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Delicia Zurita. “El complot patagónico: Nación, conspiracionismo y violencia en el sur de Argentina y Chile (siglos XIX y XX)” *

Reseña/Zurita en PDF 

 

El complót patagónico-tapa

María Delicia Zurita**
UNLP
La Plata. Argentina. 2010

mariadeliciazurita@hotmail.com

mariadeliciazurita@gmail.com


En este libro Ernesto Bohoslavsky analiza cómo la Patagonia pasó de ser una región olvidada y denostada, considerada por algunos como “territorio maldito”, a ser desde 1870 aproximadamente un lugar disputado y codiciado por Argentina y Chile.

A comienzos del siglo XX los nacionalistas argentinos comenzaron a ver a la región austral como prácticamente chilenizada y viceversa para los chilenos. Entre estos grupos pisó muy fuerte la lógica del complot al interpretar que el país vecino se “apropiaría de la Patagonia”.

 El autor analiza el origen de los relatos conspirativos a fin de dilucidar cuál fue su influencia en el pensamiento nacionalista en ambos países. En este sentido encuentra que la creencia en la conspiración se desarrolla en dos niveles: uno más general,  ligado a la paranoia la cual considera que hay una confabulación en contra de la nación; y otro más particular, que identifica enemigos concretos cuyas acciones hay que desactivar.

 Sus preocupaciones se centran en investigar los relatos conspirativos que provenían de determinados grupos con tendencia al pensamiento de “derecha”, que se beneficiaron políticamente con los mismos. En relación a los receptores de esos relatos analiza cuáles fueron aceptados por la sociedad y por qué.

  Otro tema analizado por el autor es la obsesión que Argentina tuvo por la región patagónica mucho mayor que en el caso chileno: según su opinión esto puede deberse a la importancia que este lugar había adquirido en el proceso de constitución de la nación.

  El autor inicia su análisis explicando cómo varían las concepciones de la Patagonia a lo largo del tiempo. Así se pasa de la Patagonia “maldita” de las épocas coloniales, a la Patagonia “progreso” de fines del siglo XIX, para luego ser la Patagonia “energía” cuando a principios del siglo XX se encontraron yacimientos petrolíferos en la región austral. La importancia que toma el territorio patagónico fue fomentada por los científicos quienes consideraban que por sus aptos recursos económicos era necesario superar la hostilidad de su clima y que el Estado debía asumir un mayor control en la región.

  Luego Bohoslavsky analiza cómo a través de la coyuntura internacional, al calor de la Revolución Rusa, se reavivan los relatos conspirativos. Con ellos las ligas patrióticas querían detener el “peligro” del avance de las ideas socialistas en Chile. En cuanto al escenario interno, la crisis económica llevó a la élite chilena a adoptar una postura xenófoba ante los extranjeros y el aumento de la conflictividad social tras un enfrentamiento armado entre trabajadores y la policía en la región de Magallanes. En 1920 se produjo un cambio al asumir la presidencia Alessandri quien planteó un gobierno intervencionista, democrático que les quitaba potestad a los mineros y terratenientes, sectores muy vinculados al poder político hasta entonces.

 Este temor por la extensión de la propaganda socialista también se produjo en la Patagonia argentina. Los sucesos ocurridos en 1919 en Buenos Aires, conocidos como la Semana Trágica habían dejado al gobierno muy sensibilizado y en 1921 se reprimió una huelga de trabajadores rurales en Santa Cruz.

 El autor realiza un análisis del aporte que tanto en el caso argentino con los diarios de derecha La Nación y La Prensa y de extrema derecha La Fronda y El Pueblo, como en el caso chileno el Diario Ilustrado y El Mercurio, realizaron reavivando la teoría de la conspiración y el miedo rojo.  Estos medios han vinculado las presidencias, de Yrigoyen en Argentina y de Alessandri en Chile, a un supuesto complot con anarquistas, socialistas, masones e inmigrantes.

 Otro hecho que es analizado con minuciosidad por Bohoslavsky es el de la “Patagonia Trágica” ocurridos en la década del ’20 en nuestro país para investigar específicamente cómo se historió dicho suceso por los distintos gobiernos argentinos en el transcurso del siglo XX. Llamativamente a fines de los ’50 en el gobierno de Frondizi se “lavó la cara” a los sucesos de la Patagonia para limpiar la figura de Yrigoyen acusando a los estancieros como los culpables de los fusilamientos. Ya en los ’60 el reavivamiento de los conflictos limítrofes con Chile complejizaron la mirada de la Semana Trágica y la Patagonia trágica o rebelde, donde era prioritaria la versión militarizada de los hechos, a esto se le agrega como condimento en los ’70 elementos de la Doctrina de la Seguridad Nacional.

 Otro suceso retomado por el autor en su investigación es el que aconteció en Neuquén en 1930. Zona de frontera, considerada desde principios de siglo como un territorio en el que había que ejercer una mayor custodia debido a ser una zona de importante intercambio comercial con el país vecino. Días después del derrocamiento de Yrigoyen el teniente Paterson Toledo realizó un alzamiento militar aludiendo una contrarrevolución yrigoyenista que nunca existió pero que pegó fuerte en la población acostumbrada a los discursos de una “posible invasión chilena”. En este punto resulta interesante la comparación que el autor hace de lo acontecido en Neuquén y la reacción que tuvo su población con lo sucedido en Francia tras el estallido de la Revolución en 1789, fenómeno que Lefebvre llamó “el gran miedo”.

