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Revisitaciones del objeto discursivo revolución: entre filiaciones y oposiciones en y por las novelas La revolución es un sueño eterno de Andrés Rivera, La astucia de la razón de José Pablo Feinmann y La campaña de Carlos Fuentes

Aletheia, volumen 3, número 5, diciembre 2012. ISSN 1853-3701

Vega en PDF/Artículos

María Angélica Vega*

Escuela de Letras. Facultad de Filosofía y Humanidades.

Universidad Nacional de Córdoba

2012

vega-angie@hotmail.com

 

 

 

Resumen

El fracaso de los proyectos revolucionarios, la instauración de gobiernos militares a lo largo del continente y las discusiones sobre la validez de las grandes narrativas del siglo XIX, que introducen la denominada condición posmoderna, suscitan en América Latina a finales del siglo XX una reelectura desmitificadora del pasado (Pons, 2000). En esta dinámica participan novelas como La muerte de Artemio Cruz (1962) de Carlos Fuentes, El siglo de las luces (1962) de Alejo Carpentier y Yo, el supremo (1974) de Augusto Roa Bastos. Tales novelas inauguran una serie signada por la revisión crítica del pasado en la que podemos inscribir las novelas La revolución es un sueño eterno (1987) de Andrés Rivera, La astucia de la razón (1990) de José Pablo Feinmann y La campaña (1990) de Carlos Fuentes. En el presente artículo observaremos filiaciones y oposiciones en el modo en que estas tres últimas novelas representan el objeto discursivo revolución.

 

Palabras claves: Revolución, novelas, posiciones enunciativas

 

 

El fracaso de los proyectos revolucionarios, la instauración de gobiernos militares a lo largo del continente y las discusiones sobre la validez de las grandes narrativas del siglo XIX, que introducen la denominada condición posmoderna, suscitan en América Latina a finales del siglo XX una reelectura desmitificadora del pasado (Pons, 2000). En esta dinámica participan novelas como La muerte de Artemio Cruz (1962) de Carlos Fuentes, El siglo de las luces (1962) de Alejo Carpentier y Yo, el supremo (1974) de Augusto Roa Bastos. Tales novelas inauguran una serie signada por la revisión crítica del pasado en la que podemos inscribir las novelas La revolución es un sueño eterno (1987) de Andrés Rivera, La astucia de la razón (1990) de José Pablo Feinmann y La campaña (1990) de Carlos Fuentes. En el presente artículo observaremos filiaciones y oposiciones en el modo en que estas tres últimas novelas representan el objeto discursivo revolución.

En este trabajo entendemos adecuado explicitar el modo de participación de las novelas de Andrés Rivera y la de Carlos Fuentes en la tradición historiográfica argentina. Al respecto, en tanto ambas comparten el objeto Revolución de Mayo y concurren en un gesto revisor de la historia argentina canónica desde Mitre en adelante, postulamos que participan en la formación historiográfica revisora que disputa a la línea liberal-mitrista el sentido legítimo del objeto revolución.

Según Charaudeaux y Maingueneau (2005), el analista se ve llevado a recortar campos discursivos provistos por posiciones enunciativas que se definen por los valores defendidos e indican una identidad a la vez social e ideológica. Siguiendo a los autores, recortamos un campo discursivo historiográfico revisor y escenificamos posiciones relativas al objeto Revolución de Mayo: discursos historiográficos de Norberto Galasso (1995), Ernesto Quesada (1917) y José Pablo Feinmann (1996, 2009). Finalmente, por remisión a tal campo, mostramos haces de oposiciones en la construcción del objeto Revolución de Mayo en y por La campaña y La revolución es un sueño eterno

Para escenificar posiciones historiográficas revisoras de la historia oficial seleccionamos los siguientes discursos: La revolución de Mayo (el pueblo quiere saber de qué se trató) (1995) de Norberto Galasso, fragmentos de “Acha y la batalla de Angaco” presente en La época de Rosas (1917) de Ernesto Quesada, el capítulo “La razón iluminista y la Revolución de Mayo” del libro Filosofía y Nación (1996) y los artículos “Facundo, el filósofo” (2009) y “Apuntes sobre la Revolución de Mayo” (2009) de José Pablo Feinmann publicados en el diario Página 12 a propósito del bicentenario.

Norberto Galasso (1995), al promediar la década menemista, desmiente la versión de un Mayo elitista, separatista y pro-inglés, expresión del colonialismo y la ideología dominante tendiente a legitimar una política de subordinación y elitismo presente, caracterizado por la elección como figura del proceso revolucionario de un Mariano Moreno liberal europeizado, antecedente de Rivadavia, abogado de varios ingleses, autor de la Representación de los hacendados cuyo objetivo era el libre comercio, pero, jamás autor del jacobino Plan de operaciones (Goldman, 1992). En contrapartida, Galasso representa al pueblo como agente histórico orientado por una pequeña burguesía jacobina – Mariano Moreno y Juan José Castelli participan de ella- y tiende una línea de continuidad entre las insurrecciones populares españolas del año 1808 y las insurrecciones populares latinoamericanas del año 1810.

