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Aletheia es una revista electrónica semestral sobre problemáticas de historia y memoria colectiva en torno al pasado reciente argentino y de las sociedades latinoamericanas, en sus aspectos sociales, económicos, políticos y culturales.

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Memoria individual y presentes subjetivos. Notas durante un viaje.

Aletheia, volumen 2, número 3, noviembre 2011. ISSN 1853-3701

Crónica/Botia en PDF 


Hernando Augusto Botia M.*

(UNLP- FacHCE- MhyM)

La Plata, Argentina. 2011

nanbot@gmail.com

Resumen:

La temporalidad interna se vincula de modo complejo con la exterior. Este ensayo diserta sobre las posibles relaciones que la memoria individual tiene con una noción subjetivista de totalidad. Se apoya para ello en la vivencia narrada en primera persona precisamente durante el viaje a la ciudad de Sao Paulo. Una posible conclusión general es la importancia de la estratificación generacional y socioeconómica en la construcción arbitraria de la memoria individual.

 

Palabras clave:

memoria individual, masas urbanas, periferia, São Paulo, Brasil, Gerard Namer.

 

 

Un titulo inicial para lo que el lector recorre en este momento llevaba las palabras memoria y totalidad, por honestidad con él mismo se renunció a unir lo que parece separado: lo parcial y lo absoluto, lo antropológico y lo histórico, la cotidianidad y la geopolítica. Pero la pregunta por la visión subjetiva que se tiene de la totalidad, del recuerdo de algo llamado totalidad y su proyección en cualquier presente vivenciado es legítima. ¿Cómo el tiempo interno ensimismado y emotivo se relaciona con la totalidad de las cosas que puede concebir dentro o fuera de sí mismo?

El tema de la memoria, la palabra misma, riñe con el de la totalidad. Deseamos sugerir, a través de un el recuerdo individual, la idea de que el campo de los estudios de la memoria merece considerar la noción de totalidad. En vista de que lo que se entiende como memoria esta vinculado a la parcialidad temporal, o de las subjetividades análogas, hablar de totalidad en la misma disertación habrá de despertar dudas. En pos de este fin se habla desde el viaje como uno de los momentos que permite la vivencia sin demasiados condicionamientos. En la formación en investigación social se persiste en el tema de la vinculación durante la investigación, pero el viajero, haya leído o estudiado lo que sea, se escapa momentáneamente de sus diversas implicaciones.

Largas páginas se han escrito sobre el estado fronterizo que sufre o goza quién va de un lugar a otro, el viaje corporal y su correlato con el cambio interno. Sobre todo si se va lejos, verbigracia entre dos Estados, y si se admite que la tecnociencia logra que el planeta se nos aparezca cada vez más pequeño. Creemos no ser parte de la nación de origen ni menos aún de la que nos recibe. Recordar durante una experiencia de viaje muestra el color racionalizado con que envolvemos una actividad que no deja de sorprender por su aparente aleatoriedad: recordar.

 

Fuimos a Brasil en septiembre de 2011 a un evento de arte comunitario pero el plan cambió cuando al llegar supimos que quien nos confirmó la participación sobrepasó sus funciones, la organización era comunitaria pero al fin y al cabo jerárquica. De un momento a otro los planes debieron ser recompuestos: hablar con otras gentes y organizaciones. Nuestra anfitriona, una joven brasileña que había estado en Colombia, nos interpretaba lo que sucedía a nuestro alrededor en un castellano de acento meloso y ayudó a reconducir rápido los intereses mientras explorábamos otra ciudad y otra lengua. Después de un largo viaje en bus, tren y bus de nuevo ya habíamos planeado la semana de estadía.

Pero no es esta una crónica donde la continua sorpresa se contrasta mediante a renglón seguido con el entorno original del viajero. Se trata de un ensayo afincado en la vivencia de un viaje y que piensa la ciudad nueva como un recuerdo de la totalidad desde la particular condición de trabajador asalariado viviendo en una zona periférica.

