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No marchamos solas, marchamos acompañadas. Crónica de la Segunda Marcha de Mujeres Originarias

Aletheia, volumen 6, número 12, abril 2016 ISSN 1853 - 3701

 

Brown/ Dossier en PDF

 

Giselle Brown*

FaHCE, UNLP

giselle.b@hotmail.com

 

 

 

La Segunda Marcha de las Mujeres Originarias por el Buen Vivir como derecho, tuvo lugar el 21 de Abril de 2016 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (1). Este año, el grito elegido para hacerse visible fue: “sin nosotras no hay país”. Es por eso que este camino partió del monumento al “héroe nacional” Julio Argentino Roca, figura que representa para toda la resistencia indoamericana uno de los máximos exponentes del poder genocida que construyó la Argentina que querían unos pocos, derramando la sangre de muchas y muchos.

Sin embargo, esta ocasión nos convocaba a darle la espalda. Antes de comenzar la marcha, llenamos las rejas que protegían su monumento con pequeñas cintas negras. El color de las cintas me hacía pensar en un duelo, las mujeres estábamos organizándole el entierro a Roca. Éramos varias, diversas. Mujeres de todos colores, mujeres de sonrisa y abrazo contagioso, de caricias que tienen otro tiempo, de mimos desinteresados.

Estábamos teniendo un momento de encuentro que permitía explicitar que aunque fuésemos todas mujeres, no significa lo mismo ser mujer en una comunidad, que no serlo. Ser mujer originaria implica una estrecha relación con los territorios sagrados, con la cultura y especialmente con la memoria:

“En los pueblos originarios a diferencia de la cultura occidental, la encargada de transmitir la cultura ha sido siempre la mujer, por eso, a diferencia también de la cultura occidental, para los pueblos originarios es importante que el primer hijo sea una mujer y no un varón. Eso es algo que también se ha impuesto, y se ha generalizado, digamos, como una transculturación. Para nosotras es súper importante porque las mujeres somos las transmisoras, las dadoras de vida y las transmisoras de la cultura, y en ese rol estamos hoy, porque eso no se ha perdido, se ha seguido haciendo; está oculto, está sincretizado. Las hermanas están resistiendo en las comunidades y hacen cosas increíbles, el tema es que si uno no va, no las descubre, no se entera de lo que está pasando ahí, parecería que eso no existe. Acá se pueden decir muchas cosas, pero lo importante es que las hermanas vengan acá, nosotros justamente tenemos que tener ese rol, de poder ser el nexo entre las hermanas, las que estamos acá aunque somos descendientes de pueblos originarios, somos pueblos originarios, no pasamos las mismas situaciones, tenemos otras situaciones, por ejemplo acá yo (...) tuve tres horas para viajar, porque dejó el tren de andar por el camino, después me tuve que tomar un colectivo y así siguiendo, bueno. (…) Pero no es lo mismo, no nos va la vida en eso, a las hermanas sí. Entonces nosotros el compromiso que tenemos ahora, hoy, ahora es visualizar toda esa situación que padecen las hermanas en sus lugares de origen, pero nadie se ocupa de eso, es muy difícil incluso para nosotros trasladarlas, conseguir algún pasaje, tenemos que hacer justamente, actividades económicas para poder conseguir recursos para que ellas puedan viajar, ir a buscarlas, traerlas, alojarlas, bueno, todo lo que implica el traslado. Nosotros no contamos con pasajes, ni con partidas especiales de los gobiernos (…) incluso los diputados de vanguardia, por decirlo de alguna manera, que también tienen sus recursos bueno, los utilizan para sus cosas. Así que esto es un trabajo autogestivo que estamos llevando adelante, pero no nos quejamos, porque lo queremos hacer, así que acá estamos (2)”.

Por eso no podemos dejar de lado que las verdaderas protagonistas, las voces alzadas en este encuentro, eran las de las mujeres originarias. Ellas organizaron, y llevaron a cabo una marcha que realmente les era significativa. Nuestros cuerpos fueron convocados a habitar de otra forma el espacio público a la hora de marchar. Compartimos el camino de la movilización, en filas de a ocho, sin amontonarnos, porque en los espacios que nos separaban encontrábamos la compañía de los antepasados. Esta propuesta implicó que quienes asistimos a la marcha, dejáramos de lado las formas de marchar que conocíamos, para caminar por la ciudad de Buenos Aires de otra manera, entendiendo, que ahora los espacios entre nosotres (3), son más manos que resisten en el camino de la lucha por el buen vivir como derecho.

