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Aletheia es una revista electrónica semestral sobre problemáticas de historia y memoria colectiva en torno al pasado reciente argentino y de las sociedades latinoamericanas, en sus aspectos sociales, económicos, políticos y culturales.

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Una imagen entre el recuerdo y el olvido. El caso del enfrentamiento entre la Escuela Naval de Río Santiago y los aliados del gobierno peronista. 16 de septiembre de 1955 (1)

Aletheia, volumen 3, número 5, diciembre 2012. ISSN 1853-3701

Casareto y otros en PDF/Artículos

Claudio Panella*

Archivo Histórico de la provincia de Buenos Aires “Dr. Ricardo Levene”.

Guillermo Agustín Clarke**

Archivo Histórico de la provincia de Buenos Aires “Dr. Ricardo Levene”.

Laura Mariana Casareto***.

Secretaría de Extensión Universitaria de Presidencia de la Universidad Nacional de La Plata.

2011

La Plata, provincia de Buenos Aires, Argentina.

lcasareto@perio.unlp.edu.ar.

 

 

Resumen:

Durante la segunda mitad del siglo XIX, bajo la influencia del pensamiento positivista imperante, la disciplina Historia pretendió brindar una versión “exacta” del pasado y el devenir analizando en forma rigurosa documentos escritos como única fuente para la recolección de datos. Se forjó así un cierto prejuicio en cuanto a la utilización de la fotografía como fuente histórica o como instrumento de investigación. Sin embargo, y sobre todo desde los albores del siglo XX, esta situación comenzó a cambiar. Las imágenes se fueron convirtiendo en un medio de conservar un recuerdo, pero a su vez en un estímulo dinámico para la compresión, la asociación e interconexión de conceptos, ideas, experiencias. Y fueron adquiriendo la potencia del relato, como imágenes que se constituyen en íconos de memoria.

Como todo proceso de re-construcción de memorias, siempre desde un presente, las fotografías ponen en tensión los modos selectivos de narrar: lo que se recuerda y lo que se olvida, lo visible y lo invisible, lo manifiesto y lo latente, lo dicho y lo silenciado.

En este marco, hay muchos casos de silencios y vacíos políticos: analizaremos aquí una imagen, tomada del Proyecto de investigación “Postales de la Memoria” de la UNLP, del enfrentamiento producido el 16 de septiembre de 1955 en el barrio Campamento de la ciudad de Ensenada (en ese entonces, perteneciente a la ciudad de La Plata), ejemplo de los vaciamientos simbólicos de la historia oficial, de los distintos caminos de las memorias colectivas.

 

Palabras clave: fotografía, memoria, Ensenada, Revolución Libertadora

 

 

Las imágenes,

nuestros ojos,

viajes a través del tiempo;

exigen ser rescatadas del cajón

de los recuerdos,

hacerse memoria, letra, testimonio.

 

            Lucette Valensi, profesora de Historia y Antropología del Magreb y mundo árabe moderno y contemporáneo en l'École des Hautes Études en Sciences Sociales de París, plantea que en las últimas décadas la memoria se ha convertido en objeto de estudio de la historia, constituyéndose en base a una relación de tensión inherente a toda elaboración social del pasado: cómo y cuándo se recuerda, qué es rememorado, quién recuerda y olvida, en qué soportes se transmite este legado.

            En su artículo “Autores de la memoria, guardianes del recuerdo, medios nemotécnicos. Cómo perdura el recuerdo de los grandes acontecimiento” nos permite seguir el proceso simultáneo-paralelo y divergente de elaboración y de transmisión de diferentes memorias.

            En este artículo trateremos de seguir sus mismos pasos sobre un acontecimiento en particular producido en nuestro país el 16 de septiembre de 1955. ¿En dónde, cómo y quién recuerda este hecho?

