Un pasado para La Plata. Producción editorial y disputa de sentidos sobre la historia de la ciudad en su centenario -1982-
Aletheia, volumen 3, número 5, diciembre 2012. ISSN 1853-3701
Badenes en PDF/Reseñas de tesis
Daniel Badenes*
UNQ/UNLP
Año 2012
La Plata, Buenos Aires. Argentina
Defensa de tesis: febrero de 2012
Directora: Laura Lenci
Maestría de Historia y Memoria, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de La Plata.
Disponible en http://www.unpasadoparalaplata.com.ar/
Un pasado para La Plata propone realizar un análisis crítico de las representaciones sobre la historia de esta ciudad producidas en la coyuntura de su centenario (1982), aportando al conocimiento de las políticas de memoria de los actores cívico-militares que condujeron el Estado en esa época y también de las expresiones de oposición o resistencia.
El foco está puesto en la producción editorial. En fechas próximas al gran aniversario se editaron más de 6000 páginas sobre la historia platense, si contamos sólo un ejemplar por cada uno de los 54 libros, cuadernos o revistas especiales que forman el objeto de estudio de la tesis (1). Son varios millones de páginas si multiplicamos por la tirada de ejemplares de cada edición.
Frecuentemente, los pasados locales han desestimados como objeto de estudio por los historiadores profesionales. Es raro encontrar investigaciones rigurosas sobre la historia de las ciudades. Pareciera tratarse “género menor” que la academia delega en literatos y aficionados. Por ese motivo hemos entendido la idea de producción historiográfica con una amplitud semejante a la que plantea Roberto Pittaluga en su trabajo sobre las narraciones de la militancia setentista en Argentina: “se considera el carácter historiográfico de un texto en tanto remite a una escritura formalmente no ficcional que pretende encontrar, otorgar y/o construir sentido sobre el pasado, suspendiendo las dimensiones epistemológicas inherentes a las formas de realizar dicha práctica […] Así, se contemplan diferentes modos de construcción narrativa incluyendo por igual a aquellas escrituras académicas como a las producidas fuera de ese campo” (Pittaluga, en Franco y Levín, 2007: 125-126). Por otra parte, el interés de la tesis reseñada no está sólo en los textos, sino también en los libros; es decir, en el proceso editorial que convierte la obra “inmaterial” del autor en un objeto en circulación.
Una parte importante de la bibliografía sobre La Plata publicada en el ´82 es encargada y/o financiada por el gobierno, y producida por instituciones que formaron un entramado civil siempre próximo al poder político, incluso con actores individuales en común. Se puede afirmar, en este sentido, que dichos relatos constituyen lo que Ricœur denomina como “una historia `autorizada´, la historia oficial, la historia aprendida y celebrada públicamente” (Ricœur, 2008: 116).
A su vez, sabemos que las interpretaciones del pasado son siempre “objeto de controversias sociales” (Jelin, 2002a: 6). Por eso, desde un principio se presta atención a la existencia de contra-relatos, de producción menos visible y circulación más restringida, como así también de discursos que sin confrontar con la “versión oficial” celebrada públicamente, presentan énfasis específicos y se permiten algunas discrepancias.
La meta de la tesis no es hacer una historia de La Plata, también válida y ciertamente necesaria. Propone, en cambio, una historia de la historia de La Plata: de su escritura, sus usos, reciclajes, invenciones y reinvenciones, vinculados a una búsqueda de legitimidad en la realidad presente.
La expresión uso a la que recurren distintos autores nos resulta sugerente porque implica una agencia activa: “Actores y militantes ´usan´ el pasado, colocando en la esfera pública de debate interpretaciones y sentidos del mismo”, escribe Jelin (2002a: 39). Los usos del pasado, las peleas por la historia -añade Cataruzza- suponen disputas del presente y el futuro en las que intervienen “el Estado, a través de sus funcionarios y sus agencias, los intelectuales, la prensa -desde el boletín barrial hasta los diarios de gran tirada-, los grupos políticos y sociales…” (Cattaruzza, 2007: 16).