Elijo resaltar que este es un camino compartido por varias razones: primero, porque no llegué sola allí, sino que lo hice acompañada de varias compañeras de militancia y de la carrera que estudio. Segundo, porque realmente estábamos compartiendo el camino, pisando el espacio público como no quieren que lo hagamos: juntas, solidarias, y alzando la voz. Estábamos acompañándonos.

Quienes parecían todavía no entender cómo construir desde el encuentro el diálogo y la diversidad son las autoridades de la Ciudad. La marcha fue “custodiada” en todo su recorrido por un cordón policial invasivo, incómodo e incomprensible para la forma en que la marcha se estaba dando. ¿Habrá sido la música originaria lo que se presentaba como desafiante para que el gobierno de la Ciudad enviara a la policía metropolitana a vigilarnos? ¿O habrán sido las banderas mapuches, las whipalas y las canciones las que incomodaban? ¿O tal vez lo serían las mujeres originarias exigiendo a gritos la parte del mundo que les corresponde (4)? Su presencia nos recordaba que el ojo del Estado no quiere ver a los pueblos abrazados, sino que los quiere tolerantes, y separados, nunca diversos y disputando lo que nos corresponde. Nunca acompañándonos y resistiendo de conjunto.



Mientras los hombres duermen son las mujeres las que amanecen” (5)

 

Esta segunda marcha de las mujeres originarias gritaba ante el asfalto y el Congreso (que hace oídos sordos) que la relación de las mujeres con los recursos naturales y el territorio está cargada de situaciones inimaginables incluso para varones hermanos de las comunidades. Ellas luchan “contra cualquier tipo de modelo extractivista que deje pan para hoy y hambre para mañana” (6). Ellas viven al problema de la megaminería, y la contaminación, como una situación que las afecta directamente. Se relacionan, y militan por tener otro vínculo con los recursos naturales, para que el buen vivir como derecho sea una práctica real. Aun así, aunque sus voces se alcen por el bien de la comunidad en general, ellas son relegadas:

“Nos miran como mujeres despreciadas, como mujeres incapaces de defenderse, de tomar la palabra, de empoderarse, y sin embargo nosotras estamos defendiendo nuestros territorios y estamos elaborando propuestas, propuestas que ni siquiera la academia discute (…) la gente nos mira y nos pregunta de qué países somos y le decimos somos de acá, pero somos naciones originarias, y es como que es una bofetada a la memoria de ellos, una memoria construida desde la mentira, entonces simbólicamente es muy fuerte el estar caminando por las callecitas porteñas con nuestra vestimenta, con nuestra música, con nuestros gritos, es muy fuerte, y me parece que Argentina recién ahora está empezando a despertar en su identidad indoamericana, le cuesta hacerse cargo. El interior no le quedó otra que asumirlo por las luchas territoriales que se han dado. Acá nunca hubo en Buenos Aires una recuperación territorial, ahora nosotras, mujeres indígenas estamos evaluando hacer una recuperación aquí en Buenos Aires y eso va a traer un conflicto que todavía no ha surgido. (…) Entonces estamos pensando también en traer las luchas territoriales a esta ciudad asfaltadita.

Las mujeres somos en definitiva las guerreras, que ponemos el cuerpo en nuestros territorios. (…) Recién las hermanas contaban que el cambio climático para ellas es que están desde las dos de la mañana hasta las seis juntando agua (…) Son las mujeres las que juntan el agua, son las mujeres las que van a lavar la ropa a 3 km y medio. (…) Sentimos que cuando los hombres vienen, reclaman por el territorio, se olvidan, se olvidan las necesidades específicas nuestras, porque como no son ellos los que están, mientras los hombres duermen son las mujeres las que amanecen y bueno, nos cansamos y queremos empezar a hacernos cargo de nuestro propio destino, ya no más de los hombres” (7).