Ernesto Quesada (1917), uno de los primeros en revisar la historiografía argentina a fines del siglo XIX, construye su objeto aportando una visión más amplia que la de Norberto Galasso, en cuanto marca que la revolución fue obra de los sectores de poder de Buenos Aires que pretendían heredar el poder de la sociedad colonial, aristocrática y predominantemente urbana, enfrentada con las fuerzas sociales del interior, de origen predominantemente rural, que fueron aglutinando los caudillos. Tomando como eje las luchas por la democratización del poder, configura a Mayo como la inauguración de una serie de conflictos entre la ciudad puerto y el interior.

José Pablo Feinmann (1996, 2009), cercano a Ernesto Quesada, muestra como la adopción de la racionalidad occidental, por parte de la clase dirigente, implicó el desconocimiento del valor de los sentidos laterales representados por la posición social, política e histórica del caudillo federal: Facundo Quiroga en Facundo de Domingo Sarmiento pero también Felipe Varela en su novela La astucia de la razón. Asimismo, en Filosofía y Nación, a mediados de la década del 70 y en desacuerdo con el accionar armado de la vanguardia peronista, representa un Mariano Moreno iluminista, jacobino, soberbio y solitario, con plan pero sin pueblo, que elige la ideología como sujeto de la revolución e invade las provincias desconociendo sus representantes.

Los matices entre tales posiciones interesan porque amplían la visión del objeto discursivo Revolución de Mayo y permiten situar las novelas La campaña y La revolución es un sueño eterno por referencia a los mismos: burguesía jacobina conductora y carácter americano de las insurrecciones que convoca la idea de la Patria Grande en los textos de Norberto Galasso, luchas del interior contra el centro porteño por la democratización del poder en la obra de Ernesto Quesada y ausencia o precariedad del lazo social entre el pueblo y el líder ilustrado en los estudios de José Pablo Feinmann.

Observamos que en La campaña el objeto Revolución de Mayo se inscribe en el espacio americano, las “republiquetas” son configuradas como un espacio interior liderado por caudillos en tensión con el poder porteño, los conductores revolucionarios son jacobinos y el lazo social entre el pueblo y el conductor político es precario. Por el contrario, en La revolución es un sueño eterno el objeto Revolución de Mayo se inscribe en el espacio del Virreinato del Río de la Plata, no presenta caudillos del interior como agentes de la revolución, es predominante el rol del conductor político de Buenos Aires (Mariano Moreno y Juan José Castelli) y no revisa críticamente el lazo social del líder con las masas sino más bien los errores del plan político de Mariano Moreno. En síntesis, mientras La campaña comporta todos los rasgos acentuados por las posiciones enunciativas revisoras, La revolución sólo presenta el carácter jacobino de los conductores y la alusión al Plan de operaciones de Mariano Moreno como plan de conquista del interior (Goldman, 1992).

En este punto propongo ingresar la novela de José Pablo Feinmann al corpus y tomar La campaña como un operador de lectura en la medida misma en que ésta posibilite iluminar las posiciones enunciativas de las novelas en torno a tres nodos problemáticos que delinean el objeto revolución: carácter americanista - centralista de la revolución, competencia del subalterno (neo) colonial ilustrado - no ilustrado y revisión crítica del lazo social entre las masas y el líder - ausencia de tal revisión.

En primer lugar, mientras La revolución representa el objeto revolución en el escenario del Virreinato del Río de La Plata cuya sede es un Buenos Aires en conexión con las metrópolis, La campaña y La astucia construyen el objeto revolución por referencia al espacio americano reivindicando espacios distintos de Buenos Aires. En La astucia, en el año 1964, el personaje John William Cooke sutura el proyecto revolucionario argentino con la reciente revolución cubana integrando ambos acontecimientos en un mismo movimiento socio-histórico y el personaje Hugo Hernández se autodefine como un pensador “latinoamericano” y “no marxista” por considerar que el marxismo es una filosofía con sede en el espacio del colonizador.