Con esa inquietud, además de un análisis endógeno del conjunto de textos que conforman el corpus, la investigación intenta reconstruir las condiciones de elaboración de los principales libros, a partir de entrevistas con autores o colaboradores de las obras en cuestión.
Un pasado para La Plata se propone estudiar esas construcciones sobre el pasado en el caso de La Plata, fundada el 19 de noviembre 1882 para ser capital de la provincia más grande del país, tras la federalización de la ciudad de Buenos Aires a la que se arribó después de cruentos conflictos político-armados. Por sus características físicas ha sido llamada ciudad de las diagonales, ciudad geométrica, ciudad de calles paralelas, ciudad del bosque o ciudad de los tilos, pero también recibió los apotegmas de ciudad de los poetas, ciudad universitaria y capital intelectual, ciudad de la conciliación o ciudad de la unión nacional. La Plata fue, en distintas lecturas, en diferentes escrituras, la Salamanca de Iberoamérica, la Boston o la Filadelfia del continente del Sur, el templo de Minerva, la nueva Tebas, la Oxford o la Atenas argentina; la ciudad perfecta. Y su gestación acelerada produjo las “designaciones de «ciudad nueva», «ciudad flamante», «ciudad sin historia», «sin pátina», «ciudad más joven que sus habitantes», «ciudad que no tuvo infancia»” (Barcia, 1982: 41). Se afirmó y se afirma que La Plata nació de cero, planificada de antemano:
“No hubo en su origen como lo hay en el de casi todas las ciudades del mundo, exigencias militares o necesidades económicas. No fue puesto fronterizo adonde afluyesen las gentes en demanda de protección, ni fue encrucijada comercial. Nació de una vez para siempre, en plena adultez, sin pasado propio. Tuvo pues un destino extraño y en cierto modo inverso al de todas las ciudades; no nació históricamente para alcanzar sólo muy tarde la plenitud de la razón: nació de la razón misma, al margen de la historia” (Las cursivas son mías) (2)
La cita es ilustrativa de uno de los sentidos construidos más fuertes que identifican a la ciudad y atraviesan sus relatos publicados: su condición ex novo (que, en rigor, no la hace única: muchas ciudades occidentales en nuestro continente existieron primero en los papeles).
Sin embargo, no existen las ciudades al margen de la historia: “si no nos precede, nos toca inventarla” (Bernazza, 2004). La tesis indaga entonces esa creación de una historia, esa invención de una tradición que en La Plata parece condensarse en la coyuntura de ciertos aniversarios, y en particular en el centenario. Como asume un urbanista que participó de varias iniciativas editoriales que analizaremos, al prologar la traducción de El cuadrado roto: “el primer centenario de la fundación de La Plata motivó la publicación de diversos trabajos que, como es natural, (respondieron) a diversos propósitos” (Morosi, en Garnier, 1992: 5).
Luego de trazar un panorama de los 54 documentos que conforman el corpus-, el primer capítulo analítico de la tesis se dedica a pensar algunas regularidades de esos textos, cuyos objetivos mixturan la indagación histórica con escrituras celebratorias y testimonios personales. Con sus matices, los relatos publicados sobre la historia de La Plata, tienen rasgos que los colocan en una zona de frontera entre la historia y la memoria. Presentan el registro escrito de un pasado transmitido más que vivido –salvo los textos testimoniales-, pero sus operaciones, su prosa y el motivo mismo de su publicación los alejan del estudio académico y los aproximan a la lógica de la conmemoración.
Coexisten en las publicaciones la pretensión de homenajear a la ciudad centenaria, testimonios nostálgicos de ciertas vivencias personales, discursos conservacionistas sobre el patrimonio y algunas búsquedas de conocimiento en un sentido más académico. Varias mixturan distintos objetivos en textos que tienen una composición fragmentaria y dan cuenta del pasado local con repasos misceláneos de sucesos fundacionales, instituciones destacadas, grandes personalidades y otras “pinceladas” de una ciudad en las que proliferan los nombres propios. Algunos textos nos recuerdan al borgiano Manual de Zoología Fantástica: enumeraciones de personas u organizaciones en torno a algún tema o actividad específica, terminan sufriendo alteraciones, excepciones y desvíos. Todos quieren entrar en la historia de la ciudad.