Las mujeres originarias, ubicadas en un escenario frente al Congreso nacional, fueron subiendo una por una a comentar la particular situación de las comunidades. Pero sobre todo de las mujeres que allí residen. La palabra circuló con emoción. Y cada compañera fue recibida y despedida con un abrazo. Sus intervenciones gritaban que realmente estaban cansadas y sufriendo por que no pueden acceder a condiciones de vida dignas. El agua, la tierra, el trabajo, la salud y la educación pública que incluya sus creencias les son negados. El Estado persigue sus cuerpos, sus territorios, y busca silenciar las lenguas que hablaban sus antepasados. Sin embargo, aunque esto les duele, no dejan de resistir, ya que muchas veces ellas, son la única fortaleza para que sobrevivan les demás.



Mujeres en círculo

“Las mujeres originarias hemos decidido ya no venir a Buenos Aires a marchar. Sino a empezar a hablar en otros términos con el Estado Argentino. Porque estamos muy cansadas. Nuestra demanda del buen vivir como derecho es una esperanza para el país. Plantea recuperar la reciprocidad con la naturaleza y entre los pueblos. Plantea una interculturalidad distinta, no paternalista del Estado hacia los pueblos sino desde los pueblos hacia el pueblo argentino. Es otro paradigma completamente diferente. Y creemos que se debe construir no solamente en la resistencia, la lucha, sino también la propuesta de manera pragmática. Así que estamos más que indignadas, con la negación la omisión (8)”.

Las mujeres originarias, finalmente, decidieron en asamblea, reunidas y hermanadas, que ya no vendrán más a Buenos Aires. Ellas se concentrarán en la defensa de sus territorios, porque, aunque "el territorio viaja con cada persona. El territorio es nuestra casa. El territorio también es nuestro cuerpo y el territorio es donde se concreta la libre determinación de los pueblos" (9).

Lo distintivo de la decisión se encuentra en la manera en que fue tomada. La tomaron las mujeres. Opinaron todas las hermanas de las comunidades presentes. Algunas propuestas surgieron desde el corazón. Como la que trajo una hermana de Tilcara ante la falta de respuestas del Congreso. Ella pedía que les funcionarias se comprometan ante los elementos sagrados, formando un círculo entre todes. Ella pedía que el compromiso se dé en el marco de las creencias de las comunidades, y no en el marco de la lógica occidental, ajena totalmente a los vínculos con los elementos que son fuego, tierra, aire y agua. Esta decisión, también fue motivada por el hecho de que el proyecto presentado el año anterior por el Buen Vivir como derecho, fue cajoneado e ignorado.

Las mujeres originarias también expresaron que deciden terminar su ciclo de marchas en Buenos Aires, porque el número dos, es par y cierra un círculo que esperan, siga dejando su huella, mediante el compromiso y la acción de quienes ven al Buen Vivir como fundamental para vivir en comunidad.

La manera en que toman las decisiones las mujeres de las comunidades muestra que hay un recorrido previo de encuentro entre ellas, que es herencia de sus vínculos ancestrales, que no deja de lado a los elementos sagrados, y que reafirma a los círculos de mujeres como un espacio especial:

“Hay círculos de mujeres, hay diferentes cuestiones en las que la mujer termina volviendo a lo ancestral. Y es porque lo tenemos adentro. (…) las mujeres estamos mostrando que hay algo adentro nuestro que es más fuerte que todo lo que nos impusieron. (...) por eso existen los círculos de mujeres. (...) Tenemos que volver a apreciar nuestro ciclo, la luna, a interpretar lo que significa la luna en nuestra vida, lo que significa en nuestro parto, la manera de traer hijos al mundo, los partos naturales, la fitoterapia, la buena alimentación. Nos estamos convirtiendo en maquinitas, comemos los que nos dan, decimos lo que nos dicen que tenemos que decir, hacemos lo que nos dicen que está bien. Y nos están tratando como seres que no sabemos lo que tenemos que hacer. Lo sabemos, las mujeres lo sabemos. Ya desde el momento en que parimos. Tendríamos que empezar a volver a eso. Yo creo que si todas volvemos a eso, y empezamos a educar a nuestros hijos en eso, le ganamos al capitalismo por goleada (10)”.

La marcha finalizó, con una ceremonia, en la que les presentes tomamos el compromiso que les funcionaries no hicieron. Reunides en círculo, tomades de las manos, una que recibe, y otra que da, fuimos partícipes de la ceremonia que las hermanas realizaron. El fuego era nuestro centro. El Congreso por esta vez no constituía la norma. Sólo se presentaba como una monumental construcción, que sigue aún sin representar al conjunto de nuestres hermanes. Y que parecía completamente ajeno a lo que presenciábamos.