 

Múltiples mediaciones con el pasado

 

            El campo de estudios sobre la memoria social, que creció notablemente en las últimas décadas, fue impulsado en Argentina y en otros países del mundo por reflexiones vinculadas al  autoritarismo y al terrorismo de Estado. “Los discursos de la memoria se intensificaron en Europa y en los Estados Unidos a comienzos de la década de 1980, activados en primera instancia por el debate cada vez más amplio sobre el Holocausto (que fue desencadenado por la serie televisiva Holocausto, y un tiempo después, por el auge de los testimonios) y también por una larga serie de cuadragésimos y quincuagésimos aniversarios de fuerte carga política y vasta cobertura mediática (…)” (Huyssen, 2001).

            En nuestro país, las organizaciones sociales fueron, también en esa década, las primeras emprendedoras de memoria (Jelin, 2002), junto con el Informe de la CONADEP (1984) y el Juicio a las Juntas Militares (1985). En 1996 vino la conmemoración por los 20 años del Golpe de Estado (las fechas y los aniversarios son coyunturas de activación de la memoria (2) y el protagonismo de nuevas generaciones con la agrupación HIJOS (3) como emblema. Asimismo, la creación del Archivo Nacional de la Memoria en el 2003; la recuperación de la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA) en 2004; la inauguración en 2007 del Parque de la Memoria -Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado; la anulación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida; el trigésimo aniversario del Golpe cívico-militar de 1976; el inicio de cientos de causas contra represores por delitos de lesa humanidad; el Decreto del Poder Ejecutivo Nº 1016/2005 que creó el Comité Permanente del Bicentenario de la Revolución de Mayo de 1810 – 2010; el Decreto Nº 278/ 2008 que declaró al 2010 “Año del Bicentenario de la Revolución de Mayo”; entre otras decisiones legislativas, administrativas y judiciales dieron nuevos impulsos a estos estudios vinculados al pasado reciente y traumático, sobre nuestra identidad y memoria. Esto sin olvidar, en el ámbito bonaerense, la creación en 2001 de la Comisión Provincial por la Memoria y de su Programa Jóvenes y Memoria en 2002.

            Sin embargo, esta zona ha ido más allá de esas experiencias límite, “dedicando sus análisis a las características del testimonio, los vectores de memoria y las disputas por las narrativas sociales” (Badenes y Grassi, 2011) En palabras de dos de sus mentores principales, este campo tiene como objeto principal “examinar las formas y funciones de representar el pasado” (Roediger y Wertsch, 2008).

            Dentro del escenario instaurado por el posmodernismo, la memoria aparece como un medio para cuestionar lo que realmente significan la Historia y los referentes utilizados para construirla y escribirla, como asimismo pone en tensión la propia dinámica escolar de transmisión unidireccional de contenidos construidos a partir del paradigma racionalista ilustrado. Generalmente, se pretende transmitir hacia las generaciones futuras un cierto contenido fundamentado en soportes escritos, dirigido a proporcionar certidumbres (históricas) y satisfacciones (morales); una Historia Única articulada con el conocimiento transparente del mundo. Sin embargo, “la historia escolar es (sólo) una representación del pasado plausible de ser distinguida de otros registros de la historia” (Carretero, 2006).

            Los estudios sociales de la memoria ponen en evidencia los conflictos y pugnas en torno a los sentidos que se les asigna a los objetos rememorados en el presente, a los usos del pasado (Cattaruzza, 2007) (4), a los abusos de la memoria (Todorov, 2008) (5), a las jerarquías de voces y tensiones entre lo público y lo privado. En este sentido, es preciso abrirse a nuevas fuentes de conocimiento y reflexionar sobre la didáctica de las ciencias sociales y la historia. Se hace necesario no sólo analizar los objetos rememorados sino, fundamentalmente, “los medios de producción y de transmisión de los recuerdos, los mecanismos y soportes que permiten que un saber sea compartido y transmitido, los agentes de elaboración, de transformación y de transmisión, los autores y transmisores de estos recuerdos” (Valensi, 1998). Cómo y cuándo se recuerda, qué es rememorado, quién recuerda y olvida, en qué soportes se transmite ese legado.

