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Maestría en Historia y Memoria

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Entrevista a Victor Basterra: “Dramatizar la vida es una macana, hay que mirarla con optimismo”*

Aletheia, volumen 5, número 10, abril 2015. ISSN 1853-3701

Cacopardo/Entrevista en PDF

Ana Cacopardo

 

Laura Lenci: Esta es una de las actividades que planificamos en el marco de la semana de la memoria. En todas las actividades que realizamos desde la Comisión de Memoria, Recuerdo y Compromiso de la Facultad de Humanidades una de las cosas que se propuso, fue darle especial visibilidad al rol que tuvo la Armada Argentina en la aplicación del terrorismo de Estado en la Argentina en general. Específicamente teniendo en cuenta que nosotros estamos en el predio donde funcionó el Batallón de Infantería de Marina III, parte de las Fuerzas de Tareas 5 de la Armada Argentina que estuvo a cargo de parte de la represión en La Plata, Berisso y Ensenada, entonces, la visibilización del rol de la Armada Argentina nos pareció que era uno de los objetivos importantes de esta conmemoración, de este año de la semana de la memoria.

Una de las actividades que hicimos, hace una semana y media fue, en este sentido, la presentación de un libro sobre las memorias del BIM III, biografías de los detenidos desaparecidos, que pasaron por la Fuerza de Tareas 5. Organizamos desde la Maestría Historia y Memoria, una actividad vinculada con el juicio de los ex comandantes e invitamos a Graciela Daleo, una sobreviviente de la ESMA, en la presentación del libro de “Las Memorias del BIM”. Una de las personas que presentó el libro fue Mario Peláez, un sobreviviente de este centro clandestino de detención que funcionó en este predio y también pensamos en invitar a Víctor Basterra a prestar su muestra de las fotos y al mismo tiempo invitarlo a Víctor a una entrevista pública. En este sentido, la Comisión de Memoria, Recuerdo y Compromiso de la Facultad, se propuso de alguna manera, una cosa de coherencia y de visibilización del rol de la Armada Argentina durante la última dictadura militar, y en este marco es que tuvimos la muestra “Rostros sacados en y de la ESMA” unos cuantos días y que pensamos en esta actividad de cierre que es una entrevista pública a Víctor como parte de eso.

Brevemente voy a presentar a nuestros invitados, aunque muchos de ustedes los conocen. A Víctor Basterra lo voy a presentar muy brevemente porque espero que él cuente su historia con la ayuda de  Ana Cacopardo.

Víctor Basterra nació en Buenos Aires, en 1944. Desde muy chico trabajó como obrero gráfico y fue militante de lo que genéricamente podemos llamar como el Peronismo Revolucionario y más específicamente en la FAR. Fue secuestrado en el año 1979 y permaneció detenido hasta el año 1983 en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Participó con su testimonio en el Juicio a los ex comandantes. Tal como cuenta, estuvo detenido hasta el 84´ porque estuvo controlado y amenazado por los marinos hasta ese año, entonces, en algún sentido su cautiverio fue más largo que el 83´, después del retorno a la democracia. Pero lo que tuvo de particular la detención de Víctor, es que Víctor, como muchos de los compañeros detenidos, es que fue un trabajador forzoso y su trabajo fue sacar fotos, y no solamente sacó fotos, sino que sacó las fotos de la ESMA, las sacó afuera. Fue uno de esos actos de resistencia, en las peores condiciones, que permitió además que su testimonio tuviera una contundencia muy especial, justamente porque están las imágenes.

Y Ana Cacopardo, es una amiga. Ana es periodista, documentalista, es graduada de la Facultad de Periodismo de nuestra Universidad, estudiante avanzada de Historia que nunca se recibió, así que fue alumna de nuestra facultad durante mucho tiempo. Ana es organizadora del programa, que creo que muchos de nosotros hemos visto, que es “Historias Debidas”, algunos, con reportajes a personas argentinas y con el nuevo ciclo “Historias Debidas Latinoamericanas” que todavía sigue proyectando el Canal Encuentro. Además Ana, en su trabajo como entrevistadora y  documentalista ha producido y co-dirigido, (en algunos casos con Ingrid Jaschek y Andrés Irigoyen, Pablo Spinelli también) algunas películas que han sido muy importantes, para pensar sobre la vinculación entre cine y Derechos Humanos;  como por ejemplo una hermosa película codirigida con Mignogna que se llama “Cartoneros de Villa Itatí”, una excelente película sobre el juicio a Miguel Etchecolatz, que se llama “Un claro día de Justicia” y una muy impactante película que ganó muchos premios en festivales de cine de Derechos Humanos que es “Ojos que no ven”. Bueno,  seguramente me estoy olvidando de algunas de las cosas, pero bueno, creo que tenemos acá a dos personas que nos pueden hacer entender muchas cosas, asique muchas gracias a los dos.

