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Laura Monacci. A sangre y fuego: de la guerra civil europea, 1914-1945*

Reseña/Monacci en PDF 

 

A sangre y fuego- tapa

 

                  MONACCI, Laura**

UNLP

 

La Plata. Argentina. 2010

 

lauramonacci@gmail.com

 

     A sangre y fuego responde según su propio autor a: “la necesidad de revisar o superar algunas controversias historiográficas de los últimos decenios alrededor de la interpretación del fascismo, del comunismo, de la Resistencia, para reubicarlos en una perspectiva más grande, unificando los contextos estudiados. Apunta también a restablecer una perspectiva histórica contra el anacronismo hoy fuertemente extendido que proyecta sobre la Europa de entreguerras las categorías de nuestra democracia liberal como si se tratara de normas y valores atemporales.”(1)

     Para dar luz sobre estas cuestiones Traverso realiza su análisis del turbulento período de “sangre y fuego” que transcurre entre 1914 y 1945 a través dos aspectos que atravesarán toda su obra y que resultan innovadores e interesantes: el concepto de “guerra civil europea” y los actores en quienes enfoca su análisis.

     Si bien el concepto de “guerra civil europea” ha sido tomado con anterioridad por otras personas (hace mención al pintor alemán Franz Marc, a Ernst Jünger, a Kart Löwith), quien lo ha desarrollado mayormente es Ernst Nolte en su libro titulado, precisamente, “La guerra civil europea” (2). El autor alemán utiliza este concepto para definir el período que comienza con la revolución rusa –no con la Gran Guerra- y culmina en 1945, y que enmarca el surgimiento del fascismo como consecuencia y respuesta directa a los cambios introducidos por la revolución de octubre. Sin embargo Traverso otorga un nuevo sentido a este concepto “para intentar captar el sentido de una época de guerras y revoluciones en la que la simbiosis entre cultura, política y violencia modeló profundamente las mentalidades, las ideas, las representaciones y las prácticas de sus actores.”(3)

     Con respecto al análisis de los actores, que dan unidad al concepto de “guerra civil europea” a través del período estudiado, es precisamente donde observamos las particularidades más específicas del texto de Traverso. El autor parte de la observación de que la historiografía del siglo XX, a diferencia del positivismo decimonónico, ha desplazado la mirada anteriormente dirigida a los “héroes” (actores privilegiados de los archivos), hacia las víctimas que se constituyen como testigos directos de un siglo caracterizado por la violencia. Si bien considera que este vuelco ha sido saludable para cuestionar los antiguos paradigmas historiográficos, enfocarse exclusivamente sobre la memoria de las víctimas conlleva ciertos riesgos de empatía unilateral hacia los distintos actores (verdugos o víctimas) que pueden conducir hacia análisis apologéticos tanto como a anular la distancia crítica requerida para un historiador.(4) Por lo tanto lo que pretende esta obra –sin dejar de lado a las víctimas, hay un capítulo y varios apartados dedicados a los tormentos de los civiles- es centrarse principalmente “en los actores de la violencia, aquellos que la hacen y que, cuando la padecen, la asumen como una consecuencia previsible de sus elecciones” (5),  sean éstos vencedores o vencidos, con el fin de restablecer el equilibrio en la perspectiva histórica. Traer luz sobre aquellos que han sido ocultos por la memoria centrada en las víctimas y que se han salido de la “zona gris” de los indecisos para tomar partido por un bando determinado durante la guerra civil europea.

     Por otro lado Traverso observa que la memoria centrada en las víctimas -esta “revalorización a posteriori de la zona gris” (6) - conlleva un dilema ético, ya que frente al recuerdo de la violencia sufrida por los inocentes, los combatientes aparecen necesariamente como un modelo negativo, generador de dicha violencia, y despojado de su rol ejemplar. Según este modelo “El ejemplo que debe retenerse –sostiene- es el del empresario alemán (aliado al partido nazi) que salva a sus empleados judíos, no el de aquellos inmigrantes (judíos o armenios, italianos o españoles) que luchan contra el nazismo dentro de un movimiento ligado al Partido comunista. Y si se evoca a esos combatientes, es para recalcar que se equivocaban, que su causa ya no tiene más significación para nuestros contemporáneos y que deben reconciliarse con sus viejos enemigos.” (7)