Luego Bohoslavsky vuelve a Chile y analiza los discursos conspirativos entre 1932 y 1945 realizados por la corriente fascista y nacionalista representada por el Movimiento Nacional Socialista de Chile (MNSCh) y el Movimiento Nacionalista de Chile (MNCh) y sus prácticas judeofóbicas.  Bohoslavsky afirma que no fueron tan agresivas como en Argentina. Afirma que la Patagonia no fue un espacio propicio para la agitación nacionalista y de derecha como si lo fue en nuestro país debido a que tenía escasa población extranjera, valor estratégico y concentración de trabajadores radicalizados.

En las páginas siguientes profundiza la exageración que los periódicos imprimieron a los sucesos transcurridos en la Patagonia tanto argentina como chilena con el fin de provocar en los receptores de ese discurso un impacto que reafirmara la identidad local y que legitimara el accionar del ejército para poner un coto al peligro conspirativo.

 Desde 1930 el gobierno se propuso “argentinizar” la Patagonia mediante el establecimiento de parques nacionales, la presencia militar, la conmemoración de lugares como Choele-Choel para recordar a Roca en la campaña al “desierto”. Las publicaciones nacionalistas de la época como Crisol y Pampero dan cuenta de la preocupación por la extranjerización de la Patagonia, la antipatria estaba conformada por judíos, chilenos, el imperialismo británico y el comunismo. Así reclamaban al Estado argentino una mayor presencia en la región y un mayor control de los recursos económicos estratégicos. Su argumento para justificar la tensión política estaba centrado en una idea de decadencia de la nación, en la que se infiltraron los extranjeros como “enemigos”, de allí el mito conspirativo. 

 La misión de restaurar el orden y sacar al país de la decadencia producida por el complot eran el objeto de los relatos que utilizaron los grupos de extrema derecha en Argentina y en Chile. Los nacionalistas parten de creencias previas que luego deforman. Hay que conocer las condiciones sociales, políticas y culturales en que emergieron. Los lugares periféricos como la Patagonia con fuerte presencia en la vida nacional, en la historia de la patria, resultaron perfectos para cerrar su argumento conspirativo. Por eso fue necesario adentrarse en las representaciones que hubo de la Patagonia a lo largo del tiempo. En esto cumplieron un importante papel los historiadores de la época quienes fomentaron la preocupación por las pérdidas territoriales. Los discursos conspirativos no tuvieron mucho éxito en ambos países salvo cuando las clases dirigentes vieron amenazado su poder político. En Argentina a partir de 1916 con el triunfo de Yrigoyen y en Chile en 1920 con la victoria de Alessandri.

Como cuestiones a rescatar se considera que el libro reseñado es de lectura rápida y llevadera sin perder por eso rigor académico. La temática resulta original vinculándose con discusiones que están en vigencia acerca de la naturaleza y el accionar de las derechas en América Latina y del particular interés de los nacionalistas en la Patagonia argentino-chilena. Los estudios de María Inés Tato, Susana Torres y Pablo Lacoste dan muestra de esto.

 En cuanto a los aspectos a mejorar se considera que el capítulo cuatro en donde el autor analiza las distintas interpretaciones de la Patagonia trágica hasta 1991 podría tener una mayor profundidad con la finalidad de conocer cómo influyó en la segunda mitad del siglo XX el conflicto bipolar en las teorías del complot nacionalistas locales.

En síntesis, “El complot patagónico: Nación, conspiracionismo y violencia en el sur de Argentina y Chile (siglos XIX y XX)”, es un interesante aporte a la bibliografía ya existente sobre la rivalidad argentino-chilena que comenzó en el siglo XIX y transcurrió en el devenir del siglo XX. Su principal contribución reside en destacar el papel que cumplieron, parafraseando al autor, los sectores nacionalistas ubicados “a la derecha del arco político” que encontraron en la lógica del complot al mejor aliado para tener un mayor acompañamiento de la población a uno y otro lado de la Cordillera de los Andes. Su accionar y la construcción del “otro”, el “extranjero” como un enemigo, caló hondo en una época en la que se avizoraban cambios a nivel político, tanto en la región, con la asunción de Yrigoyen y Alessandri, como en el exterior con el estallido de la Revolución Rusa, sucesos que alimentaron los relatos conspirativos ante un posible avance del socialismo que podía llegar a influir –según la tesis del complot- en los emergentes gobiernos de Chile y Argentina.

 

* Bohoslavsky, Ernesto-  El complot patagónico: Nación, conspiracionismo y violencia en el sur de Argentina y Chile (siglos XIX y XX)”

 

** Profesora en Historia egresada de la UNLP, docente y becaria de investigación de la misma casa de estudios. Actualmente está terminando de cursar la Maestría en Historia y Memoria y preparando su tesis cuya temática es “La consulta popular por el conflicto del Beagle de 1984: dilemas de los sectores conservadores en torno a la transición a la  democracia”.

 

 

 

 

 

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