Ana Cacopardo: Bueno, muchas gracias Laura por la presentación, gracias a todos, y fundamentalmente, gracias Víctor. Porque, tu testimonio, y el testimonio de las víctimas que fue fundamental no sólo para reconstruir lo que pasó, sino para significarlo, pero fundamentalmente para poder visibilizar las resistencias, los actos de resistencia. El poder borra los actos de resistencia, entonces esos actos de resistencia nos vuelven con el testimonio. Estas fotos, esto que hoy es una muestra (después vamos a charlar un poco sobre el circuito de estas fotos) son el acto quizás más visible de resistencia, uno de los más visibles de resistencia que pudieron salir contigo de la ESMA, y luego hay pequeños, mínimos gestos de resistencia que vuelven a través del testimonio. Y muchas veces dar testimonio no es gratuito, es volver sobre zonas complejas, dolorosas, y este mandato que ya lleva cuantos años Víctor, cuantos años de diálogo, de dar tu testimonio que vos llevás con estas fotos. Entonces quizás además volver a agradecerte que estés hoy acá con nosotros, la primera pregunta es tan simple como esta, ¿Cómo llevás este mandato de dar testimonio que bueno, les ha asignado la vida de tantos sobrevivientes?

Víctor Basterra: Está bien esa descripción del mandato porque es así, y ahora, justamente en estos días, se cumplen 35 años de ese mandato, que fue a fines de marzo del 80´, que el compañero, el Gordo Ramón para nosotros, el Gordo Ardeti, me dijo: “negro, si zafás de esta que no se la lleven de arriba”, ese es mi mandato. Y tenía que documentarlo de alguna forma, en circunstancias muy adversas de prisionero. Vos hablabas bien de resistencia, en los centros clandestinos no podías resistir, no es como una cárcel dónde hay posibilidades legales, por eso voy a enmendar un poco y explicar que yo no estuve detenido, mis compañeros no estuvimos detenidos, estuvimos secuestrados. Que es otra categoría.

Ana Cacopardo: Otra forma de nombrar.

Víctor Basterra: Exacto otra forma de nombrar, porque el estar detenido le da un cierto tinte de legalidad, no es lo mismo que estar preso, le da cierto tinte de legalidad. Nosotros estábamos secuestrados en un centro clandestino, hubo cerca de 500 en Argentina, para dimensionar la Argentina en esos años y los que vinieron después, porque todo eso fue el prólogo del neoliberalismo que se lanzó sobre todos nosotros. El prestar testimonio, el dar testimonio es la  herramienta que uno tiene para desembarazarse de los miedos, desembarazarse de la sospecha, que muchas veces recaía sobre los sobrevivientes. Los sobrevivientes siempre fuimos sospechados, aún hay gente que cree que somos sospechosos de algo, pero bueno, esta es la herramienta,  somos la herramienta depende de cómo se lo piense.

Ana Cacopardo: Es una herramienta pero es un volver a pasar, un volver a pasar por el cuerpo, por el corazón. En ese sentido, te dio un sentido de vida, pero también puede transformarse en una pesada mochila, ¿Cómo lo tramitás? ¿Cómo tramitás o si hay alguna forma de esa disociación que te permita continuar en el camino?, que además es un camino en el que vos sos generoso, digo, vas, asistís, vas a talleres, escuelas.

Víctor Basterra: Muy caro (risas). El tema del recuerdo es, como bien decías recordis, pasar por el corazón, es todo un tema, pero yo tuve la circunstancia que presentó así, que yo no tuve tiempo de hacer una pausa, como hicieron algunos compañeros afortunadamente para la salud mental de ellos, hicieron una pausa. Hay compañeros que están ahora en la pelea, en la lucha, que estuvieron mucho tiempo viviendo con sus soledades, su recuerdo en su soledad, pero dejando de costado, pero yo no tuve tiempo de eso. A mí me secuestran en el 79´, junto con mi hija que está presente, y mi otra hija Soledad nació cuando aún yo estaba en cautiverio, que también está presente. A mí me liberan el 3 de diciembre, que me dicen por primera vez: “Te vas, pero no te hagas el pelotudo porque los gobiernos pasan, pero la comunidad informativa siempre queda”  cosa que ahora está en el tapete. Y en el 84´ di mi primer testimonio, en mayo del 84´ y todavía lo sigo dando asique, no tuve pausa, y se me fue haciendo un callo a la sorpresa inicial, y es una forma de verlo. No hay una línea trazada en la vida de las personas que tiene que ser así si o si, o sea la angustia, el dolor, el pasar por el tormento, no, para mí es un relato que responde a un mandato y además es un relato que lo viví.  

Ana Cacopardo: Pensaba en las fotos que por supuesto nacieron con el imperativo de convertirse en pruebas, de documentar el terrorismo de Estado, de documentar la tortura, de documentar todo aquello que está dicho o que puede adivinarse en esos rostros, en esas miradas. El primer circuito fue el judicial, fue la CONADEP, fue el CELS, fue el juicio, y luego las fotos hicieron otro camino ¿no?, en espacios memoriales, en museos. ¿Qué pasa ahí, sentís alguna tensión en ese desplazamiento de estas imágenes? ¿Hace falta el testimonio en espacios como estos, para restaurar condiciones extremas en las que estas fotos fueron sacadas?