 

São Paulo es muy grande para un colombiano que viene de una ciudad que no sobrepasa los tres millones de habitantes, es diez veces o mas grande en cuanto población pero de seguro mucho mas  territorialmente, sin embargo la sensación de que el conjunto me era familiar era constante, en el psicoanálisis de la vieja escuela se habla de lo ominoso como aquello que nos resulta familiar y extraño a la misma vez, y aunque la raíz lingüística común del castellano y el portugués hablado en Brasil o la raigambre católica pueden ser claves de esa ambivalencia algo más me hacía sonreír con frecuencia imaginando que uno de esos trenes o metros o buses me llevaría al barrio residencial de edificios pequeños con mi familia. Mis sentidos tomaban por indicios de la totalidad de mi experiencia previa las constantes instrucciones a los usuarios por apabullantes altavoces, la señalización escrita en inglés, la pulcritud de los vagones de tren, la ausencia de vendedores ambulantes en los mismos.

 

El aire coercitivamente civilizante me hacía sentir como en casa. La urbanidad es muy apreciada en mi país, el buen comportamiento en público se aprende desde joven y subculturas que tienen ese aire juvenil que los gobernantes buscan educar. Un día fuimos a un evento gratuito cuyo volante mostrando una guitarra rodeada de llamas me sedujo y digo así porque seducir es prometer algo que tal vez no se cumpla.  Trampa es una banda de metal alternativo que suena a Deftones (1) y junto a la Orquesta Filarmónica de Brasil estaban de gira civilizante con auspicio oficial, los muchos asistentes eran jóvenes, algunos no tanto, como mi persona, y otros pocos pero conspicuos contemporáneos de Mick Jagger (2). Todos oíamos apaciblemente sentados salvo cuando el vocalista invitaba a saltar y algunos fanáticos del género o del grupo lo hacían en el estrecho espacio frente a su silla o salían a los pasillos para fingir ambiente de concierto tumultuoso y eufórico. Cámaras digitales y smatphones (3) registraban pedazos del sonido y luz de la realidad. Una nostalgia falsa me recorrió, nunca estuve en un concierto masivo y agitado, ni tampoco oyendo una filarmónica o sinfónica interpretando una sobria selección clásica. Pero haber filmado me infundía cierto control del “hecho”.

 

En la vida diaria sería ridículo pensar en algo así como el origen del orden social, el sucedáneo práctico es nuestra propia biografía como conjunción de toda la cultura anterior y presente que se asume como totalidad dada, como límite natural de la realidad posible. La tecnociencia informática sostiene para quienes logran pagarla o robarla las bases de un presente inmortalizable que condensa todo lo creemos único pues allí estuvimos presentes, un museo personal fácilmente preservable y exhibible. “Míralo ya mismo, Carpe diem” (4) se grita. ¿Una paradoja más aún? Parecería que nunca había sido tan fácil recordar y a la vez había importado tan poco la historia.

 

Es posible extenderse en circunstancias que sostenían esa certidumbre ambigua que servía para presuponer que un vehículo no se detendría en la esquina para dar paso al viandante y que los domingos hay que prestarles mayor atención pues regresan de fiesta y podían no vernos a tiempo así lo anduviéramos por la vereda. Los negros urubus (5) que esperaban pacientemente en tierra o volando y veíamos durante los largos viajes intraurbanos por calles azarosas y oscilantes para llegar a las colinas lejanas, donde a la noche, en uno esos edificios monobloques donde las personas viven muy juntas pero se desconocen y hacen su comida en estrechas cocinas. Veíamos un par de horas la  televisión pública con la dueña de casa antes de descansar y ella salía a trabajar muy temprano.

 

Trabajar y luego esperar durante la noche para regresar al trabajo. Hasta el fin de semana cuando los más jóvenes viajaban de nuevo hasta alguna farra acalorada acompañada de cachaça (6) o cerveza y la oferta discreta de sustancias ilegales en una balada (7) saturada de funk (8). Los ya un poco mayores se quedaban en el barrio, lucían su mejor ropa y a la luz del día hablaban también acompañados de bebidas alcohólicas.

 

Consideremos para concluir y según lo último dicho, como espera para ir al trabajo, el escaso “tiempo libre”. Si tenemos en cuenta que se gasta una buena proporción viajando por una megalópolis, a pesar de un sistema de trenes y metro urbano que corren a nivel, por encima y por debajo de las rodovias, (9) lo que se hace con las horas de descanso.

