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Aletheia es una revista electrónica semestral sobre problemáticas de historia y memoria colectiva en torno al pasado reciente argentino y de las sociedades latinoamericanas, en sus aspectos sociales, económicos, políticos y culturales.

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Reseña del libro Las revolucionarias. Militancia, vida cotidiana y afectividad en los setenta de Alejandra Oberti (1)

Aletheia, volumen 5, número 11, octubre 2015. ISSN 1853 - 3701

Saporosi/Reseñas en PDF

 

Lucas Gerardo Saporosi*

UBA/UNLP

CABA, 2015

lucassaporosi@yahoo.com.ar

 

Saporosi-okLas diferentes interpretaciones sobre el pasado reciente y, más particularmente, sobre la experiencia de la militancia revolucionaria de los años 70 ponen en evidencia el carácter irresuelto de las tensiones del campo de estudios sobre la memoria. Como afirma Nelly Richard (2007), estos debates son la “condición metafórica de una temporalidad no sellada, inconclusa: abierta, entonces, a la posibilidad de reexplorar sus capas superpuestas por una memoria activa y disconforme” (Richard, 2007: 109). Así, ese pasado reciente deja de ser un tiempo irreversiblemente detenido, para convertirse en un “campo de citas” (Richard, 2007), cuya expresión señala una temporalidad esquiva que requiere de la cita y de la narración para actualizarse.

En el marco de estos debates, Alejandra Oberti se propone repensar la militancia en las organizaciones político-militares argentinas a través de una revisión de la participación de las mujeres en ellas, atendiendo al modo en que se insertaron en las espacios de militancia, las formas en que fueron convocadas y las fisuras que dicha inserción provocó al interior de las organizaciones. A través de un cuidadoso repaso por los documentos de estas organizaciones y un atento tratamiento de testimonios de las mujeres militantes, la autora indaga en la pregunta por la conformación de la subjetividad militante desde sus múltiples dimensiones: la afectiva, la cotidiana, la política y la armada. Particularmente, las narrativas que proponen los testimonios analizados aportan una renovada visión sobre el ejercicio de la memoria y sobre su vínculo con la política, al tiempo que revisan las posiciones, los recorridos y las acciones que las protagonistas desarrollaron durante el momento histórico. La reflexividad desfasada con la que el testimonio revitaliza el vínculo entre presente y pasado, le concede al presente libro una contribución imperativa para complejizar los modos en que las mujeres se (auto) constituyeron como militantes revolucionarias. En efecto, el enfoque de género, desde donde la autora se plantea el análisis, sugiere, tal  como lo afirma Sylvia Molloy (2000), una manera de perturbar las definiciones esencialistas y dicotómicas entre varón y mujer, por un lado; y por el otro, un posicionamiento tanto político como epistemológico que no tiene la intención de rescatar textos olvidados o mal leídos, sino de buscar producir fisuras en las lecturas establecidas.

El libro está estructurado en tres partes, cuyos ejes se constituyen a partir de la reflexión de un corpus heterogéneo: por un lado, testimonios de las militantes y, por el otro, los documentos producidos por las organizaciones político-militares. Articulados a través de una trama discursiva, los documentos obtienen una riqueza singular que pone de manifiesto la tensión asumida para encarar la problemática de las mujeres en la militancia, atendiendo a la compleja articulación de temporalidades, narrativas y perspectivas. En efecto, las militantes que dan su testimonio desde su presente, reinscriben sus prácticas en ese pasado, y reinterpretan sus acciones, posicionadas en un nuevo campo de intervención socio-histórico.

La primera parte analiza la construcción de la subjetividad revolucionaria y el modo en que las organizaciones pensaron la modulación de los cuerpos y de los afectos para la práctica revolucionaria, sostenida en los mandatos para la edificación del hombre nuevo. El capítulo recorre las formas en que el PRT-ERP y Montoneros intervinieron en la constitución de la subjetividad militante, a través de indicaciones, normas y lecciones sobre la vida cotidiana, la disposición de los cuerpos y los afectos en aras de la revolución. El documento Moral y Proletarización, escrito por el militante del PRT-ERP Luis Ortolani, constituye un claro ejemplo de cómo la organización construyó preceptos morales orientados a delinear pautas de comportamiento y prácticas en torno a los vínculos amorosos, familiares y personales. Situada en la tensión mencionada, la autora plantea que el devenir de la familia revolucionaria, de la pareja militante, de los cuerpos moldeados para la revolución o el rol de las casas peronistas, no implicó una revitalización de los espacios privados, sino una subordinación de éstos a la política armada. Según este planteo, si bien existieron claros y aleccionadores lineamientos encuadrados en la construcción de una nueva moral y afectividad para la subjetividad militante, los preceptos fueron apropiados de maneras diversas y nunca exentas de tensiones. Las transgresiones a las normas impuestas existieron y las intersecciones en donde el poder actuó dieron cuenta de que toda norma encuentra potencialmente su revocación. La autora recorre las tesis de Laura Lenci (2008) para iluminar la problemática de los juicios revolucionarios y apela a las consideraciones críticas de Michel Foucault (1992) sobre el asunto. En esta línea, se exploran las formas en que las publicaciones de las organizaciones pusieron en discurso las sentencias de esos juicios, asumiendo, en esa misma exposición, que la norma no puede pensarse por fuera de su transgresión y que aquello, responde precisamente a las diferentes formas de habitar la organización y de apropiarse de los lineamientos morales.