Víctor Basterra: Lo que pasa, yo calculo, no sé si es así o no,  pero por lo menos pienso que yo soy un complemento. Esta es la historia real, esto es un acto de la realidad lo que yo llamo un acto de la realidad, esas imágenes de ahí del pozo era cuando estaba armado, con sus habitaciones, cada una tenía una función, están ahí, se conoce. Eso me acuerdo cuando a los guías de la ESMA, yo les informaba, un poco fui como formador de estos guías desde sus inicios en el año 2005, 2006 y 2007, les contaba hasta que rescaté esas fotos, que están ahí  y les dije “así era” y se quedaban terriblemente sorprendidos, porque era una imagen que el espacio vacío que significa ahora la ESMA, el sótano fundamentalmente que era donde estaba la sala de tortura por un lado, un pasillo en el medio y luego la sala. Corrijo de nuevo lo de trabajo. No, éramos mano de obra esclava, porque el trabajo es algo remunerado, como derecho, en cambio la mano de obra esclava no, es esclava, y eso éramos nosotros. Y bueno, si el complementar con el testimonio una cantidad de imágenes que hay, bueno, uno lo tiene que vivir como eso, como un complemento y aclarar un poco los tantos nomás.

Ana Cacopardo: Te lo preguntaba en el sentido de si vos en alguna ocasión habías sentido alguna tensión en ese desplazamiento, en espacios donde pudiste haber sentido alguna cuota de banalización, no sé si te sucedió alguna vez.

Víctor Basterra: A veces me sucede en estos tiempos. Cuando se hace en un espacio, que yo le tengo muchísimo respeto no por lo que me significa como institución, por haber sido institución de una institución militar, al contrario, sino porque es donde se ejerció el mal humano, entonces yo en ese lugar le tengo respeto y lo pienso como lugar de reflexión y de recogimiento, porque eso, el sobreviviente siente eso y no le gusta que se hagan fiestas, o asaditos, o una serie de cosas que son de desconocimiento y muchas veces de banalización. Las imágenes no pueden ser banalizadas, salvo que uno la tome para la chacota, a la Tía Irene por ejemplo, o al gordo  al gordo Ardeti o Nando Brodsky(1), que se burlen así, u otros que hayan pensado que los están de aquél lado (señala el panel sobre los desaparecidos), los miserables,  tengan un rasgo de heroísmo como algunos han de confundir en esta época, con lo de Malvinas ¿no?, que decían “Los héroes de Malvinas, los héroes de Malvinas”, para mí los únicos, si hay héroes en todo caso, los únicos que realmente merecen mi respeto, no hablo de todos, mi respeto, son los conscriptos, aquellos que eran los hijos del pueblo que estaban obligados a realizar las cosas más graves digamos, más graves en el dolor, sin estar preparado ni para matar ni para morir.

Ana Cacopardo: ¿Qué te devolvieron estos años, en un contexto que va cambiando, las preguntas van cambiando y también son las preguntas de otras generaciones? Por eso, en ese diálogo con esas otras generaciones, ¿Aparecieron otras miradas que te sorprendieron, otras lecturas, otros sentidos? Me estoy refiriendo al que surgen del material fotográfico que tenemos ahí.

Víctor Basterra: En general es bastante compresible la muestra en sí, por los rostros en sí.  Porque de a poquito se va asimilando más y más el conocimiento, se va tomando el conocimiento como algo que comienza hoy a ser analizado por los jóvenes. Casi siempre en los lugares donde han sido exhibido, he acompañado muestras en Chaco, Córdoba (no esta muestra sino otras muestras) que otras se hicieron en la provincia de Buenos Aires, en una muestra que se llama ”Rostros” y en otra que yo le había puesto “Vestiario” de la ESMA. Y las preguntas son inteligentes y  sensibles de los jóvenes; y eso me resulta muy grato, hay una atención, que algunos me han dicho que después de ver esas cosas o de transitar, o de hacer una visita a la ESMA, nada más de hacer eso han sentido que cambiaba algo en sus vidas, por la conceptualización que se da, la ruptura de un montón de cosas y eso es bueno para la memoria, es por lo que uno pelea y justamente por la memoria para que no haya olvido y para que se realice la justicia, ese es el objetivo de la muestra y de uno como testimonial.  

Ana Cacopardo: Víctor cuando hablabas de tus hijas, me preguntaba cómo convive esta doble cosa, es decir, por un lado el dar testimonio públicamente como un mandato, como una forma de intervención política, pero ¿Qué pasó cuando viste estas fotos con tus hijas? ¿Recordás por ejemplo cuando viste tu foto con María Eva, cómo fue ese encuentro, cómo lo recordás?