            En este contexto, existen múltiples mediaciones con el pasado, distintos soportes/vehículos/vectores de memoria. Entre ellos: los testimonios orales, los medios de comunicación, las fuentes tradicionales (libros, documentos escritos), las fotografías, las Tecnologías de la Información y la Comunicación y sus aplicaciones. Cada una de estas mediaciones es más que una fuente, más que un medio para recolectar información; cada soporte tiene una historia, una credibilidad y un grado de subjetividad distinta. Así, se suma al debate la naturaleza, utilidad y status de cada soporte. Es decir, que cada fuente de la memoria tiene distintos sentidos y nos conecta de manera distinta con el pasado, que cada soporte es una vía de acceso a fenómenos que pueden estar ausentes en otras fuentes, que cada registro puede presentar versiones del pasado distintas en sus contenidos y que pueden, incluso, llegar a la contradicción y al conflicto entre sí.

            Nos ocuparemos aquí del registro fotográfico tomándolo como documento, en el sentido de testimonio humano, de objeto probatorio de algo que fue, sucedió, existió, que preserva y que guarda información (Bustos, 2005).

 

Fotografías y memoria

 

            La comprensión cultural de las imágenes fotográficas no concierne meramente a su lectura referencial, sino que abarca sus relaciones con otras imágenes y textos, las formas de creación de significados en un contexto dado, sus vínculos con la realidad y con los sujetos históricos que la consumen. En este sentido, la imagen no es un registro objetivo, sino que reclama que se atienda a su intervención en el proceso presente que convierte el pasado en una narrativa.

            Sin embargo, siempre existió un cierto prejuicio en cuanto a la utilización de la fotografía como fuente histórica o como instrumento de investigación. El fotógrafo brasileño Boris Kossoy se anima a esbozar dos razones. La primera de ellas es de orden cultural: “aunque seamos personajes de una «civilización de la imagen» y en este sentido blancos voluntarios e involuntarios del bombardeo continuo de informaciones visuales de diferentes tipos emitidas por los medios de comunicación, existe una atadura multisecular a la tradición escrita como forma de transmisión del saber”. La segunda razón deriva de la anterior y se refiere a la expresión: “el problema reside justamente en la habitual resistencia a aceptar, analizar e interpretar la información cuando ésta no es transmitida según un sistema codificado de signos en conformidad con los cánones tradicionales de la comunicación escrita” (Kossoy, 2001).

            Recordemos que durante la segunda mitad del siglo XIX, bajo la influencia del pensamiento positivista imperante, la disciplina Historia pretendió brindar una versión “exacta” del pasado y el devenir analizando en forma rigurosa documentos escritos como única fuente para la recolección de datos.

