. Ese que viene ahí con las luces prendidas rojo, fijate… fijate qué auto nos sigue. Entonces él manejaba y yo veía, y él me preguntaba: ¿sigue? Si ¿sigue? Si. O cosas así ¿entendés? Imaginate para mi era un juego, un juego espectacular”.

(4) “Diferente fue la forma de actuar de cada uno. Mi hermana por ejemplo sí militó en H.I.J.O.S y mi otra hermana no quiso saber nada nunca de nada, ni le importa la historia, nada… es como muy, dejó totalmente al margen eso… y el mas chico Publio, sí le gusta leer, compartimos libros, un montón de información, yo le cuento un montón de cosas (…)”. Testimonio de Alberto Molinas.

(5) H.I.J.O.S, volante por presentación de la película Botín de Guerra, 1999.

(6) Aunque el colectivo se amplió a la integración de militantes que no pertenecieran a los cuatro orígenes que definía H.I.J.O.S, a los efectos de perseguir los objetivos que rigen esta investigación hemos considerado a quienes sí pertenecen a dicha definición de hijos de.

 

 

Bibliografía

Alonso, Luciano El movimiento por los derechos humanos en Santa Fe: sujeto local y cambio social en el contexto del sistema-mundo, Tesis de Maestría en Ciencias Sociales con orientación en Sociología Política, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, presentada en febrero de 2008, defendida en mayo de 2009, mimeo.

Bonaldi, Pablo (2003) Hijos de desaparecidos. Entre la construcción de la política y la construcción de la memoria. Mimeo, informe del Programa de Formación e Investigación sobre Memoria colectiva y represión: perspectivas comparativas sobre el proceso de democratización en el Cono Sur y el Perú. SSRC-Social Science Research Council.

Brienza, Lucía “Construcción de la memoria y transmisión de la historia en los hijos de desaparecidos”, en Revista Psicoanálisis y el hospital, Publicación semestral de practicantes en Instituciones hospitalarias. Número 26, año 13, Noviembre 2004. Psicoanálisis y Política

Colectivo Situaciones Situaciones 5 (+1) (2002) Mesa de Escrache Popular, Buenos Aires, De Mano en Mano.

Calhoun, Craig (1999) “El problema de la identidad en la acción colectiva”, en Javier Auyero comp. Caja de herramientas. El lugar de la cultura en la sociología norteamericana, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmas.

Calle, Ángel (2007) El estudio del impacto de los movimientos sociales. Una perspectiva global, Revista Española de Investigaciones Sociales (Reis), Nº 120. www.reis.cis.es.

Ibarra, Pedro y Tejerina, Benjamin (1998) Los movimientos sociales. Transformaciones políticas y cambio cultural, Madrid, Trotta.

Candau, Joel  (1998) Memoria e Identidad, Buenos Aires, Ediciones del Sol.

Da Silva Catela, Ludmila (2001) No habrá flores en la tumba del pasado. La experiencia de reconstrucción del mundo de los familiares de desaparecidos, La Plata, Al Margen.

Jelin, Elizabeth “Los derechos humanos y la memoria de la violencia política y la represión: la construcción de un campo nuevo en las ciencias sociales”, en Estudios Sociales Nº 27, Santa Fe, Universidad Nacional del Litoral, 2004.

Melucci, Alberto (1994) “Asumir un compromiso: identidad y movilización en los movimientos sociales”, en Zona Abierta Nº 69, Madrid, Pablo Iglesias.

Pizzorno Alessandro, en Revilla Blanco Marisa, “El concepto de movimiento social: acción, identidad y sentido”, en Zona Abierta Nº 69, Madrid, Pablo Iglesias, 1994.

Pollak, Michael (2006) Memoria, olvido, silencio. La producción social de identidades frente a situaciones límite, La Plata, Al Margen.

Todorov, Tzevan (2000) Los abusos de la memoria, Barcelona, Editorial Paidos- Asterisco. Pp.11-59

Fuentes orales:

Entrevistas orales a hijos de detenidos-desaparecidos realizadas durante el año 2009.

 

*Andrea Raina. Licenciada en Historia egresada de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad Nacional del Litoral. Estudiante de la Maestría en Historia y Memoria, cohorte 2011. Becaria de postgrado Tipo I de Conicet para la realización del Doctorado en Historia, UNLP, año 2012. Integrante desde el año 2006 del Proyecto CAI+D “Acción y dispositivos de control social en el escenario santafesino”, de la FHUC, UNL, como auxiliar del área de investigación aplicada.

 

Acciones de Documento