Víctor Basterra: Se me confunden un poquito las cosas, porque para mí siempre esta historia con mis hijas estuvo presente permanentemente siempre. Hasta incluso conocieron a algunos de los represores, incluso había uno, oficial de la Prefectura que me  iba a hacer controles, que le decían tío Luis, pero no porque tuvieran acercamiento, sino para decir: “¿qué hace este tipo acá?”, es un tío lejano le decíamos, es un tío lejano. Y luego con mis hijas fuimos a marchas desde chiquitas, incluso contra el indulto hicimos pintadas con mis hijas, o sea, fue naturalmente así, no es que le decíamos una cosa, mirá: te tengo que contar algo, estuvieron siempre. Es más nos hemos sentado muchísimas veces a charlar, a contarles, he narrado, creo que tengo alguna virtud de narrador, pequeña pero la tengo y eso es natural no es que: “te tengo que decir algo grave que me pasó hija”, no, saben desde que tienen uso de razón.

Ana Cacopardo: Te lo preguntaba porque, cuando uno vuelve a encontrarse con estas fotos, aunque las hayas visto una y mil veces, te estoy hablando de las fotos de los secuestrados- desaparecidos como tu forma de nombrar. Y te devuelven la misma perplejidad, esa suerte de angustia o de desazón que te producen esas miradas con todo lo que dicen y todo lo que ocultan, y, aunque este es un espacio como tantos otros, que son espacios donde hacemos trabajos de la memoria, donde pensamos juntos. El espacio más íntimo, más pequeño, más propio del relato familiar, frente a estas miradas, frente a tu mirada por ahí fue otro, o por ahí aparecieron otras preguntas, o por ahí como muchas veces pasa, esa intervención tan fuerte en el espacio público no se corresponde con la misma posibilidad de hablar hacia adentro, con la familia, con los más cercanos.

Víctor Basterra: Si, es complejo el tema. Recuerdo una vez, en el Museo de Arte y  Memoria de acá de La Plata, que se hizo la muestra. Había una habitación, donde estaban las fotos de todos los represores, yo me acuerdo que entré y comencé a recorrer y había fotos en las prácticamente en las cuatro paredes. La gente ingresaba a  la habitación, que estaban las fotos de represores y cuando se daban vuelta a mirar unas fotos, de pronto se daban vuelta rápido. Daba un poquito de impresión, yo miraba y decía “a la mierda”, porque hasta a mí se me ponía la piel de gallina. Porque era un momento en que la persona iba a mirar eso, verdaderamente sentía que había alguien que lo estaba mirando y no con buenos ojos, se sentía observado, porque en la espalda tenía a los represores ahí. Cosa también que ha pasado con los compañeros, en el caso de los compañeros, he visto compañeros chicas y chicos llorar, frente a la imagen de algún represor. Yo no sé si buscar qué es el efecto, no me gusta buscar efecto, pero es un efecto que produce estas fotos.  

Ana Cacopardo: ¿Y frente a la tuya no recordás?

Víctor Basterra: No recuerdo quién me sacó la foto. Pero recuerdo a quién me llevó para sacarme la foto a mí y al compañero Ardeti, a la compañera Adad, al compañero Brodsky, Chiaravalle, Martinez, Lepíscolo, a Nora y Villaflor. Junto con ellos yo estaba ese día, esa imagen siempre existe, no se me borra y el flash, yo sabía un poco de fotografía (y después supe más), está siempre direccionado de una forma. Si uno mira la foto va a ver que la luz está siempre direccionada de una forma, va a ver que la intensidad de sombra y un resplandor de luz sobre el rostro y es este es el recuerdo, es la imagen que yo tengo de mí. Y después cuando rescaté las fotos fue otra cosa, fue otra historia, eso de hablando mal y pronto de pedo rescaté los negativos, de una bolsa que iba para quemar, estaba una cinta de fotogramas, en la que me veo a mí mismo y ahí hice un bollito y la agarré. En esa cantidad de fotogramas estaban esos compañeros que nombré, más  otros, y agarré una tira más, muchas veces me lamenté y me decía: “¿por qué no agarré más?”, pero bueno, las cosas estaban hechas.

Ana Cacopardo: Cuando das testimonio además de dar cuenta de la memoria del terrorismo de Estado, o de dar cuenta de la ESMA, aparece la pregunta por la militancia recurrentemente y la segunda pregunta que viene de la mano de esta es ¿sentís que de algún modo tu relato fue abriendo nuevos sentidos? Es decir, en el diálogo con el otro, alumbra otras zonas, o significa otras zonas de tu propia historia de vida, de tu propia historia militante, ¿te pasó eso? ¿Te pasa eso?, hablando ahora puntualmente de tu historia militante.