Era domingo en Tiradentes, la zona popular en que fuimos alojados: 350 mil personas o más habitan lo que ellos mismos, mis anfitriones, señalan como una parte de la periferia. Barrio de trabajadores y comerciantes, sobre todo pequeñas tiendas o almacenes de comestibles tiene además abundantes  peluquerías adonde las mujeres, aún ese día de mercado, van con frecuencia para mantener el pelo alisado.

Me senté a la entrada de una tienda de dos mesas y en cuya barra ese mediodía un grupo de hombres  escancian de botellas de litro cerveza a vasos de vidrio. Reían y de vez en cuando miraban el  televisor, que transmitía un concierto donde bailaban las mujeres y los hombres cantaban variaciones de samba, de funk y de muchos otras músicas que mi oído apenas logró distinguir. Los mostradores  brillaban adornados con botellas de cachaça llenas de ajos y ajís multicolores. Apenas se logra ver la otra vereda, la calle estaba atascada por tres hileras longitudinales de puestos madera y techos de lona o plástico. Verduras, frutas, mercancías chinas y comidas recién hechas se negocian aprisa entre el griterío y bajo un sol canicular.

Por los mismos días en Europa se habían dado protestas con arengas similares a las que iniciaban frente al  núcleo financiero de Wall Street. Aquí es la periferia y los cincuentones cerveceros tienen motivos para sus carcajadas. Un vendedor de fruta dice: "Oiga, señora, venga, présteme atención: Tengo siete hijos, ayúdenme a mantenerlos, abacaxi (10) delicioso a dos reales!" Que deje de cogerse a su esposa y lo haga con alguna otra le grita uno de vientre abultado, piel morena y cabello corto y canoso cuya camisa blanca y pantalón color habano impecables y recién planchados desvían la atención de las sandalias plásticas que completan su atavío.

 

Lo notado al inicio, el aire civilizante e impositivo que me resultaba incluso confortable, apunta al tipo de relación implícita en la ciudad entre masas y administradores: la subordinación. Socialización que se recuerda especialmente en el tiempo libre como señala Namer (2004) y se apunta arriba, la continuidad en el recuerdo que de cada esfera se tiene y que posibilita construirse un mundo a partir de una lectura discontinua cada noche, un visionado somnoliento un poco antes de dormir, permite que cada fin de semana sea uno de los capítulos de lo que las masas comprenden como su vivencia mas valiosa, su vivencia memorable ¿quién comparte fotos en sus servicios de redes sociales del lunes en la mañana en el bus o el tren rumbo al trabajo?

Moverse entre metrópolis hoy permite meditar acerca del carácter complementario de esferas sociales cada vez mas fragmentadas y la heterogeneización de la experiencia cotidiana masificada. En lo que nos importaba proponer estos son condicionamientos de la memoria individual que trata de sobreponerse a un ruido sutil pero constante, el de su propia arbitariedad.

 

Notas

 

(1) Banda norteamericana de metal alternativo.

(2) Vocalista de la banda inglesa The Rolling Stones nacido en 1943.

(3) Teléfono móvil con funciones adicionales a las de un celular común.

(4) Locución latina. El sentido aquí usado es "vive cada momento de tu vida como si fuese el último".

(5) Buitre negro americano.

(6) Aguardiente de caña.

(7) Discoteca, boliche.

(8) Género musical específicamente brasilero derivado del rap, sus letras son de connotación erótica o sexual, el baile es similar al reggaeton caribeño. Pueden encontrarse también  elementos picarescos en sus letras.

(9) Autopista.

(10) Fruta. Ananá o piña.

 

Bibliografía

 

NAMER, Gérard. 2004. “La sociología del tiempo” Historia, antropología y fuentes orales, Número 32. págs. 91-98  ISSN 1136-1700

 

 

*Hernando Augusto Botia M .Estudiante de la Maestría en Historia y Memoria (UNLP - FAHCE). Ha publicado artículos y presentado ponencias en diversos espacios académicos. El artículo “Socialización urbana: caminando entre prostitutas y pensando en <<la metrópolis y la vida mental>> ” aparece en el libro “Georg Simmel y la modernidad” editado este año por la Universidad Nacional de Colombia sede Bogotá.  Campos de interés: temporalidades sociales y cultura contemporánea. Artista gráfico freelance. Sociólogo.

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