La calidad de la fotografía como fuente histórica se ha develado lentamente, como un documento de invaluable información (Csillag Pimstein, 2000). De este modo, fue necesaria entonces una historia de la fotografía para que se la comenzara a valorar como documento social. En este sentido, es menester remontarnos a sus antepasados: los pintores periodistas. La “imagen noticiosa” o “imagen de información” (Carlón, 1994) se vincula más con la historia de la pintura que con la historia de la prensa y la fotografía primitiva. Como cuenta Jorge Rivera en "Antepasados de la fotografía. Pintores periodistas", la fotografía periodística ya tenía un nicho de aplicación antes de haber siquiera nacido. “Entre fines del siglo XVIII y mediados de los años 1820, un grupo de artistas se apartó de los grandes temas de época para incursionar en una genuina “pintura noticiosa”, de captación de sucesos” (Rivera, 1997); pintaban hechos sensacionales o intensamente emotivos con un fuerte carácter informativo. Es más, aún instalada la fotografía, se continuó haciendo este tipo de trabajos, como es el caso del cuadro Episodio de la Fiebre Amarilla del uruguayo Juan Manuel Blanes. La fotografía tiene un enorme desarrollo técnico a partir de 1839 cuando Nièpce y Daguèrre crean el daguerrotipo, dispositivo que reúne la Cámara Oscura con el Nitrato de Plata (con sus posibilidades de ennegrecimiento con la luz solar). Por primera vez, se puede fijar una imagen con el recurso de la luz. Luego, con la aparición del calotipo, que implica el pasaje de un negativo a un positivo, se soluciona uno de los problemas del daguerrotipo: la reproducción múltiple. Con la fotografía propiamente dicha se soluciona el problema del desvanecimiento por el contacto con la luz, la pérdida de nitidez de la imagen. Poco tiempo después, comienzan los trabajos de los primeros fotógrafos profesionales y los temas abordados por ellos. Son famosas las imágenes fotográficas de la Guerra de Crimea del inglés Roger Fenton en 1855. “Aunque en general esto fue aislado, pues los primeros fotógrafos se dedicaron, en un principio, a fotografiar paisajes, naturalezas muertas o retratos, sin encontrar, hasta pasada la mitad del siglo un lugar dentro de los medios informativos o periodísticos” (Sturzen, 2005). En 1888 aparece la película fotográfica, en 1891 la fotografía a color y en 1898 el papel fotográfico.

            Es curioso que la sociología y la fotografía hayan nacido ambas durante el segundo tercio del siglo XIX. Sus objetos de estudio y sus ámbitos de trabajo en gran medida coincidían, se trataba de explorar la sociedad. Sin embargo, “entre las primeras fotografías (al menos las que se conservan hasta hoy) los retratos gozaban del mayor prestigio, lo cual prueba que “el contacto entre actualidad y fotografía no ha[bía] aparecido todavía” (Benjamin, 1987: 68).

            Desde los albores del siglo XX, el prestigio de la imagen fotográfica comenzaría a cambiar propiciando “una inusitada posibilidad de autoconocimiento y recuerdo, de creación artística (y, por lo tanto, de ampliación de los horizontes del arte) y también de documentación y denuncia, gracias a su naturaleza testimonial (o mejor dicho: gracias a su condición técnica de registro preciso de lo aparente y de las apariencias)” (Kossoy, 2001).

            La expresión cultural de los pueblos, exteriorizada a través de sus costumbres, habitación, monumentos, mitos y religiones, hechos sociales y políticos, pasó a ser gradualmente documentada por la cámara. Las imágenes se fueron convirtiendo en un medio de conservar un recuerdo en imágenes, pero a su vez en un estímulo dinámico para la compresión, la asociación e interconexión de conceptos, ideas, experiencias. “La memoria –nos dice Susan Sontag- se extiende en las fotografías, y encuentra en esas imágenes, tan cercanas a los hechos del pasado, una huella: una marca de las personas y las cosas que debilita la duda y la ambigüedad sobre cierto grado de veracidad de lo que muestra” (Del Boca, 2009).

            Tomaremos aquí un caso de una fotografía de fuerte carácter informacional y testimonial sobre un enfrentamiento producido el 16 de septiembre de 1955 en el barrio Campamento de Ensenada. Debe tenerse en cuenta que en esta ciudad del partido de La Plata, donde funcionaban la Destilería de YPF, el Taller Naval y los Astilleros de Río Santiago, el peronismo estaba hondamente arraigado.

 

El caso de los enfrentamientos en Ensenada

 

            Rastreando fotografías para un Proyecto de investigación de la Universidad Nacional de La Plata, titulado “Postales de la memoria: Estudio de la identidad de la Región 1 del Sistema Educativo Bonaerense (La Plata-Berisso-Ensenada-Brandsen-Punta Indio-Magdalena) en el Bicentenario de la Revolución de Mayo de 1810-2010”, llegó a nuestras manos una imagen titulada “Bombardeo de Ensenada-1955”, parte del archivo del Instituto Nacional “Juan Domingo Perón”, de Estudios e Investigaciones Históricas, Sociales y Políticas, sito en la ciudad de Buenos Aires.