Víctor Basterra: Lo que pasa es que yo he sido un activista. Es más, cuando a mí me secuestran, cuando nos secuestran, la calificación era “captación ideológica”, aparte todo lo demás y es el síndrome del activista ¿no?, tratar de hacerle ver al otro, lo que la mirada que uno ha construido, conceptos que uno ha construido y la elaboración que fue construida para construir algo más. Y las fotos también creo que tienen que ver con eso. Y el relato que yo trato de hacer es contextualizar la época, ver por qué se produjo esto, por qué se produjo esta tremenda cacería que significó el terrorismo de Estado en Argentina. Yo pienso que el terrorismo de Estado se iba a desarrollar igual, aunque no hubiera habido grupos armados, de eso estoy convencido, y esa es una forma de contextualizar, ¿por qué? Porque los tipos querían armar el terreno para que no haya ningún tipo de resistencia a lo que vino después, es también volver a contextualizar, o sea, que uno siempre está contextualizando, no se remite a una historia y eso es lo que querían los tipos, contar la historia en pedacitos, para que uno agarrara el pedazo y lo convirtiera en hecho anecdótico, nada más, no esto fue todo un hilo de la historia, y bueno, sobre ese hilo uno trata de atarlo donde esté cortado, y además seguir creciendo y seguirlo para que sea más grueso en favor del pueblo como lo llaman genéricamente.

Ana Cacopardo: Revisando la historia militante, su propia historia militante Pilar Calveiro, ensaya una suerte de balanza, hipótesis, la idea de que quizás uno de los puntos donde las organizaciones políticas perdieron el rumbo fue cuando la lógica militar, se comió a la lógica política, ¿Coincidís con esa mirada?

Víctor Basterra: Y, hay una parte digamos, una parte, no en el caso, yo te digo desde mi perspectiva, incluso desde mi actividad, nosotros pasamos de ser, hablo nosotros de nuestra organización que eran las Fuerzas Armadas Peronistas, de tener un curso militarista, a ser un tipo de organización absolutamente horizontal, sin grados militares, ni cargos militares o Mayor o Comandantes, o sea solamente había responsables, que era el que se hacía cargo. Y pasamos de ser una organización que tenía una cierta connotación militar, a ser una organización que era muy de autodefensa y un desarrollo político fundamentalmente en los barrios y en las fábricas. Por supuesto que hubo organizaciones que abrazaron mucho más el militarismo y nosotros discutíamos mucho con ellos, porque de alguna forma le daban las justificaciones al poder. No sé si soy claro, es decir ayudaban a que tuvieran mayores herramientas de justificación los que manejaban el poder económico, el poder militar, y asi de alguna forma nos trató.

Ana Cacopardo: ¿Y vos usabas o defendías en algún momento la idea de la autodefensa?

Víctor Basterra: Claro, era, una construcción muy larga.

Ana Cacopardo: Hay que ver el contexto ¿no?

Víctor Basterra: Claro, en un momento que se lanzan esas viejas consignas como “la guerra popular y prolongada”, o había compañeros que hablaban de la “guerra integral” y todas esas cosas que en algún momento se manejó. Pero luego se fue desarrollando a la luz de la realidad que vivíamos y que se iba construyendo y que sufríamos otra idea más atinada de lo que era la relación con la clase obrera, fundamentalmente esa era nuestra mayor preocupación como peronistas.

Ana Cacopardo: Como militante, como militante de entonces y de ahora como te gusta pensar el vínculo pasado- presente, o la pregunta sería: ¿Cómo te gusta pensar los sentidos de la memoria?

Víctor Basterra:  yo creo que hay esfuerzos, y en todo caso iniciativas y algunos caminos a seguir para, en algún momento y mis hijas no me dejan mentir porque estaban presentes, hicimos un ciclo de cine que se llamaba “Revalorizar la voz”, esto fue en año 95´ más o menos, un ciclo de cine donde te tomaba al cine como un elemento dinamizador, que uno siempre lo sintió así y después hicimos un ciclo de cine con varios compañeros y la idea era revalorizar los valores, porque para mí muchos de esos valores habían sido aplastados por la dictadura, los valores de la solidaridad, los valores del compañerismo, la mirada colectiva, la sensibilidad frente a determinados problemas, frente a aquel que tenía un problema darle una mano naturalmente, con naturalidad, no forzado ni porque le traiga algún rédito. Y eso es lo que nosotros y yo siempre trato de hacer, es una búsqueda en la que a veces uno fracasa, pero bueno.

Ana Cacopardo: La militancia en los barrios en los años en que vos empezabas a militar,  y ya tenias la escuela del sindicato, de los obreros gráficos; que era una escuelita. ¿Cómo la recordás? ¿Cuáles eran de algún modo los debates que se daban en la militancia real?

Víctor Basterra: Yo hacía poco que había ingresado a la organización, es decir a las Fuerzas Armadas Peronistas, entonces había ahí una especie de ruptura. Esta es la primera vez que lo hago público, entonces habíamos quedado desperdigados los compañeros, entonces me dijeron: Hace falta frentes y me acuerdo que yo iba con mi hermano que también militaba, te estoy hablando del 11 de Marzo del 73´y estaba vinculado a una unidad básica que la manejaban los Montoneros. Entonces esto lo cuento como una anécdota que hace un poco a la posición de nosotros ahí y siempre hablábamos de lo que iba a suceder, lo que íbamos a hacer, entonces encaré la reunión: “Compañeros acá se habla mucho de lo que vamos a hacer si ganamos, lo que vamos a hacer, pero que pasa que falta la luz acá, el agua”.  