Esa forma de representación constituye la fase final de una operación histórica peculiar, que comienza con una débil relación con las fuentes en el plano documental y un trabajo limitado en términos de explicación y comprensión de procesos históricos, determinado por el peso dominante que lo celebratorio tiene por sobre lo cognoscitivo.
Se forma así un relato con una entidad singular, afín a lo que Luis González llama historia didáctica, de bronce, reverencial, un género histórico que “pretende dotarnos de un proyecto para toda la vida por medio de un repertorio de exempla distraídos de personajes y hechos hazañosos” (González, 2009: 81-82). En el caso de La Plata, el engrandecimiento de grandes hombres al estilo de Thomas Carlyle, alcanza a la figura de Pedro Benoit, a un panteón de próceres artísticos y científicos de la ciudad universitaria y al fundador Dardo Rocha. En todos los casos, son incluidos y valorados algunos aspectos de cada personalidad y cada trayectoria en detrimento de otros, y esa selección resulta coherente con los sentidos construidos en torno a la ciudad, su razón de ser, su historia política, etcétera.
Esta historia autorizada, transmitida y celebrada públicamente, suele presentar una retórica “nauseabunda”. Afirmarlo así conlleva el riesgo propio de cualquier generalización y sabemos que en el corpus hay matices y casos excepcionales; pero a grandes rasgos hemos encontrado textos con una prosa antigua, pueblerina, que lejos están de evidenciar una ciudad madura en artes en el plano literario. Adrede, la tesis recurre a la transcripción de párrafos enteros que sirven como muestra de esas oraciones largas, con palabras añejas y expresiones sobreadjetivadas. En los textos de origen académico, en tanto, advertimos una redacción más sobria, pero no obstante caracterizada por un tono decimonónico.
El siguiente capítulo refiere a los autores. Cuando indagamos quiénes escriben encontramos la reiteración de ciertos nombres e identidades profesionales propias de una clase media que se arroga el derecho de narrar la ciudad y produce textos auto-celebratorios de su propio sector social. Son los mismos autores los que se declaran unos a otros poetas, sabios y genios de la ciudad, y son las instituciones a las que están afiliados las que premian sus obras. Además, se consideran herederos de una tradición cultural particular, a la que reivindican, pero cuya trascendencia es bastante discutible. En cierto modo, la “cultura platense” que intentan legitimar es un proyecto frustado. Las expresiones literarias parroquiales –y para 1982, anacrónicas- que glorifican la mayoría de los textos analizados no tuvieron mucho más reconocimiento que el de los pares en la escala local, tragedia que se repite como farsa entre los escritores del centenario.
Lo que nos plantea el recorrido del capítulo titulado Ciudad de sabios y poetas es la existencia de un estrato social bien dotado de recursos materiales y simbólicos que se auto-instituye como narrador y protagonista del relato urbano. Los sentidos del pasado que producen sus libros están articulados en torno a sus lugares de pertenencia: la universidad –pública o privada-, las sociedades de escritores, el Jockey Club, las corporaciones profesionales y algunas fundaciones e instituciones filantrópicas donde completan una vida social activa que los confirma como ciudadanos platenses.
Escritos desde ese lugar, estos relatos ubicados en la frontera entre historia y memoria construyen o reproducen sentidos muy fuertes sobre la ciudad, que analizamos de la mitad de la tesis en adelante. La exaltación de una “ciudad perfecta”, que alude a la cuidadosa planificación del trazado del casco urbano céntrico, expresa la reivindicación de un higienismo progresista. Esto se hace, claro, sin tematizar el carácter excluyente y represivo de esa corriente que implicó desde siempre el control de las “presencias no deseadas”.