En La campaña, Baltasar Bustos durante once años realiza un recorrido por distintos escenarios americanos: desde la estancia paterna en la pampa viaja a Buenos Aires a los 17 años huyendo de la barbarie gaucha, en Buenos Aires participa de los círculos ilustrados, regresa a la pampa donde decide viajar a Chuquisaca para luchar con Castelli, en Jujuy se incorpora al ejército con grado de teniente para el asalto al Alto Perú, luego de pelear con las partidas montoneras en Bolivia, regresa a la estancia paterna parecido al “gauchaje”, viaja a Lima en 1815 (bastión de España) cuando Fernando VII es restaurado y Bonaparte exiliado, viaja a Chile en 1816 y pasea por los salones de Santiago como paseó por los de Lima, en Mendoza se incorpora al ejército de Los Andes para un asalto general a Chile, participa de la revolución mexicana y regresa a Buenos Aires. En cambio, La revolución representa el objeto revolución en el escenario del Virreinato del Río de La Plata cuya sede es un Buenos Aires que irradia sus luces al interior en conexión con las metrópolis que se disputan su dominio -Inglaterra y España- o son fuentes de ilustración -Francia.

En segundo lugar, mientras La revolución es un sueño eterno no presenta caudillos como actores, La campaña y La astucia de la razón los representa como actores de competencia plena proyectando axiología positiva sobre los mismos e instituyendo una distancia crítica ante la racionalidad occidental que representa el interior como un espacio vacío de saber.

Según Anibal Quijano (1992), el colonialismo es cosa del pasado independentista como sistema de dominación política formal. No obstante, conquistada la soberanía política, un (neo) colonialismo regula los paradigmas culturales latinoamericanos cuya marca distintiva es la legitimidad otorgada a Europa Occidental como sujeto de conocimiento. José Pablo Feinmann (2009) entiende que es paradigmático al respecto el libro neocolonial Facundo. Civilización y barbarie de Sarmiento que, inscripto en la filosofía occidental, propone como única vía al progreso la complementación con la economía y cultura europeas. La europeización, como consigna occidental y racional, significó el fortalecimiento de un Buenos Aires devenido sede del Progreso que menosprecia los caudillos provinciales representantes de los sentidos laterales. Miremos en el plano del enunciado la representación de tales caudillos: mientras La revolución no presenta caudillos del interior como actores en el proceso revolucionario, La astucia presenta un encuentro ficticio entre Carlos Marx y Felipe Varela. Al respecto, en el “Prólogo” a Filosofía y Nación, Feinmann señala que los personajes son representativos de interpretaciones históricas antagónicas: el filósofo ilustrado encarna la dialéctica de la razón occidental y el caudillo catamarqueño porta los sentidos laterales a la misma. En el diálogo, Marx exhibe a Varela su condena política, social y cultural como resultado del desarrollo histórico cuyas leyes fueron estudiadas por la dialéctica. En cambio, Felipe Varela propone la posibilidad de existir lateralmente a la razón occidental y enuncia un saber no ilustrado sobre el devenir histórico. Asimismo, La Campaña presenta sucesivos encuentros entre el ilustrado porteño Baltasar Bustos y varios caudillos “sin luces” con sus tropas montoneras del Alto Perú: José Vicente Camargo, Miguel Lanza, José Antonio Álvarez de Arenales, Ignacio Warnes, Manuel Ascenso Padilla y Juana Azurduy de Padilla, el padre Ildefonso de las Muñecas, el maestro Simón Rodríguez, el cura Anselmo Quintana. Tales encuentros son instancias de aprendizaje en las cuales el protagonista constata, corrige y pone en crisis el valor de su saber racional ilustrado. Como resultante, Baltasar Bustos cuestiona los planes ilustrados porteños que representa y concede valor a los ejércitos de las “republiquetas” que saben luchar en tal terreno a diferencia del rioplatense.

La descripción precedente y el contraste entre las tres novelas posibilitan inferir la posición crítica proyectada en y por La campaña y La astucia ante la racionalidad occidental ponderada en Buenos Aires que representa el interior como un espacio vacío de saber. Siguiendo a Barragán y Cusicanqui (1996), restituir al caudillo no ilustrado la condición de sujeto de conocimiento es una operación que desmantela la razón occidental. En contrapartida, La revolución omite tal representación.

            Por último, es posible preguntarse de qué modo tales novelas representan el lazo social entre la vanguardia dirigente “iluminada” y las masas en tanto un haz de regularidad en la configuración del objeto discursivo revolución. En este punto, seguimos a Pablo Feinmann en Filosofía y Nación, La sangre derramada y en el suplemento especial del diario Página 12 cuando define una vanguardia iluminada por el ausente o precario vínculo entre una minoría que lidera y la mayoría a la que pretende orientar. Al analizar las novelas observamos que éstas acentúan diferentes términos del binomio masas - líderes: mientras La campaña y La astucia acentúan el rol de las masas como necesarios actores revolucionarios y cuestionan el precario vínculo entre los polos del binomio, La revolución acentúa el rol del conductor político y no revisa críticamente tal vínculo. En el plano del enunciado, percibimos tal diferencia de acentos en función de las etiquetas semánticas que nominan a los actores principales y el estatuto social de los mismos.