Ana Cacopardo: Lo reivindicativo

Víctor Basterra: Claro, porque yo siempre pensé que la política viene por añadidura primero está la acción, esto es una concepción que desarrollé siempre. Dramatizar la vida es una macana hay que mirarla optimismo, con cierta alegría, hacerse cargo de la cosa dolorosa, peo mirarla con ojo optimista, yo no soy un optimista acérrimo pero a veces es necesario el trocito de optimismo para poder avanzar. Y me acuerdo en esa época cuando plantié esto del agua, ellos me dijeron que estaban con lo de las elecciones y los mandé a cagar, y salí. Entonces yo pensé que me iban a cagar a trompadas, pero uno me encaró y me dijo: flaco lo que nos dijiste nos resultó interesante, eran pibes que vivían en la villa y otros que venían de lugares como yo, y ahí armamos un frente de la gran siete, en Lanús, y hace 5 años fuimos con Norita Cortiñas a hacer una visita, una cosa extraordinaria, los compañeros se reían, eran un montón, llegamos ocho y me acuerdo que después éramos 80, y paramos en casa de compañeros y fue una experiencia muy linda y esas son las cosas que quedan.

Ana Cacopardo: ¿Y aparecieron algunos referentes de aquella época?

Víctor Basterra: Si, es más estoy en deuda con algunos de ellos.

Ana Cacopardo: Bueno, te adelantaste a la pregunta que seguía porque ¿Cómo se hace política hoy en estos barrios? Donde en el medio no solo pasó la dictadura, sino que pasó el menemato, donde los “irrecuperables” están ahí, son los que tienen gorra, los morochos, los peligrosos, los estigmatizados, ¿De qué modos la memoria de la experiencia de militantes como ustedes nos ayuda a entender los barrios hoy y a que esos pibes, los morochos, los de gorrita sientan que lo que pasó no está tan lejos de ellos?

Víctor Basterra: Y es tiempo, constancia y perseverancia. Porque esto es una herida que se hizo al conjunto de la sociedad. Cuando se rompe la cultura de trabajo, cuando se aniquila la cultura de trabajo, ahí sonamos, hay que remontar años, para instalarla nuevamente primero, luego para la formación, y luego para la asunción de las necesidades, esas son cosas básicas. Es un camino que hay que recorrer con mucho tiempo y con mucha parsimonia y sin alterarse. Por supuesto que si uno entra a un barrio y a la vuelta de la esquina le enchufa un caño y ahí uno comienza a decir “a la miécole, estamos jodidos”  y me ha pasado, pero no hay que bajar los brazos. Hace 4 días más o menos, en circunstancias de ir a dar una charla a Tolosa vino un pibe de un barrio que yo había caminado del 87´al 93´ 94´, un barrio en el que trabajé mucho y había quedado, viejos recuerdos de esos años, la lucha y toda una serie de cosas que están todavía en ese barrio, asique eso me tranquiliza un poco el espíritu, es simplemente un alivio, que lo que uno hace aporte para que haya recuerdo y la memoria se active.

Ana Cacopardo: ¿Te restauraste o empezaste a restaurar en Neuquén cuando saliste del centro, cuando te acercaste al espacio de la APDH de Neuquén?  Digo, ¿Fue un espacio de sanación de alguna manera el de los organismos que empezaban a levantar la bandera de Memoria, Verdad y Justicia? y te sumo una segunda pregunta, ¿Sentís que hay un ciclo, de algún modo de los organismos que nacieron al calor de esas reivindicaciones ligadas a las banderas de Memoria, Verdad y Justicia vinculadas a los años de la dictadura y al terrorismo de estado? Que hay un ciclo, que los organismos están en el marco de un profundo debate interno, que conocemos y hay varias posturas, sentís que están reorientando sus búsquedas, sus sentidos? Te ubico en Neuquén, casi como un caprichoso punto de partida de tu larga militancia junto a los organismos.

Víctor Basterra: Justamente nombraste un ejemplo. En ese momento en Neuquén funcionaban todos juntos, junto con el Obispo de Nevares, con el cura Capitani, todos los organismos; Madres, Abuelas, la APDH, el movimiento Ecuménico, o sea todos estaban juntos, todos detrás de una misma idea sin confrontar. Por supuesto había diferencias y en ese lugar ecuménico de alguna forma, que había un montón de miradas era el lugar de reflexión, y lo que muchas veces lo que falta es reflexionar, y para reflexionar hay que tener humildad de carácter. Y en esos lugares había mucha humildad, respeto por el otros, solidaridad. Y desde ahí se hacían marchas, junto a los chilenos. Me acuerdo que íbamos con mis hijas en frente a la embajada chilena en el año 84’- 85´, íbamos a gritar “pinocho, escucha, andate a la chucha”, eso cantábamos para decirle a Pinochet que se vaya a dónde había nacido digamos, y no vuelva. O había represión, pero había muchas miradas atentas de lo que se hacía, cuando llegamos a La Plata y Buenos Aires, las marchas se vivían con represión e incluso había muertos en algunas represiones a los organismos de Derechos Humanos, siempre se convertían en otras acciones, detrás del Derecho Humano está el derecho a reclamar, a peticionar, y eran reprimidas, ahora esas cosas no pasan, es un ¿cómo se dice ahora?, es un milagro, un baile, no pasa nada.