La valoración de la ciudad en ese aspecto tiene varias consecuencias. Una es habilitar una mirada centrada en lo urbanístico-arquitectónico, que se expresa en un interés por la ciudad física y una valoración de la acción de los profesionales vinculados a su construcción. Este énfasis en el aspecto material de la ciudad, a su vez, da cabida a la prédica patrimonialista que advertimos en algunos textos –cuya definición de qué cosa es considerada como patrimonio y cuál no, depende de una mirada particular sobre la historia-.
Otra consecuencia es cierta pérdida de un sentido de región y del reconocimiento sobre el proyecto original de la nueva capital, que se pensó de cara al río y su mayor inversión inicial fue para desarrollar un gran puerto. Sólo tres publicaciones sostienen un enfoque más regional. En el resto, la mirada centrada en el casco urbano de la ciudad deja afuera a los barrios periféricos y a los partidos autonomizados de Berisso y Ensenada, y facilita la construcción del imaginario más fuerte: el que identifica a La Plata como una ciudad universitaria, capital cultural, sitio privilegiado de las ciencias y las artes.
Esto opera en detrimento de la posibilidad de reconocer otras actividades o actores urbanos, que aparecen sólo en algunos textos y tienden a adquirir el carácter de anécdotas o curiosidades. La significación de la ciudad universitaria aplasta a la producción industrial o frutihortícola, al movimiento obrero de la región e incluso a la función administrativa de la capital provincial. La Plata aparece, sobre todo, como un foco de cultura, y esa definición es la que filtra la atención sobre instituciones y personalidades. Los héroes que hicieron la ciudad son entonces Francisco Moreno y Joaquín González, Alejandro Korn y Almafuerte. Uno de los capítulos de la tesis analiza cómo aquella razón de ser llega a motivar en uno de los autores más significativos de la época una operación de reinvención del sentido del nombre de la ciudad.
Por otra parte, en los escritos de varios autores relevantes del centenario ser reconocen ciertas matrices ideológicas que atraviesan la conmemoración. Aquí, una de las ventajas de haber desarrollado la tesis sobre un corpus de análisis amplio –decisión que, por supuesto, también tiene sus aspectos desfavorables- fue evidenciar cuán reiterativos y coincidentes resultan ciertos discursos que, sin haber sido necesariamente financiados y dirigidos desde el Estado, constituyen la trama de una historia oficial.
Aunque no se puede hablar de un discurso único y homogéneo, hay definiciones y referencias institucionales que se reiteran y adquieren gran relevancia en el “coro” de 1982. En suma, la ciudad cultural no es la capital de cualquier cultura. Ciertos escritos e imágenes preñan al relato de la historia platense con ideas tradicionalistas, católicas y en algunos casos ancladas en una reivindicación de la cultura hispánica. No es tampoco cualquier ciudad universitaria, sino una que entiende el conocimiento como signo de distinción y promueve una institución académica incapaz de convivir y crecer con las expresiones de la ciudad obrera. La capital higiénica e ilustrada que se proclama heredera de la generación del 80 se reserva el derecho de admisión.
En esa clave se entienden los silencios y las ausencias que la tesis advierte en los relatos predominantes. La aristocracia platense, sobre-representada en sus textos, no habla de los desaparecidos que tiene en sus propias filas. Apenas Cien años de vida platense –con sus contradicciones- y No habrá manto de olvido introducen el tema. Sólo el último caracteriza cabalmente al aparato represivo y sus víctimas, obreros y estudiantes. Entre los marginados en los relatos del centenario también están los sectores populares: unas veces ignorados, otras menospreciados o nombrados entre las curiosidades de las crónicas menudas, los trabajadores quedan ensombrecidos por las ideas fuertes de la ciudad perfecta y la capital de cultura.