Las mujeres originarias saben cómo seguirá su lucha. Lo saben porque se organizan para continuar. Pero lo saben también porque la resistencia es parida por ellas, porque el fuego indoamericano, les arde en el pecho. "Es que la madre tierra es mujer como nosotras. Si ella está fértil, vital y armónica, también nosotras lo estaremos. Y si nosotras estamos fértiles, vitales y armónicas, también la madre tierra lo puede estar" (11).



Notas

  1. La Primera Marcha de las Mujeres Originarias por el Buen Vivir, se realizó el 21 de Abril de 2015 en Buenos Aires. Las mujeres de las 36 naciones originarias, llegaron a la capital para presentar el ante proyecto de la ley del buen vivir, y tomar la palabra en el Congreso. Este escrito, proponía la creación de un consejo de mujeres originarias por el buen vivir. Su realización fue producto de varios encuentros anteriores entre las hermanas en todo el país, quienes se organizaron para visibilizar la particular situación de las mujeres dentro de las comunidades, y en relación con la madre tierra.

  2. Entrevista realizada por Sabrina Rosas a Marta Berreta mujer mapuche, de la comunidad de Los Toldos, residente en la provincia de Buenos Aires, el día de la Segunda Marcha de Mujeres Originarias por el Buen Vivir como Derecho.

  3. Elijo utilizar por momentos la letra e como expresión de mi posición política respecto al lenguaje sexista, que proclama que lo universal debe escribirse en masculino, dejando por fuera a muchas identidades, corporalidades y sexualidades.

  4. Poesía “India” de Patricia Karina Vergara Sánchez http://estabocanecia.blogspot.com.ar/search?q=soy+india

  5. Entrevista realizada por Giselle Brown y Sabrina Rosas a Moira Millán el día de la Segunda Marcha de las Mujeres Originarias por el Buen Vivir como Derecho. Ella es parte de la comunidad Mapuche referente de las Mujeres Originarias, y organizadora de la marcha.

  6. Entrevista realizada a Ana Banega por Giselle Brown y Sabrina Rosas el día de la Segunda Marcha de las Mujeres Originarias por el Buen Vivir como Derecho. Ella llegó desde Chubut y está organizada en la asamblea vecinal de Puerto Pirámides, en detrimento del extractivismo.

  7. Entrevista realizada a Moira Millán por Giselle Brown y Sabrina Rosas, el día de la Segunda Marcha de las Mujeres Originarias por el Buen Vivir como Derecho. Ella es parte de la comunidad Mapuche, referente de las Mujeres Originarias, y organizadora de la marcha.

  8. Entrevista realizada por Giselle Brown y Sabrina Rosas a Moira Millán el día de la Segunda Marcha de las Mujeres Originarias por el Buen Vivir como Derecho. Ella es parte de la comunidad Mapuche, referente de las Mujeres Originarias, y organizadora de la marcha.

  9. Ante proyecto de ley para la creación del Consejo de Mujeres Originarias por el Buen Vivir.

  10. Entrevista realizada por Giselle Brown y Sabrina Rosas a Ana Banega el día de la Segunda Marcha de las Mujeres Originarias por el Buen Vivir como Derecho. Ella llegó desde Chubut y está organizada en la Asamblea Vecinal de Puerto Pirámides, en detrimento del extractivismo.

  11. Ante proyecto de ley para la creación del Consejo de Mujeres Originarias por el Buen Vivir.

 

* Feminista. Estudiante de profesorado en Historia en la Facultad de Humanidades y Cs de la Educación (UNLP).

 

Galería de Imágenes II Marcha de Mujeres Originarias, por Sabrina Rosas


   Millan y Cortiñas

Moira Millan y Nora Cortiñas juntas en la II Marcha de Mujeres Originarias

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Extensil con la consigna de la II Marcha de Mujeres Originarias, “Sin nosotras no hay país”

 

Marcha Mujeres originarias

Marcha Mujeres originarias II
Reunión en el Monumento de Julio A. Roca minutos antes de comenzar la marcha


Marcha Mujeres originariasIII

 

 

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