     El autor aclara que poner el acento de su análisis en estos actores, no supone equiparar los horrores cometidos por los fascistas y los partisanos, o los franquistas y los republicanos. Tampoco  supone poner en duda las virtudes del humanitarismo. Su objetivo está centrado en ver bajo la superficie de las actuales democracias post-totalitarias -las cuales al ejercer a priori una condena moral de la violencia sustituyen su análisis- para descubrir las categorías que las moldearon a partir de una interpretación histórica. En palabras del autor “…las páginas que siguen (…) Parten de la idea de que, si todas las guerras civiles son tragedias, algunas ameritan nuestro compromiso. Que nosotros, ciudadanos de una Europa democrática, hemos contraído una deuda con aquellos que combatieron para construirla. Que una democracia amnésica es necesariamente frágil, sobre todo en un continente que ha conocido los fascismos. Y que sería necesario no confundir una actitud de rechazo apolítico del compromiso, de condena de la violencia y de estigmatización de las ideologías, con una forma de sabiduría atemporal.” (8)

     Otro de los “mitos” que el autor pretende derribar es aquel que ha logrado convertir al antifascismo  en sinónimo de comunismo, para poder realizar una historización crítica teniendo en cuenta su complejidad y sus contradicciones, evitando caer una vez más en apologías o estigmatizaciones previas. Con este fin a lo largo de su obra Traverso analizará al antifascismo “como lugar de radicalización y de politización de los intelectuales” (9) en relación a su compromiso asumido, y como respuesta al contra-Iluminismo asumido por el fascismo, más allá de las divisiones ideológicas y políticas que componen los diferentes grupos antifascistas (10) .

     Para desarrollar estos postulados el libro se articula en dos partes precedidas por una Introducción de carácter general en donde presenta los motivos de su investigación, que están directamente relacionados con los objetivos a desarrollar a lo largo del texto.

     La primera parte denominada “Pasajes al Acto” está dividida en cuatro capítulos: “Obertura”; “Anatomía de la guerra civil”; “Guerra contra los civiles” y “Juzgar al enemigo”, cada capítulo a su vez cuenta entre 3 y 5 apartados. Aquí nos introducimos al conflicto bélico y sus antecedentes en un tono bastante descriptivo que lo vuelve llevadero para aquellos que no están demasiado familiarizados con el tema ni con el período, pero sin dejar por eso de ser una investigación erudita y minuciosa. Se presentan además una detallada descripción del concepto de “guerra civil europea”; el lapso de tiempo en que se inserta; sus antecedentes; sus diversos momentos y los cambios que atraviesa; su rol dentro del derecho de guerra moderno; las características que adopta la violencia; la guerra aplicada a los civiles y la relación de los civiles con la Resistencia. Esta primera parte se cierra con las distintas maneras en que han sido juzgados los acusados una vez finalizada la guerra: en sus espacios legales, a través de los tribunales que se conformaron para tales fines; por fuera de la ley, mediante depuraciones espontáneas y tribunales civiles que ajusticiaban por cuenta propia; y mediante la amnistía, observando el riesgo que ésta puede conllevar si cae en las aguas del olvido.

     La segunda parte del libro se titula “Culturas de guerra”. También está compuesta por cuatro capítulos: “El estallido”; “Imaginarios de la violencia”; “La crítica de las armas” y “Las antinomias del antifascismo”, con sus respectivos apartados. En esta parte nos sumergimos en las aguas turbias del inconsciente, ya que el autor se embarca a explorar aspectos más relacionados con la subjetividad de los actores que componen el período, analizando: los motores y dilemas éticos que éstos tuvieron que afrontar; las fobias generadas por la guerra; las características que adopta el combate; el “fin de la guerra heroica”; el ideal estético y moral, a partir de una mirada de edad y género; la persuasión a través del cine y otras manifestaciones del arte; la angustia a la muerte generada por la guerra, que mutará en miedo y posteriormente en odio por el enemigo. También se desarrolla con mayor especificidad el rol activo cumplido por los intelectuales; la irrupción de la política en la cultura y la polarización de dos bandos: aquellos herederos de las ideas del Iluminismo y quienes optaron por la reacción contra-iluminista. Hacia el final se mencionan los silencios que caracterizaron a esta época: los horrores cometidos por el stalinismo y el silencio de los intelectuales con respecto a la Shoah.