Finalmente, el propio imaginario de la ciudad ilustrada tiene sus propios ausentes y marginados. Las figuras destacadas son cuidadosamente seleccionadas: una y otra vez, Moreno, González y Korn, Almafuerte, Lynch, López Merino o Speroni. No están contemplados Alvaro Yunque o Rodolfo Walsh en la ciudad de escritores, ni John William Cooke o René Orsi entre los pensadores políticos, ni Javier Villafañe animando la vida teatral. Tampoco aparece el rock, movimiento musical que llevaba algunos años como ámbito privilegiado de sociabilidad de actores juveniles y tenía sus propias expresiones locales –como Virus, que para 1982 ya había presentado su segundo LP-. Y mucho menos prácticas culturales barriales como la construcción y quema de muñecos, tradición que se inició en Ensenada en los ´50 y que fue vedada durante la dictadura. En el plano de la arquitectura –que concita gran interés- hay escasas referencias a la Casa Curutchet, el único proyecto de Le Corbusier construido en América Latina y quizá la obra de arquitectura moderna más importante del país. Y el reconocido cirujano que encargó esta vivienda unifamiliar, edificada durante los años de peronismo, no es mencionado por sus colegas Mainetti o Christmann, que se instituyen como la voz de la profesión médica.
La Plata es, entonces: una capital culta, ilustrada, universitaria; un símbolo de unidad nacional; una ciudad perfecta; una obra de grandes hombres como Rocha y González. Muchas de estas construcciones de sentido vienen de textos previos al centenario, la mayoría elaborados también en torno a conmemoraciones, especialmente el cincuentenario.
Entre los textos de una y otra época hay, no obstante, algunas diferencias. Desarrollarlas en detalle excede a los alcances de esta tesis, pero cabe mencionar algunas. En primer lugar, los autores de la década de 1930 no hablan de la “generación del 80” como tal, sino que circunscriben sus textos laudatorios a figuras individuales –entre ellas, D´Amico está mucho más presente que en los relatos del centenario-. Por otra parte, hay un mayor reconocimiento de que el proyecto de la gran ciudad moderna se pensó de cara el río. Y no encontramos en ellos la insistencia en la conciliación que advertimos en los textos del 82.
En ese sentido, si bien el foco estuvo puesto en la producción editorial, un interrogante que movilizó el planteo inicial de esta tesis apuntaba a las políticas conmemorativas de la dictadura. La tesis adscribe a la búsqueda de construir un enfoque político sobre el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, que agregue a su comprensión algo más que el plan económico que buscó instaurar (Canelo, 2008). Trabajos como el de Philip (2006) echan luz acerca de las transformaciones pretendidas sobre lecturas de la historia, que se observan por ejemplo en las conmemoraciones del día del ejército o en los nuevos usos y sentidos de la figura de San Martín producidos en 1978, el bicentenario de su nacimiento (4). En el marco de aquella mirada más abarcadora advertimos que “en los procesos de construcción de legitimación del poder, la resignificación del pasado constituye un recurso clave dado que los distintos actores políticos materializan, a través de una serie de rituales como los homenajes y las conmemoraciones, la reescritura de la historia en función de las demandas políticas del presente” (Philip, 2006).
Entre las políticas de memoria de la dictadura, una que tuvo una fuerte expresión a nivel local fue la conmemoración del centenario de la Campaña del Desierto (1979). Esta celebración conectó, además, con una serie de homenajes a la llamada “Generación del 80”, la élite que llevó a cabo la Organización Nacional. No por casualidad, el régimen instaurado con el golpe de estado de 1976 fue denominado por sus responsables Proceso de Reorganización Nacional. Como apunta Jelin (2002b: 245), “en el mismo momento de las intervenciones militares, los vencedores interpretan su accionar y el acontecimiento producido en términos de su inserción en un proceso de larga duración, haciendo referencias a los momentos fundacionales de la nación y declarando su papel de continuidad”.
El centenario platense se inscribe en esa zaga pero incorpora, a nuestro entender, dos nuevas inquietudes. Una es la pregunta por las conmemoraciones en una escala local, por la disputa de sentidos en torno a la ciudad, que podría ser observada también en las celebraciones del sesquicentenario de Bahía Blanca (1978), el bicentenario de Carmen de Patagones (1979) o el centenario de Victorica (1982), entre otras.