            Tratando de ubicar históricamente este acontecimiento, no encontramos referencia alguna en los libros. No hay trabajos sobre estos enfrentamientos en particular y sus consecuencias, sólo existen algunas investigaciones y escasos materiales que aborden “específicamente los días previos a la instauración de la llamada “Revolución Libertadora” (Vigliano, Isoardi y Poggio, 2008) y, sobre todo, que investiguen el Peronismo en la Región (5).

            En el contexto de trabajo de estos mencionados autores se plantean varios levantamientos y enfrentamientos, pero ni se mencionan las consecuencias –registradas en la fotografía- del enfrentamiento producido en Ensenada.

 

“No es fácil comprender la ubicación geográfica de los levantamientos del 16 de septiembre de 1955, las FF. AA. argentinas estaban distribuidas en un territorio de casi tres millones de kilómetros cuadrados, de acuerdo con las necesidades estratégicas. Así, el Ejército tenía una gran agrupación central en Córdoba, otra en la frontera oeste (Mendoza, San Juan, Catamarca y La Rioja), otra guarnece la frontera noreste (Entre Ríos, Santa Fe y Corrientes, con fuerzas en Chaco y Formosa), mientras varios destacamentos

 estacionan en la Patagonia (Neuquén, Río Negro, Chubut y Santa Cruz). La Capital Federal está guarnecida por una división de ejército y la provincia de Buenos Aires por otra de Caballería.

“El bombardeo a Plaza de Mayo (producido el 16 de junio de 1955) fue el desencadenante de la tensión. El ejército, exigía la renuncia de Perón. Hubo duros enfrentamientos entre fuerzas del Ejército y la Aviación Naval en la zona de Sierra de la Ventana y combates de consideración en Bahía Blanca. La Marina bombardeó los depósitos de combustible y la Escuela de artillería anti-áerea de Mar del Plata mostrando sus intenciones. Finalmente, el 17 de septiembre de 1955, La Marina amenaza con bombardear a la destilería de YPF ubicada en Ensenada, ante el ultimátum, Perón, acorralado, renuncia y parte hacia Paraguay”. (Vigliano, Isoardi y Poggio, 2008)

 

            En el libro de Norberto Galasso Perón: Formación, ascenso y caída: 1893-1955 encontramos sólo una referencia a la recuperación del Astillero Río Santiago el día 18 de septiembre de 1955 por las fuerzas leales a Perón: “La acción del Regimiento 7 de Infantería, con el apoyo de la Policía de Buenos Aires y aviones leales perteneciente a la Aeronáutica, han puesto a la fuga a las fuerzas rebeldes” (2005:720), pero no se menciona nada del enfrentamiento producido el día 16.

            Donde sí encontramos referencia a este hecho en particular fue en la hemeroteca de la Legislatura de la provincia de Buenos Aires, en el diario El Día del domingo 18 de septiembre de 1955:

 

“Las fuerzas militares que habían operado en la zona, tomaron ayer posesión de ese centro insurrecto.

“Importante colaboración civil:

“Las acciones que desplegaron las fuerzas militares en defensa de la Constitución y de las autoridades legítimamente constituidas del país, recibieron, en su fase culminante, un invalorable aporte civil, que estuvo a cargo de los gremios confederados. Cuando las tropas hicieron su entrada a la Base de Río Santiago, detrás suyo marchó una compacta columna encabezada por el delegado regional de la Confederación General del Trabajo en nuestra ciudad, Sr. Luis F. Suárez (…). También hubo de adherirse la presencia de un grupo representativo de la U.E.S. (…).”