    Cercano al problema sobre la “historización” de la historia del Tercer Reich planteado por Martín Broszat (que estimula la necesidad de ubicar al Tercer Reich como un componente integral de la historia alemana, no ajeno a ella ni separado, observando las relaciones de continuidad y discontinuidad político-social) (10), Traverso plantea a modo de conclusión analizar el fascismo dentro del contexto del Iluminismo, como producto de la civilización occidental misma y no como un traspié -“una recaída anacrónica y absurda en una barbarie ancestral” (11) - que desvió momentáneamente el lógico curso natural del proceso civilizatorio basado en la razón.

     El libro no cuenta con un capítulo de “Conclusiones”, que quizás habría resultado útil para aquellos lectores que pudieran haberse perdido en el cuerpo, más descriptivo, del texto. Pero esto no quiere decir que dichas conclusiones no se entrevean a lo largo de la construcción argumental.

     A modo de cierre podemos decir que en este libro nos encontramos con algunos temas que nos resultan familiares puesto que han sido plateados con anterioridad: Eric Hobsbawm ya presentaba a la Segunda guerra Mundial como una guerra civil “nacional e internacional” en donde se enfrentaron dos familias ideológicas- Iluminismo y contra-iluminismo-, diferenciándola del conflicto más clásico entre estados que caracterizó a la Gran Guerra(12); el concepto mismo de “guerra civil europea” al cual ya nos hemos referido; el rechazo de ver al fascismo como algo excepcional y aislado del devenir de la civilización occidental -que caracterizó al debate de los historiadores alemanes- ligado a los antecedentes del uso civil de la violencia que Traverso mismo había presentado en su obra La violencia nazi (13). Sin embargo el autor logra en A sangre y fuego reunir estos y otros nuevos elementos con una mirada propia y particular para dar forma al análisis de actores antes olvidados y realizar una crítica a la amnesia y falta de historicismo de las actuales democracias que, por entender su condición como propia al curso natural de la historia y al realizar un juicio moral de la violencia del período de guerra civil europea, desatienden su propio origen, por lo tanto su propia razón de ser.

 

Notas

(1)Enzo Traverso A sangre y fuego: de la guerra civil europea 1914-1945, Bs. As, Prometeo Libros, 2009, pp.11

(2) Ernst Nolte. La guerra civil europea 1917-1945: Nacionalsocialismo y bolchevismo, México, FCE, 2001

(3) Enzo Traverso. A sangre y fuego... op.cit., pp. 11

(4) Ibid., pp. 12-13

(5) Ibid., pp. 13

(6) Ibid., pp. 15

(7) Ibid.

(8) Ibid., pp. 17

(9) Ibid., pp. 20

(10) Ibid., pp. 253

(11) Ian Kershaw. “ ‘Normalidad’ y genocidio: el problema de la ‘historización’ ” en  La Dictadura Nazi: problemas y perspectivas de interpretación, Bs. As., Siglo XXI editores, 2004.

(12) Enzo Traverso. A sangre y fuego... op.cit., pp. 264

(13) Eric Hobsbawm. Historia del siglo XX, Buenos Aires, Crítica, 2003.

(14) Enzo Traverso. La violencia nazi, México, FCE, 2003

 

 

 

*TRAVERSO, Enzo. A sangre y fuego: de la guerra civil europea, 1914-1945, Buenos Aires, Prometeo libros, 2009. Traducción: Miguel Ángel Petrecca, 295 pp.

 

** MONACCI, Laura, es Profesora en Historia- UNLP, Docente de la UNLP,  Maestranda de la Maestría en Historia y Memoria, y Miembro del CERPI (Centro de Reflexión en Política Internacional; IRI; UNLP).

 

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