La segunda, propia de la celebración platense, es el interrogante acerca de la capacidad de convocatoria de la dictadura después de la guerra de Malvinas, es decir, en el período que suele sintetizarse con la idea del “ocaso” o la “descomposición” del régimen. La participación de actores civiles que se observa en la conmemoración del centenario nos llama la atención sobre cómo el gobierno de facto sigue produciendo hegemonía en esa etapa en que la bibliografía dominante sólo ve una retirada veloz. El recorrido realizado por la producción editorial es sólo una aproximación, pero deja algunas pistas acerca de cuáles son los actores de la política a nivel municipal en tiempos de una pretendida clausura de la política: corporaciones profesionales, asociaciones tradicionalistas, colectividades extranjeras, clubes deportivos, sociedades de fomento, universidades o institutos de enseñanza privados y ciertas entidades filantrópicas, forman una trama civil significativa para pensar los espacios de participación y problematizar los procesos de búsqueda de consensos (logrados o no), con sus negociaciones y resistencias.
Muchos de ellos desfilan en noviembre de 1982 y contribuyen a los festejos sin críticas explícitas a la gestión oficial. Más aún: como puede leerse en el artículo de Prado en La Plata, ciudad milago, fue la propia Federación de Instituciones Culturales y Deportivas la que ya en 1977 “sugirió a las autoridades municipales, la conveniencia de designar una Comisión que bajo la dirección del Departamento Ejecutivo y en coordinación con el gobierno de la provincia, fuera recibiendo y planeando sugerencias para la celebración del primer centenario de la ciudad que nació bajo el imperativo histórico de afirmar la concordia entre los argentinos…” (en Lerange, 1982: 31).
La fecha redonda llega, finalmente, en un tiempo de cierta apertura política, en el que se está negociando una salida de la dictadura. Desde principios de 1982 se observaba un “despertar de la sociedad civil”, por ejemplo con la asistencia de 5.000 personas a un acto de la Multipartidaria o con la marcha de la Confederación General del Trabajo del 30 de marzo con la consigna Paz, pan y trabajo (Quiroga, 1994: 391-394). Tras la derrota en la guerra de Malvinas, en tanto, registramos hitos como la Marcha de la Resistencia del 21 de septiembre de 1982 –acompañada por un siluetazo- y gran movilización “por la vida” convocada por los organismos de derechos humanos el mes siguiente. Para entonces se inició un proceso de revelación de la masacre represiva –que por su espectacularización suele ser llamado “show del horror”- a partir del cual ya no se podía esquivar fácilmente en el debate público la referencia al “problema de los desaparecidos”.
En ese contexto se produce el festejo del centenario de La Plata, cuya profusión editorial constituyó el objeto de estudio focalizado en esta tesis. De 54 títulos analizados, sobran los dedos de una mano para identificar a los que aluden a las víctimas del terror estatal. Los restantes, algunos producidos por el gobierno y muchos otros promovidos por organizaciones civiles, reiteran el discurso de “ciudad perfecta”, celebran una “capital de cultura” con figuras del pasado, y exacerban las consignas sobre la unidad y la conciliación nacional.
Sin llegar a ser “discursos de apoyo” en un sentido extremo, los libros del centenario dan cuenta de una producción cultural propia de la dictadura y favorecen un encuadramiento de la memoria que pretende lograr cohesión rechazando cualquier conflicto. Problematizar esas operaciones cobra particular interés al advertir la vigencia de los muchos sentidos plasmados en aquellos textos, favorecida por la escasa investigación posterior y por ciertas continuidades institucionales.
Otra inquietud que deja abierta la tesis, pues, es la necesidad de producir nuevas historias de la ciudad, de asumir el desafío de conocer y comprender a La Plata más allá de sus celebraciones. Desde un principio se plantea que el objetivo no fue hacer una historia de la ciudad, sino una historia de su historia, focalizada en un contexto específico. Pero una vez explorado ese camino –y sobre todo, advertidos los usos del pasado que resuenan desde aquel contexto-, no está mal imaginar otros relatos posibles, donde Walsh, Yunque, Villafañe o Virus sean parte de la capital cultural, donde la fundación pueda ser contada como una historia de montajes, donde emerja una ciudad capaz de hacerse cargo de sus propios silencios. Acaso sea hora, en fin, de asumir que la ciudad universitaria es también la de las bicicletas, que la cuna de los poetas eximios es también la ciudad del rock, que la creación de la generación del 80 fue también ciudad Eva Perón y que, lejos de cualquier conciliación, La Plata fue diezmada por esa represión sobre la que el festejo del centenario pretendió –y no pudo- desplegar un manto de olvido.