“La acción en Río Santiago:

“Las fuerzas leales al mando del general Ferrazzano, con la colaboración eficaz del contraalmirante Izquierdo Brown, durante todo el día de ayer hicieron su trabajo de aproximación a la base, rechazando a las fuerzas rebeldes, que ya habían salido de la misma con el propósito de alcanzar la ciudad Eva Perón (La Plata).

“La acción decidida de estas tropas, la cooperación valiosísima y muy eficaz de la aviación, permitió quebrar a las tropas insurgentes que, durante la noche, se embarcaron en un B.D.T: y en los avisos “King” y “Muratore”, y en otras embarcaciones, tratando de retirarse hacia el Sur. En las primeras horas estos barcos fueron atacados por la aviación, sin conocerse el resultado”.

 

            Este es un claro ejemplo de los medios de comunicación como vehículos/agentes de memoria. Los vehículos o vectores de memoria son fechas, conmemoraciones, lugares, monumentos, instituciones, hombres, discursos, emblemas, símbolos y soportes (oficiales o no, materiales o inmateriales) donde se manifiestan las memorias. Los medios de comunicación también lo son, así como pueden ser agentes o emprendedores de memoria: agencia, quién rememora, desde dónde. Las fotografías que integran estas noticias sobre los enfrentamientos en Ensenada funcionan dentro de una estructura más amplia: hay que leerlas en relación con el pie de foto, el texto escrito, la realidad de ese momento y el medio-agente que las publica.

            En este sentido, hoy en día “no podemos discutir la memoria personal, generacional o pública sin contemplar la enorme influencia de los medios como vehículos de toda forma de memoria” (Huyssen, 2001).

            Asimismo, es importante “leer” esta fotografía dentro de un contexto histórico-político.

            El 17 de octubre de 1945 los trabajadores de las fábricas de Avellaneda, Lanús y Quilmes y de los frigoríficos de Berisso y Ensenada decidieron autoconvocarse, tomar las calles y comenzaron a marchar hacia la ciudad de Buenos Aires. En la Región este suceso movilizó a miles. Los lugares atacados en La Plata fueron los símbolos de las relaciones de dominio y explotación: el Jockey Club, las agencias del diario La Prensa, el Banco Comercial, el edificio del periódico El Día, cuya prédica antiperonista había llevado a la exaltación el odio de los trabajadores; los clubes Estudiantes de La Plata y Gimnasia y Esgrima, tiendas de ropas finas. En este sentido, el 17 de Octubre fue una jornada de levantamiento nacional.

             Al producirse el 16 de septiembre de 1955 el golpe de Estado que derrocó al gobierno constitucional del Gral. Perón, que se autodenominó “Revolución Libertadora”, el panorama político comenzó a cambiar rotundamente.

            Ese mismo día, la Base Naval de Río Santiago junto a otras guarniciones militares se rebelaron contra el presidente Perón. Las tropas del Ejército, integrantes de la Fuerza Aérea y sectores de la policía, con el decidido apoyo de la Unión de Estudiantes Secundarios (U.E.S.) y la Confederación General del Trabajo (C.G.T.) local (como se registró en el discurso periodístico), tomaron la Base y la Escuela Naval y controlaron la situación. Los enfrentamientos dejaron como saldo, como puede verse en la fotografía, alrededor de 20 casas destruidas y varios focos de incendio en el Barrio Campamento de Ensenada. La población fue evacuada y trasladada a los edificios públicos y hospitales de La Plata, retornando a sus hogares la mañana del 17. En esos mismos días se produjeron distintos levantamientos en todo el país, conflictos que forzaron la renuncia de Perón el 23 de septiembre.

            La etapa abierta a partir del derrocamiento de este gobierno estuvo signada por la violencia política y el vaciamiento del contenido de la democracia. La Plata dejó de llamarse Eva Perón, nombre que llevaba desde 1952 y que había constituido uno de los rasgos simbólicos más detestados por la oposición al peronismo, y recibió al general Aramburu para la fiesta del 19 de noviembre, su aniversario.