Ana Cacopardo: Es una celebración

Víctor Basterra: Una celebración. Yo adhiero pero, soy crítico de algunas cosas veo pero creo que esta abertura hay que mantenerla, luchar contra la teoría de los dos demonios, toda esa confusión que había. Son cosas que van dando sus frutos con la participación juvenil y a mí me parece que eso es loable y muy bueno. No se si está completa la respuesta.

Ana Cacopardo: Bueno mis preguntas que siempre terminan siendo dos ¿no?, en realidad la parte que te falta responder o compartir es en torno al hoy de los organismos de Derechos Humanos en esta coyuntura ¿Si sentís que se cierra, no que se cierre un modo, sino como una etapa que plantea nuevos desafíos y que se sigue encontrando con el pasado reciente, pero ahora, cuáles son  las necesidades urgentes de las que deben hacerse cargo los organismos de Derechos Humanos? o  ¿Si, sentís que hay una noción histórica que de alguna manera ha cerrado?.

Víctor Basterra: Vuelvo a decir de la complejidad y del tiempo. Yo siempre fui amigo de la independencia y yo creo que los organismos de Derechos Humanos tienen una amplia, una amplia vereda de independencia, la misión no tiene que enajenarse ante un poder determinado que puede tener todas las buenas intenciones pero también en esa confianza pueden filtrarse los tipos que yo creo que tienen un as bajo la mesa. Y por otro lado la política de este gobierno, en estos 12 años supo interpretar la lucha de tantos años, en épocas muy adversas y dolorosas.

Ana Cacopardo: ¿Cómo es este tiempo, te permitís reírte mucho? Para formularlo de otra manera, a veces el mandato tan exigente, obstruye otras dimensiones de la vida personal, esas que estaban antes de la experiencia límite de la ESMA, ¿Bueno, cómo convivís con eso?

Víctor Basterra: yo recurro mucho al humor, permanentemente, al humor negro muchas veces, para desacralizar las cosas, quitarle el barniz de…no sé de un valor, “Ah qué valor”, no, eso me hincha las pelotas, esto es una lucha, y todos estamos inmersos en esto, tenemos buenas intenciones pero hay que mostrarlas. Y además el humor es sanador; ojo, el humor en el momento justo y en el lugar justo.  Porque yo en la ESMA, voy, me río con los compañeros, pero no voy a hacer cualquier cosa y yo llamo la atención a los compañeros que creen que hay que llenar todo de alegría, es suplantar el recuerdo muchas veces, o la memoria dolorosa por alegría. Yo una vez les dije, les pido disculpas que soy un poco grosero, una vez le dije a una compañera que iba a llevar una murga, quería mi aprobación, la quería llevar al Auditorio que hay en el Edificio Cuatro Columnas de la ESMA entonces digo: “No, ¿qué es esto?, esto se puede hacer en otro lado, incluso si ustedes quieren recrear un poco la alegría en los lugares rígidos, vayamos al Regimiento I de Infantería ahí en Palermo, en algún momento le digo: mirá yo en mi casa, no permito, no cago en el comedor ni permito que nadie cague en el comedor, para eso está el baño, para eso están los lugares, hay lugares para todo, lugares para todo, esto no sé si viene a cuento o es un desvío.

Ana Cacopardo: El desvío valía la pena, por eso vuelvo a este momento, vos también te reís de vos mismo y decís: soy incapaz de planificar más allá de dos días. Es decir, esas coordenadas que se te cambiaron después de la experiencia de la ESMA y que también impactaron sobre el vínculo sobre tus hijas y ahora sobre la abuelidad, ¿no?

Víctor Basterra: Bueno, eso son grandes alegrías que uno tiene, a pesar de que Soledad se pone cabrera.  A veces las abandono, como me conocen, está todo bien. Es un decir, esta realidad que a veces me sorprende, me sorprende porque no esperaba esta realidad, en la que las cosas transcurren más o menos el camino en  libertad. El momento de libertad que se vive en estos momentos en Argentina es una cosa de locos ¿no?, yo me retrotraigo a 20, 10, 20, 40, tengo 70 años y tengo uso de razón desde muy niño. En algún momento lo conté, a los diez años, en respuesta a los bombardeos que llevaban la cruz con la V y  la cruz que decía: “Cristo vence”, yo estaba en un colegio de monjas y grité “muera Cristo rey” y yo cerré los ojos esperando que un rayo me fulmine (risas) y cuando los abrí estaba la monja delante de mío en la clase y me pegó tal cachetazo que ahí me di cuenta que dios no lanza rayos. Y ahí dejé de creer en dios, soy agnóstico, no soy ateo, bueno sé para qué viene todo esto, creo que para hacerlos reír.  (risas)

Ana Cacopardo: Bueno, es una crónica del resistente Basterra. Bueno Víctor, estamos en tiempo de ir cerrando, quería darte el micrófono para compartir algunas reflexiones en torno a volver a eso básico, que es el sentido, el legado que de alguna manera una generación tiene. Y si querés, para ser menos ambicioso, ¿Víctor Basterra con tu experiencia, tan singular, única qué pretende transmitir? Un legado que cuando asume el tono de lo heroico parece tan lejano, digo para los pibes, d te hablo a los pibes que son muchas veces los que muchas veces ponen la escucha, entonces, ¿qué te importa transmitirle a esos pibes en términos de un legado que los movilice a ellos en las circunstancias de hoy?

