Reseña del libro El Impostor de Javier Cercas
Aletheia, volumen 5, número 11, octubre 2015. ISSN 1853 - 3701
Reseña del libro El impostor de Javier Cercas (1) (2)
Mariela Paula Sánchez*
Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (UNLP-CONICET)
2015, Buenos Aires
En El impostor, Javier Cercas narra el caso de Enric Marco, que estalló en 2005 de manera escandalosa cuando se conoció la noticia de que este supuesto deportado español en el campo de concentración nazi de Flossenbürg había falsificado su historia y, de hecho, nunca había estado allí ni en ningún otro campo como prisionero. En una fórmula que retoma en gran parte procedimientos narrativos y asomos de pactos de lectura puestos en juego en la novela Soldados de Salamina, Cercas apela a la configuración de una biografía pero sobre todo al registro literaturizado de los avatares que conllevó su proyecto de escritura, y lo hace invocando una inserción en un tipo de texto –que como se verá debajo, explota en multiplicidad de capas que a cada momento minan de forma deliberada cualquier tipo de definición– encaramado entre la “novela sin ficción” y el “relato real”. Esta última etiqueta es también aquella a la que insistentemente se apela en la mentada novela de 2001.
Enric Marco en tanto objeto de estudio resulta muy particular pues condensa un cruce de imposturas que atañen tanto al nazismo como al pasado español signado por la Guerra Civil y las casi cuatro décadas de franquismo. En una conjunción que reúne algunas verdades de base junto con contundentes mentiras, el libro da cuenta de los diferentes mecanismos de fabulación a través de los cuales el sujeto en cuestión se forjó una biografía en la que mixturó una presunta resistencia antidictatorial local con la deportación y la supervivencia en el contexto de la Alemania nazi.
Desde un presente de enunciación y un pasado cercano de entrevistas orales que colocan al lector como testigo de dudas y decisiones de la voz que conduce el relato, la voz narradora homónima del autor –que hace un guiño a los cuidados teóricos en los que sobreabundaron las lecturas de Soldados de Salamina, con un narrador homónimo que a la vez era y no era el autor responsable de esas páginas, en un coqueteo que ya ha alcanzado cierta saturación en la narrativa española reciente– frente a un sujeto/objeto de escritura nonagenario. La narración, con una cuidadosa y planificada administración del manejo del tiempo, abarca casi un siglo de historia sobre la base de las vivencias individuales del protagonista y las experiencias transmitidas por el mismo, con los efectos colectivos que estas han acarreado. El caso de Marco interpela especialmente porque su desenmascaramiento a instancias del historiador Benito Bermejo es percibido como el vaciamiento de las actividades de alcance social que llevó adelante bajo su identidad adulterada. Es de resaltar que Enric Marco ha llegado a ser secretario general de la CNT (Confederación Nacional del Trabajo) y, sobre todo, lo que en el momento de la revelación de la impostura generó más indignación y desconcierto, llegó a presidir la Amical de Mauthausen, agrupación de sobrevivientes y allegados de víctimas del nazismo surgida en relación con el campo en el que hubo más españoles deportados. En el ejercicio de una vida amparada en una tergiversación de datos y sostenida durante más de treinta años, en el libro se construye un personaje en el que se encuentran subyacentes, y por momentos emergen de forma señalada, episodios personales que, si bien no se esgrimen como estandartes de justificación de las mentiras –Cercas es muy hábil como para que su escritura sea pasible de un llano señalamiento de entronización de un fabulador que se atrevió a apropiarse de un pasado tan inconmensurable como sensible y perdurable en términos de consecuencias traumáticas–, sí se presentan esos pasajes individuales como focos, retomados de manera estratégica, en un crescendo de intento de comprensión de la actuación de Marco en los roles que ejerció/usurpó. Con la precaución de evitar una lectura psicoanalítica reduccionista, hay sin embargo que advertir que una piedra fundamental en la narración es la figura de la madre de Marco. La filiación dada por una madre encerrada durante muchos años en una institución de salud mental y el abandono y el desentendimiento por parte del padre resultan datos insoslayables y dosificados en un apuntalamiento del devenir de la biografía. Entre las repercusiones más sonadas, junto a una práctica de protagonismo en diferentes actos públicos entre los que abundan conferencias y charlas en instituciones, con prevalencia de un vínculo con estudiantes a los que Marco les “transmitía” la falsa experiencia concentracionaria, se encuentra también la participación en alguna instancia oficial de conmemoración y aun alguna distinción.
En todo escrito que apunta a captar parte de la vida de una persona resulta de importancia el detenimiento en los orígenes, pero en este libro en particular esto se potencia por el hecho de que los orígenes se ven subrayados por ciertas pretensiones de inserción literaria: una de ellas es la vinculación de Enric Marco con la interpretación de un mito clásico, el de Narciso; otra, la referencia a Marco como un pícaro, con la típica relación de la picaresca con un origen problemático, oscuro, poco noble, y el derrotero mediante el cual, desde la desposesión, desde una infancia dura, el individuo va buscándose la vida. Estas alusiones, junto con la insistencia en un paralelismo entre Marco y el personaje de Don Quijote, parangón que atraviesa todo el libro –y aquel que demanda algo más de atención y, por momentos, de preocupación ética y estética– constituyen aspectos problemáticos que pueden contribuir a una lectura crítica necesaria para profundizar en su complejidad.