            En los primeros años, la resistencia a la Revolución Libertadora se expresó en los sectores en los que el peronismo nació y se afianzó, esto es en las barriadas obreras de Berisso y de Ensenada y en el grupo de militares del Regimiento 7 que acompañaron el levantamiento del general Valle. Quienes salvaron sus vidas tras la sublevación fueron a parar a la cárcel de Magdalena. En la Universidad, en los sectores medios y en las zonas rurales en cambio, la etapa que se abrió con la proscripción del peronismo contó en los primeros años con amplios apoyos.

            En 1957, teniendo como antecedente la participación activa y multitudinaria de la Región en los acontecimientos del 17 de octubre, la Revolución Libertadora decide dividir las localidades (divide y reinarás). Las tierras de la zona que ocupa actualmente la ciudad de Berisso se encontraban, desde 1821, dentro del partido de la Ensenada, dependiendo de ese municipio hasta 1882 cuando pasaron a formar parte de La Plata. En 1885, se dispuso la creación de la Delegación de la Ensenada para integrarla hasta 1919. Para ese entonces, el impulso de la industria de los frigoríficos, la inmigración y el aumento de la actividad comercial había cambiado las características del lugar, por lo que se dispuso la instalación de una Delegación propia. El 3 de abril de 1957, se dispuso, a través del Decreto Ley 4656, la creación de los Partidos de Berisso y Ensenada con asiento en territorio de anterior jurisdicción del Partido de La Plata.

            Resistencia y represión entrarán así en una escalada en la que el Estado redoblará la apuesta contra los trabajadores que trataban de mantener sus conquistas. Durante gobierno de Arturo Frondizi se clausuró el Ferrocarril Provincial, que desde la estación de 17 y 71 unía a toda la Región, aunque la industria petroquímica recibió un fuerte impulso, que fructificó en Ensenada en la década del ‘60. Los frigoríficos de Berisso, por su parte, fueron decretados obsoletos en el decenio siguiente.

            Estos enfrentamientos producidos en Ensenada, en ese entonces, aún La Plata, formaron parte de esta historia. Y, como todo proceso de re-construcción de memorias o de elaboración social del pasado, siempre desde un presente, esta fotografía pone en tensión los modos selectivos de narrar: lo que se recuerda y lo que se olvida, lo visible y lo invisible, lo manifiesto y lo latente, lo dicho y lo silenciado. Lo que hay que rescatar es el valor insustituible de esta imagen, y de las fotografías en general, en el conocimiento y la escritura de la historia; son un lenguaje propicio para interpretar y leer la realidad. Un manual de fotografía para aficionados de 1926 afirma que "la posibilidad de fijar el momento, la facultad de esta máquina (el aparato fotográfico) de vencer al tiempo, le da a la fotografía una misión moral con confines inexplorados".

Hay poder en las palabras, hay poder en las imágenes fotográficas. “Poder recordar y rememorar algo del propio pasado es lo que sostiene la identidad (Gillis, 1994)” (Jelin, 2002).

Nos queda pendiente acercarnos a los protagonistas y testigos (directos o no) de este hecho

 

Notas

 

(1) El presente artículo forma parte del Proyecto de Investigación de la Cátedra de Historia Argentina titular Dr. Claudio Panella: “Postales de la Memoria: Estudio de la identidad de la Región 1 del Sistema Educativo Bonaerense (La Plata-Berisso-Ensenada-Brandsen-Punta Indio-Magdalena) en el Bicentenario de la Revolución de Mayo de 1810-2010”. Acreditado por el Programa de Incentivos a docentes e Investigadores del Ministerio de Educación de la Nación (código 11/P171) Director: Lic. Marcelo F. Belinche. Codirector: Lic. Luciano Sanguinetti. Equipo de investigación: Prof. Enrique Garguin, Lic. Rossana Viñas, Lic. Jorge Castro, Lic. María Laura Jaureguiberry, Lic. Laura M. Casareto, Prof. Guillermo Clarke, Prof. Horacio Bustingorry. Asimismo, este Proyecto está acreditado por la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires (CIC).