Víctor Basterra: En algún momento lo dije, dije que se ha avanzado mucho en muchos derechos, hay que sentarse, hay que clavarse en esos derechos e ir por más derechos, en lo histórico buscar la mayor cantidad de verdad posible, porque eso nos abre el panorama. Hay que estar satisfecho de lo que se ha conseguido, de lo que se ha logrado, a veces con esfuerzo, en realidad  es la sumatoria de muchos años de pelearla, no por parte mía exclusivamente, por colectivos, de los cuales yo formé parte. Y lo que logró  hay que ir profundizándolo, estuvimos 20 años con leyes que nos impedían fundamentalmente la justicia, el poder atar, la memoria siempre ata, pero poder atar abiertamente desde la perspectiva de que se realice la justicia en la Argentina y ahora está abierto eso, si bien ahora se ven algunas cosas que son operaciones, son dignas de mirarlas con atención.

Ana Cacopardo: Los huevos de la serpiente ¿cuáles son Víctor?

Víctor Basterra: Y, por ejemplo la televisión que se te mete en la casa. El otro día me invitaron a “Intratables”, que puedo hacer ahí yo, en medio de reflexiones que son absolutamente superficiales y la pelea es constante. Y eso es lo que entra en las casas, en la televisión, y  los educadores tienen que trabajar mucho sobre eso, en la influencia que tienen, esa mala influencia.

Y la mano dura. El problema es cómo se reagrupa  de nuevo con determinados valores a sectores de la sociedad que eran los que quedaron fuera. Hay generaciones, hay pibes, hay cuatro generaciones sin laburo, que han visto a su abuelo, a sus tíos, a su viejo, a sus hermanos, ¿qué podemos esperar de esa situación?, todo un armado muy lento, esa también es parte del huevo de la serpiente y después todo el poder económico que está atrás de la venta de armas, de droga, contra eso y bueno, ese es un huevo de la serpiente. Y contra eso hay que trabajar.

Ana Cacopardo: Víctor, hay una pregunta ritual que me gusta hacer siempre que cierro las “Historias Debidas” que hacemos en Canal Encuentro. No tenemos tus fotos, pero si pudieras establecer un diálogo con el pibe que estaba formando en esos talleres de obrero gráfico, en esos años que empezabas a militar, te imaginas que pudieras charlar con él, él te viera hoy, ¿qué pudiera pasar en ese encuentro imaginario? ¿Qué te diría si te viera hoy?

Víctor Basterra: Y me diría ese pibe, “qué pelotudo, cómo te dejaste agarrar”.

Ana Cacopardo: ¿Alguien quiere hacer alguna pregunta para Víctor?, ¿estamos no? ¿Tenemos cinco minutos?

Pregunta del público: Bueno, volviendo a las fotos y a ese mandato militante que hizo que las rescate, quería preguntarle sobre algunos de los puntos que esta muestra logró en el 2012 en octubre cuando se identificó a Sosa en Montevideo. Quería saber cómo recibe esa noticia, si se encontró con la familia de Sosa, sobre eso.

Víctor Basterra: Está bien lo que preguntás, porque no fue en Montevideo, fue en Mercedes.  El Espacio por la Memoria, organizó un periplo para mostrar las fotos en Mercedes, en Carmelo, en Maldonado y en Montevideo. Y luego esa muestra quedó en el enorme Museo de la Memoria, pero fue en Mercedes donde después de casi 30 años, desde el año 84´, si, casi 30 años, que había sido presentada esa foto hubo una persona que había vivido con este chico en una pensión en Buenos Aires y dijo este es Luján, Luján Sosa se llama y trajeron una foto de aquel momento y era el chico este. La madre no lo quiso reconocer porque eso es muy doloroso para una madre. Pero si, esa foto fue notable después de 30 años de haber sido presentada y haber recorrido varios lugares, fue vista en Mercedes, es lo mismo que lo que pasa acá en los pueblos, ¿no? En los pueblos uno lleva la muestra y de repente reconocen a algún represor, bueno esas son las cosas que pasan.

Ana Cacopardo: Bueno, les propongo cerrar como corresponde con un aplauso.

Comentario del Público: 30.000 compañeros detenidos desaparecidos presentes. Ahora y siempre.

 

*Entrevista pública realizada el 7 de abril de 2015, en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. El en marco del cierre de la muestra “Rostros fotos sacadas en y de la ESMA”.

Notas:

(1)   Algunas de las personas retratadas en las imágenes.

 

 

Edición final: Florencia Larralde Armas.  

 

 

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