Es preciso tener en cuenta la variedad de materialidades y, asimismo, soportes que orbitan en torno a la letra escrita en El impostor: en una práctica autorreferencial, vuelve a aparecer el recurso de la incorporación de la propia escritura en prensa periódica, pero también la referencia o reproducción de los siguientes materiales: otros abordajes de escritura sobre la vida de Marco, la opinión de figuras reconocidas que funcionan como piedra de toque y citas de autoridad –Vargas Llosa e Ignacio Martínez de Pisón, por ejemplo–, fotografías, alusiones al documental Ich bin Enric Marco, la apariencia de desgrabación de un momento crucial de los encuentros entre Marco y ese interlocutor que –en primera persona y, pese a todos los filtros necesarios, identificable aunque sea de modo algo desviado con el Cercas de carne y hueso– intenta novelar su historia, las descripciones de un registro audiovisual de una visita al campo de concentración, ficciones de reproducción de diálogos mantenidos con contactos que conocieron a Marco (algunos bastante extensos, en pasajes de discurso directo que pretenden reconstruir una oralidad registrada sólo mediante la toma de unos apuntes, lo cual implica quiebres de verosimilitud narrativa), la reproducción de la hoja clínica que registra el ingreso y la defunción de la madre de Marco en un manicomio, entre otros elementos que traccionan la narración.
Todos estos materiales se incorporan a la estructuración en las tres partes que conforman el libro (“La piel de la cebolla”, “El novelista de sí mismo” y “El vuelo de Ícaro (o Icaro)”, pero sería un error no tener en cuenta el epílogo, titulado “El punto ciego”, como constituyente del entramado de constante tironeo entre verdad y ficción. Finalmente, el apartado “Agradecimientos” opera como reconocimiento de fuentes y apoyaturas documentales, pero también como zona de resguardo y autoridad, con nombres como David Trueba y Jordi Gracia.
De la mano de la multiplicidad de textualidades, la convivencia de características de distintos géneros agrega dimensiones pasibles de atención. La pericia del Cercas periodista y la del Cercas novelista entretejen herramientas de la crónica, la biografía, los diferentes tipos de “escrituras del yo” y, fundamentalmente, de la novela y su permeabilidad para la incorporación de variadas voces, modalidades y registros.
Frente a El impostor, es interesante que el lector sortee la provocación de caer en una lectura indignada que se centre sólo en el sujeto pretendidamente biografiado, ya que eso demanda análisis extratextuales e interdisciplinarios que atañen a campos como el de la medicina (y en particular la psiquiatría) y el de la filosofía (y en particular, la ética). Si se logra hacer una finta de distanciamiento crítico ante ese riesgo, que podría llevar a una lectura reduccionista, la hechura de El impostor ofrece muchos frentes de construcción de hipótesis sobre temas que siguen interpelando y que, lejos de algunas desalentadoras conclusiones que vehiculiza Javier Cercas en medio de estas cuatrocientas veinticinco páginas, se trata de interrogantes que no mueren en ciertos abordajes conducentes al callejón sin salida de una industria o una moda de la memoria.
Una de las zonas más delicadas, más allá de todo lo que se pueda conjeturar y observar acerca de la elección respecto de sobre quién narrar, está dada por las apreciaciones en torno a la memoria en las últimas dos décadas. En el libro se pasa revista al ascenso y el declive del interés por la memoria de la Guerra Civil y el franquismo en España. El repaso de una serie de hitos innegables es acaso un punteo muy sintético en el que sobresalen la Transición, el hallazgo de fosas comunes de víctimas del franquismo a comienzos del siglo XXI, las acciones de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), las iniciativas del juez Baltasar Garzón y su expulsión de la justicia, la promulgación y las insuficiencias de la llamada Ley de Memoria Histórica, la producción narrativa y la explosión de diferentes lenguajes en torno a estos aspectos, terreno en relación con el cual no se deja de tener en cuenta incluso las miradas encontradas a las que ha dado y a las que seguramente seguirá dando lugar la propia obra de Javier Cercas.
(1) Cercas, Javier. El impostor. Buenos Aires: Random House, 2015.
(2) La presente reseña se inscribe en el Proyecto de Incentivos UNLP H742, en la beca postdoctoral Conicet en curso y en la investigación financiada por el Plan Nacional I+D del Programa Estatal de Fomento de la Investigación Científica y Técnica de Excelencia. Ministerio de Economía y Competitividad de España (CSO2013-41594-P).
* Doctora en Letras (UNLP), profesora y licenciada en Letras (UBA), becaria postdoctoral de CONICET y docente de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (UNLP). Integra los proyectos de investigación “Diálogos transatlánticos. España y Argentina: campo editorial, literatura, cultura, memoria (1940-2013)” (dirigido por Raquel Macciuci) y “Memorias en segundo grado: Posmemoria de la Guerra Civil, el franquismo y la transición democrática en la sociedad española contemporánea” (dir. Laia Quílez). Participó como profesional de apoyo en el proyecto internacional de investigación "Guerra Civil y exilio republicano español en la Argentina" del Ministerio de Cultura de España en colaboración con la Fundación "Claudio Sánchez-Albornoz" bajo la dirección de María Teresa Pochat.