NOTAS
(1) Quizá una de las grandes contribuciones de la investigación sea ese obstinado trabajo de archivo, que implicó la exploración de bibliotecas públicas, populares y personales, y muchas visitas a librerías de usados durante cinco años. Eso mismo da al corpus de análisis un carácter singular que condiciona la escritura: es prácticamente imposible que el lector conozca todos los libros citados, incluso que tenga la posibilidad de acceder a ellos, salvo que repita las mismas derivas con idéntica suerte. Escribir sobre “las publicaciones del centenario” no es equivalente a hacerlo sobre la obra de un escritor conocido o cierta colección de una revista. Ante el previsible desconocimiento de buena parte del material empírico y su ausencia en los anaqueles de las bibliotecas, la tesis está plagada de ejemplos que quizás tensionan los límites del derecho de cita y que por otra parte alargan su extensión en páginas.
(2) “Nació con todo”. Artículo publicado por el diario El Día, La Plata, 4 de noviembre de 1982. El texto no cita fuente, pero es casi textual del aporte de Sánchez Reulet al libro que realizó la Municipalidad en homenaje al fundador Dardo Rocha, cuatro décadas antes (Korn, 1939).
(3) Entre los libros publicados en torno al centenario, el único que recupera esa expresión de Martínez Estrada es La Plata. La edad de mi infancia, cuestionando tal analogía por portar “un poco de ese elegante desdén que el porteño –o el provinciano aporteñado en su caso- sintió hacia la ciudad nacida” (Sureda, 1982: 13). En cambio, varios le adjudican al ensayista la expresión ciudad milagro, que tiene una genealogía más compleja.
BIBLIOGRAFÍA CITADA
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Cattaruzza, Alejandro (2007). Los usos del pasado. La historia y la política argentinas en discusión, 1910-1945. Buenos Aires: Sudamericana (Nudos de la historia argentina).
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Familiares de Detenidos Desaparecidos y Presos por Razones Políticas en La Plata (1983). ¡No habrá manto de olvido! La Plata. La Plata: edición de autor.
Franco, Marina y Levín, Florencia (2007). Historia reciente. Perspectivas y desafíos para un campo en construcción. Buenos Aires: Paidós.
Garnier, Alain (1992). El cuadrado roto. Sueños y realidades de La Plata. La Plata: Municipalidad de La Plata y Laboratorio de Investigaciones del Territorio y del Ambiente (LINTA-CIC).
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Jelin, Elizabeth (2002a). Los trabajos de la memoria. Madrid: Siglo XXI.
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Martínez Estrada, Ezequiel (1991). Radiografía de la pampa (Edición crítica coordinada por Leo Pollmann). París: Allca XX.
Philp, Marta (2006). “Héroes guerreros y hombres virtuosos para la salvación de la patria. Usos del pasado durante la última dictadura”, trabajo presentado al II Coloquio de Historia y Memoria. Los usos del pasado en las sociedades, Universidad Nacional de La Plata, septiembre.
Ricœur, Paul (2008). La memoria, la historia, el olvido. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2ª edición.
Soler, Ricardo (1982). 100 años de vida platense. La Plata: El Día – Sociedad Impresora Platense.
Sureda, Jaime (1982). La Plata. La edad de mi infancia. La Plata: Ramos Americana Editora.
* Profesor de grado y posgrado, investigador y extensionista en las universidades de La Plata y Quilmes. En la UNQ se desempeña como Director de la Licenciatura en Comunicación Social. Es subdirector de la revista La Pulseada. Cada tanto actualiza su blog: www.oficiodeblasfemar.blogspot.com