(2) Como bien platea Elizabeth Jelin (2005) “una primera ruta para explorar los vehículos de la memoria consiste en mirar las fechas, los aniversarios y las conmemoraciones. Algunas fechas tienen significados muy amplios y generalizados en una sociedad, como el 11 de septiembre en Chile o el 24 de marzo en Argentina, fechas en que ocurrieron los golpes que instalaron las dictaduras militares (en 1973 en Chile, en 1976 en Argentina). Otras pueden ser significativas en un nivel regional o local, y otras pueden ser significativas en un plano más personal o privado: el aniversario de una desaparición, la fecha de cumpleaños de alguien que ya no está”.

(3) Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio es una organización defensora de los derechos humanos que nació a mediados de la década del noventa. En la actualidad está compuesta por hijos de víctimas del terrorismo de Estado y otros jóvenes que comparten sus reivindicaciones. La agrupación se conformó en más de una decena de ciudades del país –y otras en el exterior- y entre todas constituyeron la Red Nacional que las agrupa. Sin embargo, esta red está lejos de ser un espacio orgánico. Se trata más bien de diferentes agrupaciones cuyo núcleo común es un nombre (H.I.J.O.S.) y una serie de reivindicaciones ligadas a la defensa de los derechos humanos (Cueto Rúa, 2009).

(4) La idea utilitaria del pasado remite a cierta funcionalidad o intención; orientar o ajustar con un fin.

(5) La memoria estaría amenazada, ya no por la supresión de información, sino por su sobreabundancia.

(6) Estas investigaciones no sólo son escasas, sino que están circunscriptas al período 1943- 1956. Por ejemplo, encontramos: Consejo de Distrito del Partido Justicialista de La Plata, El 17 de octubre de 1945, 50º aniversario. Aporte para la rememoración del Día de la Lealtad Popular, La Plata, 1995 / DÍAZ, César L., “Las movilizaciones callejeras de octubre de 1945: dos sectores en pugna”, en Undécimo Congreso Nacional y Regional de Historia Argentina, Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, 2001 / FERLA, Salvador, Mártires y verdugos, Buenos Aires, Revelación, 1972 / JAMES, Daniel, “17 y 18 de octubre de 1945: el peronismo, la protesta de masas y la clase obrera argentina”, en Desarrollo Económico Nº 107, Buenos Aires, IDES, octubre-diciembre de 1987 / KLAPPENBACH, Fernando (Director), Reseña histórica del Partido Justicialista de La Plata, 1945-1955, La Plata, Partido Justicialista de La Plata, 2000 / REYES, Cipriano, Yo hice el 17 de octubre, Buenos Aires, CEAL, 1984, 2 tomos.

 

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*Claudio Panella. Doctor en Historia, FaHCE, UNLP. Titular de la Cátedra de Historia Argentina Contemporánea, FPyCS, UNLP.

**Guillermo Agustín Clarke. Profesor de Historia, FaHCE, UNLP. Docente de la Cátedra Historia Argentina Contemporánea, FPyCS, UNLP. Actual Director del Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires “Dr. Ricardo Levene”.

***Laura Mariana Casareto. Licenciada en Ciencias de la Comunicación, Orientación Comunicación y Procesos Educativos, Facultad de Ciencias Sociales, UBA. Co-coordinadora del Programa “Postales de la Memoria”, CILE, FPyCS, UNLP. Becaria de la CIC (Beca de Perfeccionamiento). Docente del Taller de Comprensión y Producción de Textos I, FPyCS.

 

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