La segunda parte se focaliza en las formas en que las mujeres se sumaron a la lucha y a la militancia revolucionaria, explorando los documentos de las dos organizaciones más relevantes del campo de la izquierda argentina durante el período analizado. La autora problematiza los modos en que las mencionadas organizaciones convocaron a las mujeres y las tensiones que se produjeron cuando las militantes se inscribieron en las actividades revolucionarias. Los documentos analizados a la luz de la perspectiva de género permiten indagar críticamente en las contradicciones suscitadas en las organizaciones a la hora de incorporar a las mujeres dentro de las tareas propiamente revolucionarias. La  interpelación a las militantes osciló entre una visión tradicional, signada por atributos esencialmente femeninos (asociados a la idea del cuidado, del orden o del resguardo), recortada sobre el sujeto universalmente masculino; y  una perspectiva novedosa, donde los modos de convocarlas provocaron fisuras tanto en la autorrepresentación como en el ideario revolucionario de las organizaciones, puesto que, en tanto mujeres militantes, lograron trascender, al menos parcialmente, el espacio doméstico y transitar un campo desconocido. Lo interesante del planteo es el posicionamiento de la autora orientado a asumir esta tensión, problematizar las contradicciones y reflexionar, precisamente desde allí, los corrimientos vislumbrados y las pequeñas fisuras generadas.

La tercera parte del libro está conformada por una serie de testimonios de mujeres militantes cuyo repertorio temático abarca, por un lado aquellos relatos vinculados a la violencia y, por el otro, las narraciones sobre la vida cotidiana: particularmente, aquellas referidas al trabajo doméstico, la crianza de los hijos e hijas, la moral sexual, las infidelidades y la maternidad, entre otras. El recorrido reflexivo por los testimonios se va nutriendo de la significaciones que cada uno de ellos adquiere al entrar en relación con el otro, provocando una superposición de niveles de lectura que atenta contra la dicotomía mujer-guerrillera y así, permite componer un plano donde esas y muchas otras cualidades advengan en la consideración constitutiva de la subjetividad analizada. Por ello, la propuesta de la autora viene a renovar la reflexión sobre el testimonio, tanto desde su metodología como desde su contenido: si tradicionalmente el testimonio se vio fundamentado por el binomio héroe-victima, hegemonizado por voces masculinas, Oberti provoca un corrimiento de aquella tradición para situarse en las prácticas femeninas al interior de la militancia, atendiendo a los desplazamientos generados en las organizaciones, y complejizando la noción misma de mujer y de guerrillera.

La memoria está organizada, entre otros factores, por los modos en que se la narra y el pasado acontecido recupera toda su vitalidad en el testimonio que se brinda. Así, ese acto de narrarse da cuenta de cómo fueron percibidas las relaciones entre la violencia, la organización y la vida cotidiana, y, por lo tanto, pone en evidencia los modos en que se subvirtieron, al menos parcialmente, los códigos morales propuestos y las normas indicadas por las organizaciones. La autora da cuenta de esta complejidad y, al hacerlo, se distancia de toda una serie de interpretaciones que soslayan las apropiaciones singulares de los preceptos morales por parte de los y las militantes e invisibilizan ciertas dimensiones relevantes para pensar las diferentes formas de habitar las organizaciones durante aquellos años, como son el afecto o la experiencia amorosa, en  tanto constitutivas de la compleja relación entre violencia, política y revolución

Las Revolucionarias se revela como un aporte a los debates actuales sobre el ejercicio de la memoria, donde los afectos, la política y la vida cotidiana se presentan entremezclados y tensionando los límites de cada una de las dimensiones. Revisar el papel de las mujeres en las organizaciones implica una doble tarea; por un lado, resulta ser una forma de complejizar las nociones de violencia y de afectividad en la militancia de los años setenta, atendiendo a los lazos entre vida cotidiana y moral revolucionaria; y por el otro, postula la necesidad de reconfigurar la mirada crítica a la hora de pensar la noción misma de mujer, por fuera de consideraciones esencialistas u homogeneizadoras. En este recorrido, la constitución de la subjetividad militante se presenta como un campo vigorosamente abierto a nuevas narrativas e interpretaciones.

 

Bibliografía

MOLLOY, S (2000). “La cuestión de género: propuestas olvidadas y desafíos críticos”, Revista Iberoamericana. Vol. LXVI, Núm. 193, Octubre-Diciembre 2000, 815-819.

RICHARD, N (2007). Fracturas de la memoria. Arte y pensamiento crítico. Buenos Aires: Siglo XXI

 

(1) Oberti, Alejandra. Las revolucionarias. Militancia, vida cotidiana y afectividad en los setenta. Buenos Aires: Edhasa, 2014.

* Lucas Gerardo Saporosi es sociólogo egresado de la Universidad de Buenos Aires y actualmente cursa la maestría en Historia y Memoria en la Universidad Nacional de la Plata. Se desempeña como docente de enseñanza media y superior, y como investigador, en proyectos vinculados al pasado reciente, al feminismo y a los cruces entre estética y política. Ha participado de numerosos congresos y jornadas, nacionales e internacionales, en carácter de expositor y coordinador; y ha publicado artículos referidos a sus temas de investigación.

 

 

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