Juan José Castelli en La revolución es un significante inscrito en la tradición historiográfica argentina que requiere ser reconocido y Baltasar Bustos y Pablo Epstein, en cambio, en La campaña y La astucia introducen blancos semánticos que progresivamente se cargan de significación (Hamonn, 1977). Asimismo, los personajes principales poseen distintos estatutos: Castelli es un líder revolucionario reconocido como tal por sus subalternos, mientras Baltasar Bustos y Hugo Hernández son líderes revolucionarios subalternos en relación a los grandes líderes. Así, la novela de Fuentes y la de Feinmann restituyen la dimensión de acción de líderes revolucionarios ausentes en los discursos historiográficos y subalternos respecto de las élites. Entendemos que este acento puesto en personajes subalternos, desprovistos de estatuto histórico, opera en el ámbito ficcional como Ranajit Guha señala para el campo historiográfico, es decir, como medida de valoración del papel de las élites y como crítica de las interpretaciones elitistas de ese papel (Guha, 1996). En cambio, La revolución permanece atada a la idea de los grandes hombres que habrían forjado la nación con el apoyo de las masas difuminadas tras los grandes líderes.

 

Bibliografía

CUSICANQUI, Silvia Rivera, BARRAGÁN, Rossana (comp.) (1996) “Presentación” en Debates Pos Coloniales. Una introducción a los estudios de la subalternidad.. Ed. Conj. De Historias, Sephis, Aruwiyiri, La Paz.

CHARAUDEAU, Patrick Y MAINGUENEAU, Dominique (Directores) (2005) Diccionario de análisis del discurso. Buenos Aires - Madrid. Amorrortu editores.

FEINMANN, José Pablo (2004) La astucia de la razón. Buenos Aires. Norma.

………………………………(1996) Filosofía y Nación. Estudios sobre el pensamiento argentino. Buenos Aires. Ariel.

.......................................(2005) La sangre derramada. Ensayo sobre la violencia política. Buenos Aires. Seix Barral.

………………………..Peronismo. Filosofía política de una obstinación argentina. Suplemento especial de PAGINA 12. 2008.

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FUENTES, Carlos (1990) La campaña. Buenos Aires. Fondo de Cultura Económica.

GALASSO, Norberto (1995) La revolución de Mayo (el pueblo quiere saber de qué se trató). Buenos Aires, Ediciones del Pensamiento Nacional.

GOLDMAN, Noemí (1992) Historia y lenguaje. Los discursos de la Revolución de Mayo. Con un apéndice documental de Mariano Moreno, Juan José Castelli, Bernardo Monteagudo. Buenos Aires. Centro Editor de América Latina.

GUHA, Ranajit (1996) “Prefacio a los estudios de la subalternidad” en Silvia RIVERA CUSICANQUI y R. BARRAGÁN (comp). Debates post coloniales: una introducción a los estudios de la subalternidad. Edición conj. De Historias, Sephis, Aruwiyiri, La Paz.

……………………….. (1996) “Sobre Algunos Aspectos de Historiografía Colonial de la India” en CUSICANQUI, Silvia Rivera, BARRAGÁN, Rossana (comp.) Debates Pos Coloniales. Una introducción a los estudios de la subalternidad. Edición conj. De Historias, Sephis, Aruwiyiri, La Paz.

JAURETCHE, Arturo (1959) Política Nacional y Revisionismo Histórico. Buenos Aires. A. peña Lillio Editor. Artes gráficas DOCE.

HAMONN, Philippe (1977) “Para un estatuto semiológico del personaje” en BARTHES Poétique du récit. París. Seuil (Traducción de Teresa M. De Costa. UNC).

QUESADA, Ernesto (1917) “Acha y la batalla de Angaco” en La época de Rosas. Buenos Aires. Artes y Letras. http://www.educ.ar

QUIJANO, Anibal (1992) Colonialidad y Modernidad – Racionalidad. Bogotá, Quito: Tercer mundo - Facultad latinoamericana de ciencias sociales. FLACSO-Sede Ecuador - Libri mundi.

RIVERA, Andrés (1999) La revolución es un sueño eterno. Buenos Aires. Alfaguara.

 

*Licenciada en Letras Modernas. Cursa el Doctorado en Letras con el apoyo de la Beca Doctoral de la Secretaría de Ciencia y Tecnología (Secyt.UNC). Trabaja en el Centro de Investigación de la Facultad de Filosofía y Humanidades (Ciffyh.UNC) donde integra el Programa de Investigación “Cuando el decir es hacer” dirigido por los doctores Teresa Mozejko y Ricardo Costa. Profesora Adscripta en la cátedra “Semiótica Literaria” de la Escuela de Letras. Se desempeñó como ayudante en las cátedras “Teoría y metodología del estudio literario I” y “Teoría de los discursos sociales II”. Participa en Equipos de Investigación desde el año 2006. Recibió la beca de Iniciación a la Investigación en el año 2010.

 

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